Está medio simpatiquilla y ya. En sus mejores momentos recuerda al Van Sant cuando tenía autoritis aguda (y de rebote a la Jeanne Dielman de Chantal Akerman), vamos, que ves hasta como caen las motas de polvo, y ya que Van Sant anda ocupado haciendo fast food de sobremesa, bienvenido sea el Lowery este. Luego la peli tira por otro camino y parece que se va a volver muy loca, pero por desgracia recula y acaba pareciendo un chistecillo alargado. Next.