VENUS IN FUR (La Venus de las Pieles), lo nuevo de Polanski

Maravillosa, como las dos anteriores. Otro que vive una segunda juventud. Una joya.
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Más que teatro sería metateatro, la película no puede ser más juguetona, soberbiamente interpretada por Amalric y una Seigner que borda las múltiples capas de su personaje: inocencia, poder, sensualidad, perversidad, divinidad ...

El maestro de las atmósferas opresivas vuelve a introducir ese elemento fantastique (o no), de total ambigüedad que tanto me fascina en obras como El quimėrico inquilino, La semilla del diablo, El escritor o Un Dios salvaje.
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Dos cosas:

El poster original saulbassiano es maravilloso.

Y por lo que veo, parece que Polanski reinicide en sus obsesiones de dominación/sumisión, ¿no?

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:hail

Ganazas de verla, aunque en provincias periféricas tendremos que esperar a la rusada, claro...
 
ta bien pero me esperaba mas

es todo bastante previsible, de texto y puesta en escena

que si, sus obsesiones, juego de poderes, masculinidad en peligro, psicoanalisis ambiguo (no ambilvalente), y encima con su señora y un actor que se le parece.

o no la entendi mucho, tambien puede ser (tanto metasubtexto)

buen uso del elegante Desplat, cuya musica entra cuando hacen la obra y sale cuando ya no (generalmente)
 
Una maravilla sustentada en un trabajo actoral extraordinario, en un texto interesantísimo que confunde ficción y realidad, en un pulso de dominación y sumisión apasionante (y muy sensual) y en un tono abiertamente ambiguo que deja la sospecha de que un elemento fantástico puede estar de por medio. Gran comienzo y gran final entrando y saliendo del teatro en tiempo tormentoso, como si una fuerza externa, divina, suprema, acudiera al ensayo. Y un personaje, el de Vanda, que es del todo misterioso, como si fuera la materialización de los deseos/fantasías del director de la obra, que vive en sus propias carnes la puesta en cuestión de la relación sadomasoquista, pues podemos ver una reflexión sobre los sexos, el objeto, el poder, el placer, el intercambio de roles, el dolor, la degradación, el sacrificio, la fina línea entre víctima y verdugo, las pulsiones íntimas de difícil expresión pero que habitan en los personajes... El cuestionamiento de la figura del sumiso, que muchas veces en realidad no lo es, ya que en el fondo domina (EXIGE realizar su deseo) me parece que tiene mucho jugo, por ejemplo. Y en otro orden de cosas, también veo de interés la relación tirante entre director y actriz (o actor) en el proceso de creación, dado que ambos pueden colaborar o enfrentarse, tanto da, para enriquecer la obra y llevarla aún más lejos. Así lo hemos visto en diversos casos en los que un director trabaja muchas veces con ciertos intérpretes y el producto alcanza dimensiones muy especiales. Esa idea de la pareja del creador como musa, por otro lado, también se menciona aquí.

Así permanece uno atento ante el tira y afloja de dos personajes en un único escenario durante una hora y media. Desde luego, 100% Polanski, de contenido muy autobiográfico (a tenor de sus obsesiones, desperdigadas en el resto de su filmo) y sacando un partido alucinante de una Emmanuelle Seigner que para mí borda el papel de su vida.

Y encima es divertida y hasta se ríe de sí misma: el cactus de atrezzo como símbolo fálico es de un obvio que asusta (y así lo verbaliza la propia Vanda, jajaja).

Brillante.

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Última edición:
En Dirigido, Antonio José Navarro comenta algo muy interesante en su crítica: el escenario del teatro en el que ensayan tiene restos de la representación de un musical belga de "La diligencia", de John Ford. Y ya sabemos que el western es el género por antonomasia de la virilidad masculina. Precisamente, una virilidad puesta en cuestión con el macho sumiso, la fémina dominando y la transexualidad explícita de él. Desde luego, Polanski es un cachondo y sigue on fire.
 
Pues bastante bien, dentro de que sigue sin mucha sorpresa el esquema del formato: el equívoco, el primer giro, el intercambio de poder y luego de roles, el momento locuelo-grotesco, la picazón que viene y va...

No creo que sea especialmente críptica, Polanski ya sin buscar excusa para su reflejo y sus obsesiones sexuales (como los propios personajes señalan varias veces), en un desarrollo que se va tornando más y más discursivo; quizá chirría un poco porque no está ni del todo contenido ni pisa el pedal de la locura. Un poco como su realización, donde siempre tiene mínimos, sabe ajustar la cámara a los cambios de ritmo y deja buenos detalles (la tormenta asomando aquí y allá, los sutiles cortes sonoros del atrezzo invisible).

Fantástica madame Seigner con personaje-cebolla, aunque también lo atribuyo a lo buen director de actores que es Polako y a que Vanda es un caramelo para cualquier actriz con un poco que ofrecer.
 
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