La novia ensangrentada
Una pareja de recién casados pasa su luna de miel en la mansión familiar del novio. Pero lo que iba a ser una plácida estancia se convierte en una pesadilla cuando la novia comienza a experimentar visiones; las de una enigmática mujer que en el pasado asesinó a su marido en su noche de bodas…
Uno de los primeros films de Aranda, alejado de su trayectoria posterior, aunque con ramalazos del erotismo que siempre le ha caracterizado; curiosa y algo insólita propuesta, anclada en aquellos inicios de la década de los 70, que versiona libremente la
Carmilla de Sheridan Le Fanu y que sirve en un envoltorio de fantaterror vampírico unas preocupaciones que son extremadamente de su tiempo. Cuestionamiento de la institución matrimonial, del poder ejercido sobre unas mujeres cuya rebelión parece inminente y cruel. Cuestiones de sexualidad reprimida, temor y a la vez atracción hacia esa pulsión oculta. Freud, Jung, el mundo en apariencia inamovible de la burguesía, pero cada vez más puesto en entredicho. La vampira es aquí una mórbida influencia inconsciente, la materialización de los deseos ocultos e inconfesables, relacionados con lo lésbico, el trauma de la pérdida de la virginidad, así como una corrupta inocencia infantil… curioso que la razón, sostenida por el sensato marido, evolucione en la creencia en las presencias sobrenaturales, pese al Van Helsing de turno que intentará desvelar el misterio; lo cierto es que la malvada y sensual chupasangres es muy carnal y muy poco fantasmal ¿realidad, simple histeria femenina? No parece haber una explicación rotunda, pero sí una inclinación surrealista en imágenes como la de una mujer enterrada desnuda en la arena y respirando con un tubo de buceo, muy próximo esto al disparate.
El cazador y la presa, el encierro en el palomar, un comienzo alucinatorio pero muy real a la manera polanskiana, suponen escenas muy simbólicas todas ellas, como ese ataque final a balazos en que el cañón de un arma adquiere tal vez reminiscencias fálicas. Si la preocupación por lo femenino es evidente, las conclusiones y el enfoque son dudosos, entre la denuncia de la represión histórica que ha sufrido el “sexo débil” y cómo la violencia y el resentimiento acumulados son devueltos… y una mirada misógina y temerosa de las estrategias manipuladoras que lleva a cabo esta malignidad oculta, de tan bellas apariencias e hipnotizadora de voluntades, que le acaba convirtiendo a él en el malvado y en el demente tras una noticia de un periódico. Lo cierto es que la presencia de la actriz que encarna a la vampiresa, contrariamente a la inmadurez de la protagonista, desprende una fría sensualidad. La película, pese a conservar un par de secuencias arriesgadas en su amplio recrearse en sangre y vísceras, fue al parecer objeto de censura, pero debido a algún que otro diálogo incómodo. Ciertamente cutre en cuanto a ambientación y atrezzo, con unos supuestos cuadros de antepasados familiares que realmente corresponden a personalidades históricas, aunque debe agradecerse la ausencia de los zooms tan habituales en estas producciones, en una realización en general correcta y bien fotografiada.