El domingo 8 de Abril de 2012, falleció a los 83 años Jack Tramiel, el fundador de Commodore. Su verdadero nombre era Idek Tramielski, nació en 1928 en Polonia y padeció junto a su familia los horrores de la guerra. Con la llegada de los aliados en 1945, fue rescatado por el ejército estadounidense, pero su familia no tuvo la misma suerte ya que su padre luego de enfermarse, murió víctima de experimentos médicos, mientras que su madre fue considerada muerta durante casi dos años, momento en el que se reencontró con ella en la ciudad de Lodz.
A mediados de 1947, Tramielski emigró a Estados Unidos y se enroló en su ejército, donde aprendió inglés, a reparar mobiliarios de oficina y máquinas de escribir eléctricas, concurriendo a cursos de la IBM. Para esa época también dio un toque americano a su nombre, haciéndose llamar Jack Tramiel.
Luego de abandonar el ejército y formar su familia, trabajó como mecánico y chofer de taxis, con lo que pudo juntar algo de dinero, que sumado a unos pagos del ejército y con la ayuda de su esposa, le permitió fundar la Singer Typewriters, un pequeño negocio del barrio Bronx, de reparación y venta de máquinas de escribir eléctricas reacondicionadas. Se mudó a Canadá en donde montó una pequeña fabrica de ensamble de máquinas escribir con partes importadas, a las que bautizó Commodore. Expandió el negocio fabricando máquinas de escribir eléctricas, calculadoras y más tarde computadoras.
Hacia principios de los ‘80 desató una guerra de precios con la intensión de desbarrancar del negocio de las computadoras a su enemigo Texas Instruments, que desembocó en una masificación de las computadoras hogareñas, siendo su nave insignia la Commodore 64 creada en 1982 que podía adquirirse por 590 dólares -el precio de costo rondaba los 120 dólares-, concretando así uno de sus lemas “computadoras para las masas, no para las clases” . De esta máquina se llegó a vender casi 20 millones de unidades en sus diez años de vida.
Dirigió la compañia de forma autoritaria y siempre que pudo intentó eliminar a sus competidores, nuevamente fiel a su lema “los negocios son una guerra”. Antes de mediados de los ‘80, fue forzado a abandonar su compañia debido a desacuerdos económicos con los inversores. Pero no se quedó con los brazos cruzados y compró en 1984 la división de desarrollo de computadoras Atari que daba pérdidas en aquel entonces a la Time Warner y desarrolló la línea XE de computadoras de 8 bits y las ST de 16 bits, para competir incluso con su ex compañia.
Se fue un luchador que padeció la pobreza, los horrores de la guerra y el nazismo, pero siempre supo salir adelante con su estilo particular con defectos y virtudes, pero que siempre defendió y sostuvo lo que consideraba correcto.