casi tendríamos varias pelis en una, primero el apocalipsis y agotamiento de Occidente, representado por uno de sus símbolos, coches como ataúdes individuales de alienación, curiosamente Tati en fechas cercanas y otros muchos como Comencini o Fellini filmarán, en fechas ante y posteriores en términos parecidos... pero claro, Godard es quien es y va a lo suyo y mucho más lejos, poco a poco se convierte en algo puramente revolucionario y vanguardista, en una trama disparatada y por ello totalmente consecuente, entre el cine negro, omnipresente como fondo -o como principio- en buena parte de su obra y algo de Ballard, bebiendo hasta del American Gothic y metiéndose por medio Shock Corridor, aquí sustituimos un recinto psiquiátrico como representación de un país por un psiquiátrico a campo abierto... aunque ésto es sólo el comienzo, sobre todo se representa -y ésto de la representación será muy importante- una clase a la que se la pela todos los conflictos que le rodean y que en buena medida provoca.
seguramente la cinta con la que mas conecte, creo yo, sea Pierrot, aunque al final, la impresión es que todo ésto es una excusa para desarrollar el enésimo y brillante ejercicio de estilo godardiano, que en los 60 es absorbente.
al final todo es en apariencia, y sólo en apariencia, puro nihilismo retratado con su misma forma, un país perdiendo poco a poco la cabeza de forma colectiva, unos valores desmoronándose, los de la generación de la guerra, supongo, siendo substituidos por... otra cosa, el orden -injusto- como pura barbarie.
se le pueden sacar unas cuantas lecturas sociológicas a la cinta, y aun sin ellas seguiría siendo una obra maestra, solo por el plano-secuencia del atasco, que uno no sabe si dura 10 minutos o 50 horas, los estallidos sin venir a cuento, los innumerables diálogos.. (hay uno que haría palidecer cualquier cinta porno), travellings varios... brutal.
y por supuesto el discurso revolucionario habitual..inherente a toda la trama, aunque me acaba de gustar menos cuando es demasiado evidente, pero vamos, Godard se plantea el trazo grueso y hay que asumirlo, construyendo esta road-movie social a ninguna parte que acaba tocando hasta cierto surrealismo buñueliano (ese rebaño)
ademas la propia peli juega con el concepto de revolución en el cine, inventado sus propias reglas, pero ésto no sorprende con el suizo, o el increíble sentido metacinematográfico también habitual dando casi mas importancia a la ficción que a la realidad (omnia mentira est, todo es mentira, salvo la ficción, que asume su condición sin contradicciones), quedando al final una especie de comedia terrorista y salvaje sin puta gracia, y con una rica capa (otra más) de filosofía y teoría en torno a la función del cine y la representación; y supone y enfrenta un desafío ideológico al espectador
en honor a la verdad, sus minutos finales empiezan a desbarrar para mal... pero afortunadamente termina a tiempo y a lo loco -no podía ser de otra manera- una de las cintas más increíbles de los años 60 en Europa.
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