Whit Stillman

Hoy he estado en ECI y no sabían ni quien era este tío.

Vosotros donde veis/alquilais estas películas? Gracias

Criterion ha editado las tres primeras. También están editadas las dos últimas. Puedes mirar en tiendas online (Amazon, Play....) o acudir a Rusia si no quieres pasar por caja. Se encuentran fácilmente.
 
The Last Days of Disco (1998)

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En The Last Days of Disco podemos sentir, a medida que va pasando el metraje, esa sensación que le comunicaba Fred a Violet en Damsels in Distress, la de que estamos viviendo el declive de la decadencia. Pero antes de llegar a ese declive, hay una decadencia, y antes de esa decadencia, existe un camino que apunta a las estrellas. Por lo tanto es maravilloso ver cómo filma Stillman esa burguesía ensimismada en sus rituales, inmersa en un mundo que se va aislando del resto de la realidad, una pequeña burbuja que aparece aquí registrada con una enorme belleza. Porque desde el primer plano de la película, con los tacones de Alice y Charlotte, sentimos una excitación que nos indica un advenimiento: el de la noche y la fiesta que está en su momento álgido. Pocos cineastas han capturado tan bien una entrada a una discoteca: el tráfico nocturno que va y viene, convocando nuestra atención, la emoción por lo que nos encontraremos dentro, las interminables colas y todos los favoritismos hilarantes que en ellas se producen.... Todo un in crescendo de emociones que culmina con una sonrisa de Alice a Charlotte mientras esta última se quita la chaqueta y las dos entran en el núcleo del local a la vez que Doctor's Orders de Carol Douglas nos hace creer que esta burbuja es real y bella. Y en el mismo plano, cuando ellas se pierden en la discoteca, aparece Des al fondo, que persigue a una amante engañada, a la que acompaña hasta un taxi mientras le cuenta una mentira recurrente, la de su falsa homosexualidad.

Hemos visto, en muy pocos minutos, una condensación de algo que Stillman siempre ha manejado a la perfección: el uso de los espacios en el cine, los movimientos de los personajes descompuestos en grupos que van aumentando y disminuyendo y cómo todo, a través de un tempo preciso, punteado por la música y los desplazamientos, confluye en una planificación tradicional pero de una precisión y exactitud tremendas. No hay ningún corte automático, nada en la puesta en escena que no responda a una necesidad dramática. Es la manera en la que Stillman filma el mundo, siempre cercano a sus personajes, por muy irritantes o vanidosos que estos sean. ¿Cómo olvidar todos esos bailes, literales o no, de parejas y tríos en la discoteca? ¿O esos complots que se forman mientras dos personas hablan y otra escucha, sigilosamente, detrás? Es muy emocionante ver a Alice, una Chloë Sevigny bella y fuerte, sentada con una mirada que denota toda la fragilidad del mundo, perdida en la noche, cuando decide levantarse y unirse al baile. Y entonces llega Tom, empieza a bailar con ella y la cámara de Stillman los registra de una manera muy íntima y especial, sus brazos se entrelazan e intuimos todas las posibilidades de una relación que puede estar dando sus gloriosos primeros pasos.

La película discurre de esta manera a la par que Stillman captura las oficinas, los apartamentos y las calles de la ciudad con una gracia y una adecuación perfectas. La luz del otoño es inolvidable en The Last Days of Disco: esa secuencia de seducción entre Alice y Tom, seguida de Alice abandonando la casa mientras cruza una puerta para dirigirse al trabajo. Porque hay muchas puertas en esta película, y todas están muy bien filmadas, ya sean las de la trastienda de la discoteca o las de la privacidad del hogar. Este director siempre ha sabido capturar maravillosamente bien los espacios privados, de intimidad, de sus personajes, a los que filma en todo su esplendor mientras se airean en una caminata diurna (inolvidable esa patada al perro por parte de Alice) o se arreglan para sumergirse en la noche. Los personajes de Stillman siempre se están moviendo. No hay rastro de academicismo en su mirada. Todo está en un continuo desplazamiento. Y los diálogos son maravillosos y punzantes: esas geniales y continuas réplicas de Charlotte, entre lo entrañable y lo irritante, ese carácter inseguro y vanidoso de Josh o el genial Chris Eigeman, que repite por tercera vez con Stillman, interpretando al inclasificable Des.

Se van sucediendo los travellings de seguimiento grupal, que nos transportan de un espacio a otro, las elipsis que nos sitúan un paso más cerca de ese declive de la decadencia, y las perfectas secuencias musicales, inolvidables en su modulación (Amazing Grace). Poco a poco ese mundo se va descomponiendo, la noche empieza a mostrar las huellas de la realidad del exterior, las manchas que tan solo eran una pequeña molestia antes empiezan a extenderse entre las relaciones personales y nos damos cuenta de que los días de la música disco han acabado, pero también una cierta manera de entender la vida y de relacionarse entre los personajes que habitan la película. Las relaciones se van reestructurando y algunos personajes abandonan el mapa. La realidad empieza a imponerse en esta burbuja. Es así cómo Alice y Josh terminan cogiendo un metro, en la última etapa que veremos de una vida que no hace más que continuar para ellos, mientras bailan al son de Love Train acompañados de una multitud en una fuga surrealista deliciosa y un nuevo ciclo vital se intuye a la vez que las luces del túnel se disipan.
 
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casualmente yo la vi ayer tambien

un rollazo

me interesan cero todos los personajes, no entiendo que hacen, ni cuantas veces se lian entre si todos (la peli pega unos "saltos" que parece que te has perdido un cacho)

luego visualmente me resulta bastante vulgar
 
toda la peli la pasas pensando si hostiar a la Beckinsale (que va de chulita) o a la pava de la Sevigny (esta tia siempre igual en todas las pelis indies que hace/hacia, por favor!)

luego los personajes masculinos parecen medio gilipollas

y visualmente, es como comentas, pero al mismo tiempo lo veo como bastante desganado (da igual dentro de la disco que fuera)
 
Elliott se ha visto la película en la hora de la siesta y ha venido aquí a soltar las tres boutades que se le pasaron por la cabeza.

Te aprecio pero... revísala dentro de una década de nuevo. O mírate Metropolitan.
 
Barcelona (1994)

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Barcelona, la última década de la Guerra Fría. Dos primos: Ted Boynton y Fred Boynton. Un conjunto de mujeres jóvenes uniformadas de rojo que trabajan en la Fira. Una ciudad que mira con recelo cualquier cosa que huela a América. Verano.

El modo que tiene Stillman de enlazar situaciones es muy particular y no duda en introducir elipsis en la narración o cortes inesperados, todo en favor de que continúe ese flujo de imágenes marcadas por un tempo perfecto, punteado por una elección musical que repite motivos y temas, sirviendo de perfecto contrapunto a la travesía social y emocional de dos americanos en una ciudad que les mira con sospecha desde el primer minuto. Lo íntimo y lo público se entrelazan, desde los romances que van rotando todo el tiempo hasta la extraña belleza del mundo de las ventas.

La justicia de su mirada hace que todo el mundo posea sus motivos en cuestión de política y la sensación que tengamos sea la de que todos estén en su perfecto derecho de pensar de esa determinada manera. De ahí también surge una equidad moral que sobrevuela todo su cine. Porque son los sentimientos los que igualan a todos los personajes que habitan su mundo, las pequeñas peculiaridades que Stillman pone en escena: es difícil no sentir empatía por Ted mientras lee la Biblia y baila escuchando Pennsylvania 6-5000 de Glenn Miller, recordando a su antiguo amor Betty, que se nos introduce en un plano de escasa duración y proveniente de la memoria. Jane Austen, comedia de costumbres: cada espacio de Barcelona es filmado por Stillman con el conocimiento de alguien que verdaderamente ha habitado ese lugar. La noche de San Juan, las madrugadas en pubs donde el jazz es sustituido por una conga, aeropuertos, bares, apartamentos, bailes tradicionales, arquitectura…. Todo brilla y mantiene una genuina conexión: podemos sentir el pasar del tiempo de la noche mientras los personajes se desplazan de local en local.

Los cortes son precisos y nunca se cambia de plano o de tamaño si la necesidad dramática no lo requiere. Los travellings son muy bellos y recrean esa textura social y de grupo que Stillman tanto anhelaba en su vida por aquel entonces. Un mundo donde, en efecto, los sentimientos de pertenencia y ubicación son muy fuertes. Como si toda la literatura que amaba del siglo XIX fuese desplazada al más estricto presente. De ahí surge gran parte de la elegancia de esas fiestas con las chicas de la Fira (maravillosa Mira Sorvino como Marta) disfrazadas de aristócratas (Marta es Isabel de Farnesio). Otra vez vuelve a filmar cada baile de manera memorable y cada mirada y movimiento es extremadamente bello (Ted enamorándose de Montserrat mientras suena una canción de Donna Summer).

Toda la tensión política del momento se traslada al trasfondo de la película, con esos ataques terroristas anti-americanos que ponen en alerta el mundo de los personajes. También Stillman tiene tiempo para la rememoración del pasado, con esas bellísimas escenas de los dos primos y el kayak. Se suceden las noches y las fiestas, las tensiones entre los dos primos se incrementan y el clima político se endurece. Los planos y movimientos del cine de Stillman nos recuerdan a un cine venido de otra época: Renoir, Lubitsch, Hawks, Cukor…. Una elegancia de encuadres, tempos y concreción sentimental perdida en el cine americano reciente.

Y al final recordamos Barcelona y pensamos en ese primer recorrido por la ciudad en coche, los uniformes rojos de las chicas de la Fira, la sensación de desplazamiento social y sentimental de dos americanos en principio antipáticos pero enormemente cercanos gracias a la mirada de Stillman, las noches cálidas de verano, el hospital y la larga espera, las largas conversaciones privadas entre sábanas azules, los interminables paseos por las calles de la ciudad, el campo, el verano, su luz y, en última instancia, el lago con los dos primos y el kayak.
 
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He visto Damsels in Distress (2011) y me ha encantado, es una película que empieza rarita (las comedias de pose han hecho mucho daño) pero va a más y a más y no para, para acabar en pura felicidad (ojo, la película, nosotros y el cine, no las protagonistas), disfrute total. Es fácil seguir con su filmografía ...
 
Stillman no tiene corte de plano mal dado, dicen

No lo veo un director muy cerezada, eh. Creo que si se lo recomendamos quemará el dvd ... Él es más de La bruja y del eje del mal (Villeneuve, Chazelle, Lanthimos).
 
No puedo añadir nada a las fantásticas reseñas de @Rimini , pero Barcelona y The Last Days of Disco me han encantado, diría que es mi ideal de comedia romántica moderna, sin moralinas, con la intención (evidentemente, no lo logra con todos) de hacer perder al espectador en una atmósfera de un sitio y un tiempo concreto, con protagonistas más humanos y erráticos imposible, pero con el foco puesto en la belleza de lo que filma. Mucho más que ver con Hawks y Lubitsch (actualizados, claro) que con Woody Allen. Maravillosas las dos.
 
Love and Friendship (2016) no solo no me ha parecido la peor adaptación de Jane Austen sino que, sin duda, es la mejor que he visto, potenciando todo lo bueno de esas novelas, o sea, las conspiraciones y el humor que provocan las costumbres de la época. Como siempre en Stillman, quiere a todos sus personajes y todos tienen sus motivos, les da mucho espacio y Kate Beckinsale está absolutamente irresistible como maquiavela cachonda madurita. Gran acierto poner a su pareja de The Last Days of Disco, Chloe Sevigny, como su confidente.
 
Love and Friendship (2016) no solo no me ha parecido la peor adaptación de Jane Austen sino que, sin duda, es la mejor que he visto, potenciando todo lo bueno de esas novelas, o sea, las conspiraciones y el humor que provocan las costumbres de la época. Como siempre en Stillman, quiere a todos sus personajes y todos tienen sus motivos, les da mucho espacio y Kate Beckinsale está absolutamente irresistible como maquiavela cachonda madurita. Gran acierto poner a su pareja de The Last Days of Disco, Chloe Sevigny, como su confidente.

¡Stillman no me ha devuelto el dinero de la entrada todavía!
 
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