- Sinister (2012), de Scott Derrickson
Un escritor de novelas basadas en escabrosos asesinatos reales recibe de su medicina. Es una memez que en su planteamiento hace un popurrí de varias cosas (cuentos tradicionales, obsesión que lleva a la locura, imágenes en Super 8 que transportan el mal, cultos y deidades malignas mesopotámicos), aderezado con otras relativas a los personajes (matrimonios en crisis, autoridades hostiles), y trucos baratorros (el ayudante del sheriff -joven cuando debería ser mayor-, el apoyo explicativo del estudioso de turno), todos ellos hilados con especial torpeza en los diálogos y en lo visual. El director consigue dos imágenes potentes, la que abre la película y el careto del malo, pero abusa tanto de ellas que acaban por perder toda la fuerza, y lo que al principio estaba curioso (las cintas en Super 8), acaba en la risa cuando entra en escena el Club de los Cinco, con una secuencia de niños corriendo por pasillos que es lo peorcito que he visto en cine de terror serio reciente. No por malo, sino por tonto. Y para rematar, los soniditos sobados, los jump cuts chorras y el susto final, de completo gilipollas al volante.