Harkness_666
Son cuatro
Me dicen que el universo DC ha cambiado, que ya no es lo que fue. Que ha empezado a centrarse y que ya no lo volverá a hacer más. Pero no es así, porque vuelvo al universo DC (seré masoca) y me sigue despreciando, tratándome como a una zorra y escupiéndome en toda la cara.
Parece el intento por recuperar un espíritu ingenuo, de los inicios, acorde con un personaje tan inocentón como el tal Shazam y contrario a la solemnidad que se intentó convertir con Snyder y Nolan en signo de distinción… lo que desde luego han logrado es un inconfundible ADN imposible de camuflar, aunque la mona se vista de seda: ausencia de un tono definido, afán desesperado por tocar muchos palos con la esperanza de acertar en algo, sin conseguir la menor coherencia… sin ir más lejos, el espíritu es de comedia ochentera con niños y adolescentes, de fantasía infantil y sin complejos. Y de repente, un rollazo melodramático, una puta historia sórdida de abandono infantil, delincuencia, familias de acogida, que no puede pegar menos (pero con chistecitos de por medio). La subtrama de la madre es criminal del todo, llena además de moralina; una mujer cobarde y desde luego antiamericana que abandona a su propio hijo en manos de lo público -comunista seguro-, que vive en un mugriento bloque de pisos, como toda persona fracasada que se precie, currando de camarera y amancebada con un -intuimos- maltratador… en el otro extremo, el bien y la bondad absoluta, la familia feliz y unida, eso sí, con el barniz falsamente progresista y que toca introducir sí o sí.
Si el trasfondo de autosuperación personal es de garrafa, tampoco aquí nos libramos de una traca final (¡cómo no!) agotadora, innecesaria, y con un tramo final además (metiendo a cuarenta superhéroes) cargado de pura repelencia, grima y un pretendido carácter “entrañable” que no puedo expresar. Los pecados capitales, por ejemplo, no aportan un carajo, podrían ser demonios y criaturas al azar; la avaricia, con sus cuatro brazos, es el único destello de imaginación, pero el resto son bichos sin más y no se lo curran en absoluto. Supongo que porque viene de donde viene, el director intenta colar secuencias de terror; una masacre en un despacho que es muy chunga… sin una gota de sangre (y si es que “es cine infantil”, como más de uno aducirá, ¿a qué coño viene meter este tipo de escenas?). Eso por no hablar de los chistes de putas, sin duda muy apropiados y nada chirriantes respecto a lo “infantil”. Mark Strong es el típico villano genérico del que nos acaba importando tres narices su traumita. Y bueno, siendo honesto, algún momento aislado, algún gag, sí que aciertan, como lo del entrenamiento youtubero de los poderes, o lo del discurso del malo desde la lejanía que no se entiende. Pero no nos engañemos, ésto sigue siendo la misma castaña pilonga.
Parece el intento por recuperar un espíritu ingenuo, de los inicios, acorde con un personaje tan inocentón como el tal Shazam y contrario a la solemnidad que se intentó convertir con Snyder y Nolan en signo de distinción… lo que desde luego han logrado es un inconfundible ADN imposible de camuflar, aunque la mona se vista de seda: ausencia de un tono definido, afán desesperado por tocar muchos palos con la esperanza de acertar en algo, sin conseguir la menor coherencia… sin ir más lejos, el espíritu es de comedia ochentera con niños y adolescentes, de fantasía infantil y sin complejos. Y de repente, un rollazo melodramático, una puta historia sórdida de abandono infantil, delincuencia, familias de acogida, que no puede pegar menos (pero con chistecitos de por medio). La subtrama de la madre es criminal del todo, llena además de moralina; una mujer cobarde y desde luego antiamericana que abandona a su propio hijo en manos de lo público -comunista seguro-, que vive en un mugriento bloque de pisos, como toda persona fracasada que se precie, currando de camarera y amancebada con un -intuimos- maltratador… en el otro extremo, el bien y la bondad absoluta, la familia feliz y unida, eso sí, con el barniz falsamente progresista y que toca introducir sí o sí.
Si el trasfondo de autosuperación personal es de garrafa, tampoco aquí nos libramos de una traca final (¡cómo no!) agotadora, innecesaria, y con un tramo final además (metiendo a cuarenta superhéroes) cargado de pura repelencia, grima y un pretendido carácter “entrañable” que no puedo expresar. Los pecados capitales, por ejemplo, no aportan un carajo, podrían ser demonios y criaturas al azar; la avaricia, con sus cuatro brazos, es el único destello de imaginación, pero el resto son bichos sin más y no se lo curran en absoluto. Supongo que porque viene de donde viene, el director intenta colar secuencias de terror; una masacre en un despacho que es muy chunga… sin una gota de sangre (y si es que “es cine infantil”, como más de uno aducirá, ¿a qué coño viene meter este tipo de escenas?). Eso por no hablar de los chistes de putas, sin duda muy apropiados y nada chirriantes respecto a lo “infantil”. Mark Strong es el típico villano genérico del que nos acaba importando tres narices su traumita. Y bueno, siendo honesto, algún momento aislado, algún gag, sí que aciertan, como lo del entrenamiento youtubero de los poderes, o lo del discurso del malo desde la lejanía que no se entiende. Pero no nos engañemos, ésto sigue siendo la misma castaña pilonga.