Anthony Mann

Colorado Jim

Otra más del ciclo Stewart, con título en castellano inventado y sin nada que ver con la “espuela desnuda” que tiene cierta importancia. El asesino de un sheriff es apresado y convertido en objeto de deseo de un variopinto grupo de extraños, unidos por el azar en un paraje montañoso; un soldado expulsado del ejército por indisciplina, un buscador de oro, un hacendado arruinado metido a cazarrecompensas… y una muchacha, lo que añade tensión sexual a la ecuación. Obligados a colaborar para llevar al tipo ante la justicia y cobrar la jugosa recompensa, el viaje no será fácil, pues además de impedimentos como los indios o una naturaleza hostil, el primer obstáculo son ellos mismos, las tensiones que no tardan en aflorar. Interesante juego de medias verdades, de claroscuros morales, con Stewart como hombre atormentado por su pasado y predispuesto hacia el abismo, tras la búsqueda inútil de un paraíso que dejó de existir... como un Ulises que vuelve a su Ítaca y esta se revela como un gran engaño, pues Penélope sucumbió a los pretendientes. Aquí se nota la huella de la guerra civil americana, las vidas arruinadas por unos ideales, la necesidad de redención y de comenzar de nuevo, quizá en esa tierra prometida que es California. Son todos unos pobres desgraciados sin lugar en el mundo, que no encajan; les iremos conociendo mejor a medida que se desvelan a sí mismos, que descubren cruelmente la vida, como la chica, atrapada en un conflicto de lealtades… otros, como el impulsivo mozalbete, sabemos que la van a liar a la primera de cambio.

Vuelve a destacar la pura aventura física, tan excelentemente dosificada por un Mann que potencia cada encuadre y obtiene un relato fluido, del que no se desaprovecha prácticamente ni un minuto y bastan unos detalles para esbozar a cada personaje, que es de lo que va la peli, con su trasfondo a cuestas, en una combinación de hondura psicológica y simple divertimento de género que nunca han sido incompatibles dentro de un cine comercial; la mirada que echa el prota a los cuerpos caídos de los indios, el agua convirtiendo los recipientes en instrumentos musicales, la pelea sin música ante las miradas de los demás, como revelando el patetismo de esta… por otra parte, está el típico perdedor sin suerte tras el sueño dorado, cuya credulidad y frustración acaban siendo lo que le pierde. Y luego tenemos al taimado, al engañoso villano cuyas habilidades no consisten tanto en utilizar la pistola como la lengua; de nuevo es el malo porque la vida le ha hecho malo, y finalmente, la bomba que lo hará estallar todo. Una vez más, la geografía es determinante, el lado salvaje que conecta con el lado más puramente humano, lo mejor y lo peor, las interioridades turbias imposibles de ocultar ante semejantes espacios; zonas rocosas como escondite y trampa mortal, entornos de gran amplitud como bosques y llanuras, sin que falte ese río de aguas caudalosas que es un peligro y que suele ser donde todo se decide. Y un puñado de diálogos que son filosofía (“Si de joven hubiera podido ver lo que tenía por delante… no tendría estos problemas”).


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Uno de los últimos westerns de Mann y el que puede considerarse el culmen de su arte dentro del género que empezó a cultivar a principios de la década es El hombre del oeste. Gary Cooper pone rostro (pétreo) y mirada (azulada) a un antiguo forajido ahora reinsertado en la sociedad con una noble misión que cumplir al servicio de su comunidad: fundar una escuela. Pero por incidentes del azar o quizá del destino acaba de nuevo en manos de su antigua banda de malhechores, y les tendrá que seguir la corriente si quiere sobrevivir, pues este pasado suyo le perseguirá hasta que logre ajustar cuentas.

Un poco lo de siempre, en una aventura con viaje, varios secundarios, cada uno con su historia personal a sus espaldas y una resolución que nos podemos esperar en forma de duelo a tiro limpio, en un nuevo análisis de la dualidad humana que, dentro del esquema de buenos contra malos, extrae poderosos matices. Un buen tipo ha de luchar contra la violencia en su interior, un caradura y jugador demuestra sentimientos elevados en el momento menos esperado, otro tipo infame no puede desprenderse de sus inclinaciones paterno-filiales… y desde luego tenemos a la mujer de la película; anulada, profanada por la mirada y el deseo masculinos, encontrará por fin el amor y el respeto, comenzará a ser ella misma, aunque se trate de la suya de una historia de amor imposible y efímero.

Un film que es cine mayúsculo, ejemplo de un estilo de filmar sin una sola decisión de puesta en escena que sea irrelevante y donde destaca el uso del formato cinemascope; encuadres de mucha profundidad, rebosantes de elementos que se mueven (esa llegada inicial al pueblo, cómo se nos va presentando la situación hasta la llegada de la locomotora), con una extrema precisión a la hora de disponer figuras y demás objetos escénicos dentro del plano a diferentes niveles, cuidando el ángulo según las necesidades de la escena, sea en ambientes más urbanos, o con el paisaje siempre tan presente, en interiores… sacando petróleo de cada secuencia.

Es una película, podría decirse, oscura, incómoda; el interior de la guarida de los bandidos, iluminada tenuemente con sombras, a diferencia del colorido exterior, es el escenario tétrico donde tiene lugar una cruel muerte fuera de campo. Si destaca con fuerza el vestido rojo-rosa de ella, la obligan a desnudarse… puro erotismo malsano que muestra cómo estaba evolucionando el cine americano y lo que estaba permitido o no representar. Pero es que la pelea posterior contiene esa misma carga de humillación sexual y casi invierte las tornas de con quién vamos. Llegamos a un pueblo fantasma y a un paraje rocoso que parecen de otro mundo, y aquí las víctimas serán esas pobres gentes anónimas que se han cruzado con el horror y el peligro sin tener culpa de nada.

Y es que crepuscular es la palabra que mejor define esto, que transcurre en un tiempo histórico en que los forajidos han quedado atrás, la civilización avanza como lo hace la educación (necesidad de maestras para las pequeñas comunidades) y el ferrocarril (donde nuestro hombre se encuentra inadaptado e incómodo). Los criminales que antes campaban a sus anchas y daban golpes maestros han quedado reducidos a patéticos espectros (dicho explícitamente); estremecedora la composición de un villano amenazante y desagradable como él solo, pero senil, como cabecilla de una familia poco o nada funcional que se cae a pedazos, de seres resentidos, odiosos, que sueñan con hazañas que hace tiempo dejaron de ser posibles.


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La caída del imperio romano (1964) me ha dejado con el culo torcido y demuestra que Kirk Douglas la cagó cuando cambió a Anthony Mann por Kubrick, al menos artísticamente ya que Kubrick siempre renegó, y nadie dirige y encuadra mejor que Mann, algo capital en estas películas de tirar la casa por la ventana (tengo Cleopatra a punto de ver). Es una película descomunal, al nivel de sus mejores westerns, por encima de la magnífica El Cid (1961). La primera hora, intimista, mortecina, psicológica, en una fortaleza en el bosque es algo maravilloso, con la personalidad del Marco Aurelio de Guinness que impregna toda película ya de una época que se acaba. Después, el contraste, el acojonante espectáculo de la entrada de Cómodo en Roma, con un set infinito construido para reproducirla, y Mann tomándose su tiempo para que lo degustemos todo, cuando se habla de cosas que no se repetirán esto es un ejemplo perfecto. Y después, toda la trama política (nada ajena a la situación política de USA en los 60), interesantísima, la desintegración interna de un imperio. Qué película!

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me la ponen en Phenomena para SEMANA SANTA pero leo que dura 152 min...

esta cortada? el dvd dura 3h, no?
 
¿Esta no era de las que llevaba overtura, entreacto y finale?

Igual se los han cepillado...
 
Es imposible que dure 150 minutos salvo cortes drásticos, ninguna obertura, entreacto y final suman 38 minutos en estas pelis.

En la Wiki pone que hubo un montaje de 152 minutos que se estrenó de manera general, pero no me cuadra con la versión editada en España, que dura los 188 minutos que dice Ropit y está íntegramente doblada en los 60. Salvo que este corte fuese una versión Roadshow de aquellas, y es la que llegase a España.

Por cierto, supongo que las bronstonadas en 4k, ni están ni se las espera :( ...

Un saludete.
 
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