Pues vista la nueva. Puede caer algún que otro SPOILER.
Poco o nada que ver la elaborada mitología de la original con esto, un producto en la línea del “terror racial” de un Jordan Peele que colabora en el guion, aportando cierto humor negro (chim-pún) a una propuesta centrada en el abuso policial contra la comunidad afroamericana, en la que Candyman experimenta una evolución similar, se me ocurre, a la de otro icono cultural como es Godzilla. Es decir, de materialización de los miedos inconscientes de un país... a ser una especie de héroe; aquí no sé si se llega a tanto, más bien es un vengador sobrenatural que devuelve, como forma de justicia poética, la violencia recibida. La idea quizá es simplista y las comparaciones odiosas, pues este ser demoníaco pierde en gran medida su capacidad de causar terror cuando sus acciones adquieren esa dimensión “moral” y no tan irracional.
Es cuestionable también, pues esto no deja de ser un exploit de la triste situación reciente y ahí caería de plano en lo que critica, que es la utilización de determinadas tragedias, las cuales se cobran víctimas día sí y día también, por ciertos sectores del arte como objeto de prestigio intelectual para sus obras, más aún si vienen firmadas por autores negros y de orígenes humildes que aporten mayor “autenticidad”. Aquí entraría de nuevo el Peele a decir que el mal está dentro de uno mismo; de una clase social privilegiada por un urbanismo dirigido para barrer y arrinconar barrios enteros, en favor de viviendas nuevas y baratas para el pijerío liberal y moderno, integrado también por gente negra; puede que este sea el análisis más valioso del film, al tratarse de algo concreto y más allá del gesto y de la metáfora.
Galeristas viciosos con toda la farándula alrededor, críticos que sólo se interesan morbosamente por algo cuando está de actualidad, tal vez porque ese arte en el fondo habla de lo real, pero no se mojan y viven de espaldas... “Di su nombre”, o en otras palabras, recuerda a esa “colmena”, a esa gente que murió de manera atroz. Hubiera estado bien una mayor dosis de desenfado. La trama la he encontrado forzada en su denuncia (esa pobre chica acosada), lo del pintor como demiurgo y su progresiva posesión-corrupción-identificación con el monstruo está bien ideado (retomando el carácter artístico del asesino y cambiando lo callejero por lo contemporáneo) pero nos lo sabemos. Por lo demás, se introducen giros que enlazan con la primera peli pero que aportar, no es que aporten mucho (igual hubiera sido mejor idea el reboot). La subtrama del padre de ella queda como inconclusa, la pareja gayer aporta lo justo también… me da que esto lo escribieron en dos tardes, lo bueno es que la duración es ajustada y va al grano. Y el caso es que como película, en el apartado estrictamente técnico puede que sea superior a la del manazas de Rose; a nivel de fotografía y diseño, de realización, sin recurrir a golpes de sonido y con un par de buenas y sangrientas secuencias de asesinatos, imaginativas en su concepción (los elementos de la galería de arte, una masacre en unos baños vista de manera indirecta, el finalazo con luces azules parpadeantes…), con espejos constantes (Candyman, otra vez, imagen deformada de nuestras mierdas) y el detalle de los insertos animados con sombras chinescas que evocan ese tono de fábula.