...tengo sentimientos encontrados. Nos presentan una posibilidad, bastante idealizada, de vivir de una forma completamente alternativa a lo que la sociedad propone. Quizá el problema es que está llevada hasta un extremo tal que se dificulta algo la identificación con ese proyecto. Pero al mismo tiempo tiene un gran atractivo y escuece ver el contraste con la normalidad vigente de nuestra sociedad tan hedonista, hipócrita y consumista, tan anestesiada desde un punto de vista intelectual y moral.
A esa dificultad para identificarse con este proyecto contribuye también la extrema sabiduría y brillantez del padre, dominando todos los campos del conocimiento lo que combina con unas asombrosas capacidades físicas y habilidades para la supervivencia. Es casi como un superhéroe, con lo que eso conlleva de fábula o fantasía (¿vendrá por ahi ese título de Captain Fantastic?). Los hijos tampoco se quedan atrás en capacidades para la música, literatura, filosofía, derecho, oratoria, asi como también para el deporte y la supervivencia ¿de verdad era necesaria una carta de aceptación en todas y cada una de las universidades más prestigiosas?...
En definitiva, la familia alternativa que vive en autosuficiencia en un bosque, que educa a sus hijos en todos los campos en una especie de excelencia renacentista y que en principio parece plantear una alternativa muy atractiva a nuestra sociedad, acaba resultando una idealización poco generalizable, demasiado particular (elitista?) y que resulta casi una fantasía.
Por otro lado, esta utopía familiar tiene algunas taras que acaban emergiendo a lo largo de la película. Al vivir apartada de la ciudad, de los centros comerciales, de las religiones organizadas, de la escuela convencional, de la publicidad (televisión, radio, etc.) evitan contaminaciones y vasallajes, pero al vivir apartada de todo contacto con las personas, acaba por convertir esta familia en un pequeño gueto (con algún tinte de secta) que aísla a los hijos de todo contacto exterior y los convierte en analfabetos sociales... un problema que en la adolescencia puede ser una bomba nuclear. Ese mismo aislamiento también hace que todo su conocimiento acabe llegando demasiado filtrado por la perspectiva de los padres en algo que se parece demasiado a un adoctrinamiento, más que a una educación en la diversidad y en la amplitud de miras (es cierto que se ven esfuerzos por disponer de diferentes lecturas y garantizar el debate y la argumentación, pero desde una desigualdad en edad, experiencias y autoridad entre el padre y los hijos, no me acaba de parecer que se consiga una verdadera libertad).
Otra limitación importante de este estilo de vida viene de la mano de la enfermedad mental de la madre y de la necesidad de ser atendida en un hospital "del otro lado". Una incoherencia que señala agudamente uno de los hijos... Por no hablar de la, reiteradamente insinuada, contribución que pueda tener este estilo de vida para desequilibrar el precario equilibrio de la madre que no siempre comparte con el padre la opción al 100% (cartas a la madre pidiendo que vayan a buscarla, solicitud de ingreso universitario con el hijo a espaldas del padre, empeoramiento del cuadro psiquiátrico con el tiempo...). Parece que esta apuesta de vivir en el bosque está hecha para "curar" a la madre, pero sin embargo, en algún momento me ha llegado a parecer que este proyecto familiar realmente es fruto de una fase maniaca que pueden haber compartido madre y padre...
Por todo esto no me acaba de molestar el final, que lo veo como un paso atrás en el extremismo, pero no una bajada completa de pantalones. Se recupera el contacto social y los hijos se integran en una escuela, pero no da la sensación de que se pasen "al otro lado" al convencional y lamentable estilo de la familia de la hermana de la madre. Quiero pensar que ese paso atrás es un punto de equilibrio y madurez del padre, y de la familia entera, al que llegan una vez liberados de la dolorosa carga de la enfermedad de la madre. Una vez que el padre ha tomado conciencia de la importancia del contacto social para sus hijos adolescentes. Y después de que el proyecto original se hubiera resquebrajado haciendo crisis en la noche del entierro de la madre. A partir de ahi empieza una nueva etapa (afeitado de barba, corte de pelo) en la que la bajada completa de pantalones hubiera sido aceptar la desesperada huída de Viggo sin sus hijos, renunciando completamente al proyecto familiar si no se cumplían los planteamientos maximalistas.
Frente a ese hundimiento, se revelan sus hijos, todos, y apuestan por continuar juntos, pero de una forma más equilibrada y realista, intentando encajar mejor las piezas del puzzle, pero sin integrarse en la sociedad sin más. De hecho el hijo mayor no se va a la universidad sino que se va a Namibia y la despedida del hijo pequeño sigue siendo una de sus consignas de lucha y justicia.
A mi gusto el final no es tan malo. Queda algo abierto a que uno valore si se trata de un paso hacia el equilibrio o de renunciar a un sueño. Si es una opción que comporta renuncias, pero que va en favor de la familia o, por lo contrario maltrata un proyecto y desposee a esa familia de su naturaleza y su sentido.
En cualquier caso es una gran película que te permite pensar en esta sociedad que hemos construido y que aceptamos casi sin protestar, donde hay tan poco espacio para la individualidad, para las opciones más personales, los puntos de vista más alternativos y la inquietud intelectual y moral. Y, por contradictorio que parezca, esta película que ensalza un proyecto vital alternativo y genuino, al mismo tiempo reconoce que el hombre es un ser social, que difícilmente va a encontrar la felicidad en el aislamiento, como también Christopher McCandless, el protagonista de "Into The Wild", reconocía en el final de sus días.
Una gozada. Ahora me toca escuchar a mis hijas y debatir un poco con ellas sus puntos de vista. A mi mujer y a mi, como padres, nos sirve para replantear nuestro estilo de familia, la educación de nuestras hijas y la integración/rechazo de muchas propuestas que nuestra sociedad nos hace.