La hija de Depardieu no le da más de cinco años de vida a su padre
Julie, de 40 años, desvela detalles de la relación del actor con sus hijos en una íntima entrevista
"Le sacude la muerte de su hijo, pero nunca lo admitirá", asegura, recordando a su hermano
Ana Teruel París
5 DIC 2013 - 18:09 CET10
Julie Depardieu, el 26 de noviembre de 2013. / Bertrand Rindoff Petroff (Getty Images)
No es habitual que Julie, la hija mayor de
Gérard Depardieu, también actriz, relate los entresijos de su ilustre familia. Lo hace, sin embargo, en una larga entrevista al diario
Le Monde, con motivo de la publicación de un disco de canciones póstumo de su hermano Guillaume, fallecido hace cinco años. Ella, que admite haberse operado hasta cinco veces la nariz para borrar el parecido con su célebre padre, y de paso existir fuera de su enorme sombra, no esquiva ningún tema en esta charla. Deja incluso una oscura premonición: “Ya verás, no envejecerá tanto”, dice sobre su progenitor. “Sesenta y cinco tacos, no es mucho. Y cuando sabes lo que hace... no durará, te lo digo”, añade. “En cinco años, ya no está. Es él el siguiente, lo sé”.
La actriz de 40 años, que siempre se refiere a él por su nombre de pila, retrata a un padre a la vez ausente -“es un tío que siempre se va y que te explica que tiene que estar allí y que no se puede quedar. Tiene un hándicap, en realidad, no puede estarse quieto (…) Guillaume sufrió mucho de que no lo miraran”-, y a la vez que no dejaba espacio a sus hijos. Relata así una anécdota de su hermano con ocho años tocando el piano y de su padre gesticulando tanto que le acaba por inhibir. “Es un gran celoso (…) Es típico de todos los padres incapaces de tener hijos. Gérard es muy simpático, pero no puedes existir mucho a su lado”.
“Siempre hemos estado en rebelión. Desde pequeños”, relata en otro momento de la entrevista, en la que detalla la complicidad con su hermano,
que falleció en 2008, a los 37 años de una neumonía fulgurante, y que llevó una vida al límite. “Mi padre es un gamberro: dice una cosa, pero puede hacer lo contrario, no hay que fiarse, nunca sabes. No es un traidor, no, pero no te puedes fiar”. Y es precisamente para diferenciarse de él que se ha hecho operar la nariz. “Era un una cuestión de identidad. Ni siquiera por belleza: no quería tener esa nariz, que se parecía demasiado a la de un miembro de mi familia”.
Al evocar la opinión de su padre sobre este disco póstumo, Julie se vuelve más tierna. “Gérard siempre ha vivido con sus desaparecidos. Sus padres, poco habladores, murieron jóvenes, a los 63 años, el páncreas en el caso de él, el diabetes para ella”, recuerda. “Creo que le sacude mucho la muerte de su hijo, pero nunca lo mostrará. Gérard repite las palabras de los demás, pero no tiene un gran verbo. Lo que admiraba de Guillaume, justamente, es que escribía, incluso cosas rabiosas. Y Gérard es incapaz de tocar el piano. La música y la escritura: eso son dos cosas que Guillaume hacía y que su padre no”
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