Nogales, gran análisis de NL… tendré que verla algún día, aunque me da “miedo” porque es una de sus más valoradas… o eso creía, leyendo algunos comentarios por aquí no se que pensar.
Bueno, volviendo a CRASH (escribo desde WORD en este momento, a ver como el cabrón de mi ordenador se las arregla para joder el texto ahora) siempre me ha parecido su obra más madura, y pese a lo espinoso de su tema y lo anti comercial de su tesis y contenido, parece que su génesis fue asombrosamente fácil, lejos de la odisea infernal que llevó sacar adelante “Inseparables”.
A mediados de los ochenta, durante una rueda de prensa, un periodista le dio a Cronenberg una copia de “Crash” de Ballard, novela que no he leído, pero que, a decir de los que lo han hecho, es indigesta y extraña. Incluso (y es lo que más miedo me da) el propio Cronenberg afirma que no pudo terminarla debido a su crudeza, y la dejó seis meses en una estantería hasta atreverse a retomar la lectura.
Durante el rodaje de “El almuerzo desnudo” Cronenberg le habló del tema de llevar el libro a la pantalla al productor Jeremy Thomas. El mayor inconveniente era que, según se decía, el libro era prácticamente infilmable, pero parece ser que, una vez puesto el genio canadiense a escribir, le resultó mucho más fácil que con la génesis de “El almuerzo desnudo” y pudo tener el guión sin complicaciones. Lo fiel o infiel que será a la novela… no puedo decirlo. En 1994, James Ballard recibió una copia del guión, que alabó, asegurando que era mucho más complejo y profundo que su novela.
Tras conseguir un reparto de actores realmente envidiable, se comenzó a rodar en Toronto, un rodaje sin complicaciones que duró diez semanas.
El productor de cine James Ballard (James Spader) es un hombre absolutamente aburrido de su rutinaria vida. Él y su esposa Catherine (Deborah Kara Unger) son incapaces de comunicarse o ser felices juntos, y su única manera de excitarse es acostarse con otras personas, en una infidelidad doble y consentida, contándose posteriormente sus mutuas experiencias. Cronenberg muestra un mundo futuro, frío, inconcebible, donde los protagonistas, un frío y desaprensivo matrimonio, parecen más robots sin sentimientos, sin ningún tipo de pasión por la vida, que personas de carne y hueso.
James tiene un accidente de coche una noche, chocando con la doctora Helen Remintong (Holly Hunter) en un accidente que mata al marido de ella, y que además, cambia sus vidas para siempre. James se recupera en un hospital, donde los aparatos ortopédicos que lleva puestos recuerdan inevitablemente a los instrumentos quirúrgicos para operar mujeres mutantes de “Inseparables”, unos hierros que penetran en la carne de sus piernas… Nueva Carne en toda su expresión. En los pasillos del hospital, que parece abandonado, desolado, James se topará con la doctora Remintong, y más tarde, una vez dados de alta, coinciden en un enorme depósito de coches siniestrados donde han ido a parar sus respectivos vehículos. Ambos confiesan sentir una extraña atracción por los vehículos, especialmente los siniestrados.
Más tarde, durante su periodo de convalecencia en casa, James comenta a su esposa que le parece que hay ahora muchos más coches que antes. Es decir, desde el accidente, las carreteras están inundadas de vehículos rugientes, mientras anteriormente, no era consciente de ello. Se ha iniciado un cambio en él, un “despertar”.
La doctora Remintong lleva a James a un espectáculo underground, donde otras personas que también sienten esa extraña pulsión por los vehículos organizan choques reales, simulando accidentes reales en los que murieron celebridades, como el de James Dean. El líder de este grupo es un depravado fotógrafo de cicatrices, Vaughan (Elias Koteas, tan inquietante como siempre) que se erigirá como máximo teófilo, supremo sacerdote de la nueva religión. Los tres formarán un grupo con la propia Catherine y con Gabrielle (Rosana Arquette) una inválida que vive con Vaughan. El atípico conjunto de personajes pondrán en práctica su nueva religión, sexo y accidentes de coche, o el accidente de coche como relación sexual entre las personas que los conducen. Con cada práctica, todos parecen alejarse a pasos agigantados de la Humanidad, acercándose a un nuevo estado evolutivo psicológico, cuyo fin del camino, como en la mayoría de los filmes de Cronenberg, solo puede ser la muerte…
Contada así, puede parecer (y es) muy interesante a nivel de exploración psicológica de personajes. Es otra religión, una rama particularmente degenerada de la Nueva Carne. Pero la película está presentada de forma tan brutal, que es sencillamente anti recomendable para el 90% de los espectadores. Las escenas de sexo totalmente explícitas, y eternamente alejadas de las típicas escenas de películas comerciales, abundan en el metraje, junto a todo tipo de comportamientos sexuales o sociales que son reprobables o como mínimo, mal mirados por la sociedad hoy en día. Crash es una película dura de ver, cualquier persona acostumbrada a los telefilmes sin cafeína de la sobremesa de Antena 3, o de los últimos estrenos en DVD del videoclub, recibirá una sacudida si, por casualidad, se acerca a esta película, y probablemente la considerará “una porquería”, una película porno de excesivo mal gusto, sin entrar a valorar sus intrigas filosóficas y psicológicas.
Estamos hablando de una película desagradable, donde un grupo de personas deshumanizadas gozan con los accidentes de coche, ya sean propios o ajenos. En consecuencia, entenderé que a nadie que haya sufrido una experiencia similar le “haga gracia” la película. Yo, personalmente, tuve un accidente de coche en 1985, y aunque al final no tuvo ninguna consecuencia, hubo un momento en que se creyó que podía perder una pierna… OS entiendo perfectamente. En ningún momento me pongo “de parte” de los degenerados e inhumanos protagonistas. De hecho, como ya comenté, visioné Crash en un CUARTO intento. En los tres primeros, no pasé, creo, de media hora. Y aún hoy no tengo claro si la película me gusta o la odio. Pero sus postulados me fascinan…
Parece ser que el rodaje en Toronto no tuvo ningún “mal rollo” y que, pese a las espinosas escenas que contenía y los no menos polémicos temas en los que se basa, los actores se lo tomaron como un reto y disfrutaron bastante…
Existenz llegó tres años después de Crash. Después de una obra tan polémica y anti comercial, muchos quedamos sorprendidos ante esta pieza de ciencia ficción pura, mucho más asequible al gran público que los últimos filmes del canadiense, aunque eso, que no se engañe nadie, sin perder nunca sus geniales obsesiones de vista.
Existenz cuenta una historia similar a Videodrome, aunque mucho más inocente e incluso, menos rica y compleja. En el fondo es un viaje iniciático, como un cuento de hadas. Aquí, se nos presenta un futuro aparentemente utópico, donde la nueva “religión” son los videojuegos, concretamente unos nuevos videojuegos que funcionan conectándose físicamente con el cuerpo humano (nosotros somos “la consola”) y donde los juegos se integran en la mente del jugador, haciéndole vivir una realidad indistinguible, donde el desarrollo de la historia responde a las necesidades sociales o morales del jugador. Los diseñadores de este juego son los nuevos gurús, viven retirados en secreto, siempre diseñando nuevos juegos. La más popular es la aniñada Alegra Séller (Jennifer Jason Leigh) que acude a una convención para presentar su nuevo juego, Existenz. Que el local se celebra esta reunión sea una iglesia nos da una idea de por donde van los tiros en este extraño futuro…
Durante la presentación, un terrorista de una secta que está en contra de este nuevo juego y de los diseñadores, atenta contra la vida de Alegra. Esta es salvada por el aniñado “segurata” Ted Pikul (Jude Law) con el que emprenderá un viaje con el propósito de huir de sus perseguidores y de lograr averiguar si el juego ha sido dañado durante el ataque. La única manera de averiguarlo es… jugando.
La película sufre de altibajos y baches continuos, introduciendo personajes y situaciones que forman parte de la “irrealidad” del videojuego, por lo que desconectan a uno de la película. Y la (bastante sobada) sugerencia de que el juego sea falso, o que la realidad que viven sea otro juego, no está muy bien tratado (véase ese final en exceso efectista y muy poco digno de su director). Con todo, lo mejor acaba siendo la relación entre la “sacerdotisa” de ese mundo, y el no iniciado. Para jugar a los juegos virtuales, hay que practicarte un agujero en la espalda, a modo de biopuerto que conecte con la consola. Ted se ha negado toda su vida a agujerearse, por miedo, una extraña fobia que su compañera es incapaz de comprender. Las conexiones de biopuertos pueden realizarse en oscuras gasolineras, a toda prisa, como una urgente compra de preservativos.
En general, no está mal. La película por si sola es entretenida, pero viniendo de quien viene, resulta insuficiente y demasiado… no quiero usar la palabra comercial, diría más bien “convencional”. Impagables las apariciones de secundarios como Ian Hola o Willem Dafne. Tampoco me acaban de convencer algunas escenas de humor (por si solas pueden resultar descacharrantes, pero, ¿integradas en el film?) como el plato especial en el restaurante chino…
Decepcionante, pero no del todo despreciable. Luego terminaré con “Spider” (todavía no sé si esa peli me gusta o no) y Una historia de violencia. Promesas del este no la he visto, pero espero verla en breve…