Respuesta: "Django Unchained / Django desencadenado": Tarantino se pasa al Western
Para mi el problema clave de la película es su estiramiento, sobre todo en un producto que no da más de sí llegado el momento; cuando toma el rumbo del blaxploitation más descarado la peli ya está muerta. Funciona bien cuando Schulz está en ella, ya que a fin de cuentas es el eje vertebrador, tanto físico como ético de la misma. En el momento de su desaparición la película es ya puro artificio, un juguete divertido pero carente de sentido. En ese camino, Tarantino rinde homenaje al Western de todas las formas posibles, del clasicismo de Ford al manierismo del spaguetti; del realismo sucio de "lo crepuscular" al minimaliso de Boetticher. Y con el tema de la esclavitud como lacra y tabú de América que a día de hoy sigue vigente (sólo hay que escuchar a Spike Lee más de 5 minutos seguidos). No es casualidad que aparezcan a la vez tanto Lincoln como esta... y aquí vemos de una forma mucho más intensa el drama del hombre negro, de hecho son dos cintas que se complementan bastante bien.
Pero en este viaje al igual que se criticó en Basterds, se asegura que el guión no tiene una estructura clara, que son una sucesión de fogonazos estéticos sin una narrativa clara. En Basterds nunca me lo pareció, pero en esta sí. La ligazón argumental que articula todas las escenas, pasadas y presentes, aparece y desaparace para acabar reunificada en una suerte de pulp vengativo muy escasito de enjundia una vez -como he dicho antes- muerto Schulz. Y eso desluce mucho el resto porque la sensación es que al final sólo existe la venganza como ya pasó en Basterds, Deathproof o Kill Bill, con la salvedad de que de todas ellas esta es la que menos sentido tiene; como si no hubiese otra forma de acabarla y Tarantino gasta todo el fuego de artificio en mera estética visual. Pero ya antes nos hemos dado un atracón de la misma y este pegote se queda en empacho.
Por suerte en el recuerdo hay una colección de personajes y situaciones memorables, líneas de diálogo que son puro Tarantino y mucho donde rascar. Y todo esto además contado por alguien que -para mi momento clave de la peli y la única excursión metanarrativa que se permite- se sabe y reconoce como un contador de historias, punto. El momento en que Schulz le cuenta a Django el mito de Sigfrido, frente al fuego y ante una "pantalla cinematográfica" hecha en piedra donde las sombras ayudan a perfilar la historia, es ver uno de los ritos más ancestrales de la humanidad. Si se le resta el aparato tecnológico que lleva implicado el cine, es lo que es Tarantino y lo que aspira a ser: un narrador de historias sin más. Y a fe que lo hace muy bien.