Curiosamente, ha sido Nintendo, compañía a la que muchos jugadores identifican como responsable de la pésima situación creativa que actualmente viven los videojuegos, la que ha dado este año un nuevo golpe de timón al panorama: ignorando la tendencia hacia los juegos familiares que ella mismo inició, en este E3 presentó un catálogo de lanzamientos y hardware para el año que viene basado, en cierto sentido, en un regreso a las mecánicas de juego clásicas. No solo retomando series muy del gusto del jugador encallecido, como la citada Kid Icarus u otras como Persona o Dragon Quest, sino mostrando una notable cantidad de juegos basados en una perspectiva bidimensional o en mecánicas clásicas, que es casi un símbolo de tiempos pasados que difícilmente volverán. O transpirando cierto respeto por el concepto más esencial de videojuego, en el que conceptos como «desafío» están muy presentes. Posiblemente tras la jugada de Nintendo sólo haya un inhumano estudio de mercado y una nueva máquina de imprimir billetes (esta vez, el nombre es 3DS) pero resulta esperanzador cómo, aparentemente, la compañía ha dedicado un par de años a salir de una crisis de la que sólo le salvaban sus exitosas consolas portátiles y, ahora, convertida de nuevo en un sello que no tiene intención de ser identificado con «entretenimiento multimedia», sino con «videojuegos», vuelve a tender la mano a los jugadores de toda la vida.