LoJaume
Desafinando
Recuerdo que en 1º de EGB teniamos un profesor que era un sádico hijodeputa sin sentimientos.
Cada día, el tipo -que además era un franquista rematado- se ponia a las 9 de la mañana a leer el periódico en su mesa durante una hora, y pretendía que todos estuvieramos callados y sin nada otra cosa que hacer que contemplar cómo el tiparraco iba pasando las páginas del periódico. Para ayudarlo en su "labor", el pelota-gordopilo de la clase (que ojalá arda en el infierno) vigilaba de pie en la tarima que todos estuviéramos en silencio y sin movernos. Teníamos solo 6 años. Cuando uno musitaba cualquier cosa, el gordopilo lo hacía poner de rodillas.
A las 10 en punto, el hijodeputa miraba su reloj, su esbirro se sentaba en su pupitre, y con el mismo silencio sepulcral y una frialdad increíble, el tipo iba recorriendo con parsimonia todos los pupitres para arrear un hostión a los crios que estaban arrodillados. Pero no un cachete, no. Una soberana ostia en la cara de forma que el crio salía rebotado de cualquier manera.
Teníamos solo 6 años.
He visto a crios llorar de miedo mientras se acercaba aquel monstruo.
Una vez me tocó a mi -alumno modélico, por cierto-, y aquel cabrón me pegó una ostia tan grande entre la oreja y la cara que estuve oyendo un pitido durante toda la mañana. Nunca antes me habían pegado una ostia así.
Cada dia durante aquel 1º de EGB era la misma ceremonia. Las 9, ...el periódico, ...las 10, el tipo que se levanta, ...algunos crios que empiezan a llorar angustiados, el ruido de los tortazos, ...y el tipo sin decir absolutamente nada. Estábamos todos aterrorizados. Tanto, que ni hablábamos de ello en casa.
Además, era otra época, eramos crios de 6 años, y cuando lo contabamos en casa, simplemente no nos creían, o te volvían a arrear porque "algo habrías hecho".
Creo que aquel ogro es la única persona que me ha hecho sentir verdadero odio. Recuerdo que, a los 6 años, pensaba "cuando sea mayor, te mataré".
Ahora que soy mayor, he pensado muchas veces en visitarlo. No para matarlo, sino para contarle lo que nos hizo sentir en nuestra tierna infancia y para que se enfrente a los fantasmas de su pasado.
Cada día, el tipo -que además era un franquista rematado- se ponia a las 9 de la mañana a leer el periódico en su mesa durante una hora, y pretendía que todos estuvieramos callados y sin nada otra cosa que hacer que contemplar cómo el tiparraco iba pasando las páginas del periódico. Para ayudarlo en su "labor", el pelota-gordopilo de la clase (que ojalá arda en el infierno) vigilaba de pie en la tarima que todos estuviéramos en silencio y sin movernos. Teníamos solo 6 años. Cuando uno musitaba cualquier cosa, el gordopilo lo hacía poner de rodillas.
A las 10 en punto, el hijodeputa miraba su reloj, su esbirro se sentaba en su pupitre, y con el mismo silencio sepulcral y una frialdad increíble, el tipo iba recorriendo con parsimonia todos los pupitres para arrear un hostión a los crios que estaban arrodillados. Pero no un cachete, no. Una soberana ostia en la cara de forma que el crio salía rebotado de cualquier manera.
Teníamos solo 6 años.
He visto a crios llorar de miedo mientras se acercaba aquel monstruo.
Una vez me tocó a mi -alumno modélico, por cierto-, y aquel cabrón me pegó una ostia tan grande entre la oreja y la cara que estuve oyendo un pitido durante toda la mañana. Nunca antes me habían pegado una ostia así.
Cada dia durante aquel 1º de EGB era la misma ceremonia. Las 9, ...el periódico, ...las 10, el tipo que se levanta, ...algunos crios que empiezan a llorar angustiados, el ruido de los tortazos, ...y el tipo sin decir absolutamente nada. Estábamos todos aterrorizados. Tanto, que ni hablábamos de ello en casa.
Además, era otra época, eramos crios de 6 años, y cuando lo contabamos en casa, simplemente no nos creían, o te volvían a arrear porque "algo habrías hecho".
Creo que aquel ogro es la única persona que me ha hecho sentir verdadero odio. Recuerdo que, a los 6 años, pensaba "cuando sea mayor, te mataré".
Ahora que soy mayor, he pensado muchas veces en visitarlo. No para matarlo, sino para contarle lo que nos hizo sentir en nuestra tierna infancia y para que se enfrente a los fantasmas de su pasado.