Ropit
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Estoy revisando El Decálogo de Kieslowski y no doy crédito, llevo 7 capítulos, los había visto hace años cuando el polaco estaba de moda con sus colores y pasaron un ciclo. Ya me habían gustado mucho pero era muy joven para entender la verdadera dimensión esta obra de arte, es que no doy crédito, estoy consumiendo los mediometrajes como un poseso.
A cualquiera que haya visto las versiones largas de No Amarás o No Matarás y le hayan gustado, si no ha visto el resto del Decálogo, que deje lo que esté haciendo, de cabeza a los otros. Es acabar uno y estar tan emocionalmente descompuesto que parece imposible que te puedan volver enganchar con otra historia, craso error, vuelve a ocurrir una y otra vez, joya tras joya.
Cada capítulo independiente ya tiene una valía por sí sola que justificaría su presencia en cualquier lista de "las mejores de ...", pero es que el conjunto, como antología de situaciones cotidianas con dilemas morales trascendentes, me parece algo que, por mucho que piense, no se ha igualado en el cine moderno.
El trabajo visual es apabullante, prima sobre los diálogos en la mayoría de los capítulos, en especial las metáforas visuales magníficamente acompañadas mediante la música de Preiner y reforzadas por una fotografía que juega continuamente con filtros de colores en función de la sensación que quiere representar, otorgando todo junto un halo poético bellísimo.
Kieslowski hace gala de una economía narrativa y un ágil montaje que facilitan la introducción del espectador en las situaciones de las tramas y nos preparan para los múltiples momentos de altísima intensidad. Silencios, miradas, las omnipresentes metáforas visuales o composiciones a base de reflejos en cristales son algunos de los elementos que dan forma a tamaño texto.
Porque sí, el guión luce a unos niveles inimaginables, de manera sencilla siempre introduce personajes y situaciones que fluyen en la historia hasta que convergen en uno o varios dilemas morales que alcanzan cotas de un brutal impacto emocional. Los diálogos, sobrios, pensados, sin redundar lo que ya nos muestra con la imagen. Pero lo más devastador son sus resoluciones, allí donde la mayoría de dramas fracasan aquí se eleva el resultado, Kieslowski nos plantea sus preguntas y como responden a ellas sus protagonistas, pero en ningún caso nos da la respuesta ni adoctrina, al contrario, concluye los relatos de manera poética sin que resulte pretencioso o forzado en absoluto.
Y todavía, si me tengo que quedar con una faceta de lo que atañe al director, me quedo con la dirección de actores, absolutamente bergmaniana (de hecho Kieslowski es fan del sueco) en el mejor sentido. Desde luego ayuda mucho el guión que dota de todas las dimensiones posibles a los personajes, siendo lo más antimaníqueo posible.
El factor común de los capítulos es la relación que guarda cada uno con su mandamiento, el desarrollo de todos en el mismo bloque de edificios de un barrio obrero de la Varsovia de finales de los 80 y un personaje omnipresente que representa la conciencia de los protagonistas y que aparece cuando ellos tienen que tomar una decisión moral.
1. Amaras a Dios sobre todas las cosas. Fábula paterno-filial entorno a la dicotomía religión/ciencia. Poderosísima para arrancar.
2. No tomarás el nombre de Dios en vano. Probablemente la mejor que he visto junto a No Amarás: medicina, juramentos, y el dilema moral más brutal de la serie. Estratosférica actuación del viejo doctor.
3. Santificarás las fiestas. Especie de road-movie urbana decadente en una surrealista madrugada de Nochebuena. Un After Hours dramático.
4. Honrarás a tu padre y a tu madre. Imprescindible reflexión edípica en un intensísimo bis a bis entre padre e hija.
5. No Matarás. Maquiavélica disección, a modo de espejo, del asesinato legal e ilegal, además de una historia sobre el azar. Brutal como la segunda parte reformula la primera.
6. No Amarás. Poética y descorazonadora historia de amor-desamor, platonismo-sexo, adolescencia-madurez, voyerismo-ninfomanía. Capital.
7. No hurtarás. Otra con aire de road-movie, entorno a una singularísima situación familiar en la que el hurto es humano. Todos los personajes llegan a un patetismo difícil de digerir.
8. No mentirás. Culpa, redención, holocausto y un prólogo y un plano final estremecedores, en un episodio muy consciente de su condición con una profesora de ética como protagonista. Tour de force bergmaniano (basta ver la imagen de arriba).
9. No desearás la mujer del prójimo. Otra vez Bergman, aquí Secretos de un Matrimonio, es impresionante como el polaco desnuda a sus protagonistas. Hay un clímax brutal en un armario.
10. No codiciarás los bienes ajenos. El guión es tan original que es capaz de mezclar el drama moral caracterísitico de la obra con El Tesoro de Sierra Madre y una trama con un punto de noir.
A cualquiera que haya visto las versiones largas de No Amarás o No Matarás y le hayan gustado, si no ha visto el resto del Decálogo, que deje lo que esté haciendo, de cabeza a los otros. Es acabar uno y estar tan emocionalmente descompuesto que parece imposible que te puedan volver enganchar con otra historia, craso error, vuelve a ocurrir una y otra vez, joya tras joya.
Cada capítulo independiente ya tiene una valía por sí sola que justificaría su presencia en cualquier lista de "las mejores de ...", pero es que el conjunto, como antología de situaciones cotidianas con dilemas morales trascendentes, me parece algo que, por mucho que piense, no se ha igualado en el cine moderno.
El trabajo visual es apabullante, prima sobre los diálogos en la mayoría de los capítulos, en especial las metáforas visuales magníficamente acompañadas mediante la música de Preiner y reforzadas por una fotografía que juega continuamente con filtros de colores en función de la sensación que quiere representar, otorgando todo junto un halo poético bellísimo.
Kieslowski hace gala de una economía narrativa y un ágil montaje que facilitan la introducción del espectador en las situaciones de las tramas y nos preparan para los múltiples momentos de altísima intensidad. Silencios, miradas, las omnipresentes metáforas visuales o composiciones a base de reflejos en cristales son algunos de los elementos que dan forma a tamaño texto.
Porque sí, el guión luce a unos niveles inimaginables, de manera sencilla siempre introduce personajes y situaciones que fluyen en la historia hasta que convergen en uno o varios dilemas morales que alcanzan cotas de un brutal impacto emocional. Los diálogos, sobrios, pensados, sin redundar lo que ya nos muestra con la imagen. Pero lo más devastador son sus resoluciones, allí donde la mayoría de dramas fracasan aquí se eleva el resultado, Kieslowski nos plantea sus preguntas y como responden a ellas sus protagonistas, pero en ningún caso nos da la respuesta ni adoctrina, al contrario, concluye los relatos de manera poética sin que resulte pretencioso o forzado en absoluto.
Y todavía, si me tengo que quedar con una faceta de lo que atañe al director, me quedo con la dirección de actores, absolutamente bergmaniana (de hecho Kieslowski es fan del sueco) en el mejor sentido. Desde luego ayuda mucho el guión que dota de todas las dimensiones posibles a los personajes, siendo lo más antimaníqueo posible.
El factor común de los capítulos es la relación que guarda cada uno con su mandamiento, el desarrollo de todos en el mismo bloque de edificios de un barrio obrero de la Varsovia de finales de los 80 y un personaje omnipresente que representa la conciencia de los protagonistas y que aparece cuando ellos tienen que tomar una decisión moral.
1. Amaras a Dios sobre todas las cosas. Fábula paterno-filial entorno a la dicotomía religión/ciencia. Poderosísima para arrancar.
2. No tomarás el nombre de Dios en vano. Probablemente la mejor que he visto junto a No Amarás: medicina, juramentos, y el dilema moral más brutal de la serie. Estratosférica actuación del viejo doctor.
3. Santificarás las fiestas. Especie de road-movie urbana decadente en una surrealista madrugada de Nochebuena. Un After Hours dramático.
4. Honrarás a tu padre y a tu madre. Imprescindible reflexión edípica en un intensísimo bis a bis entre padre e hija.
5. No Matarás. Maquiavélica disección, a modo de espejo, del asesinato legal e ilegal, además de una historia sobre el azar. Brutal como la segunda parte reformula la primera.
6. No Amarás. Poética y descorazonadora historia de amor-desamor, platonismo-sexo, adolescencia-madurez, voyerismo-ninfomanía. Capital.
7. No hurtarás. Otra con aire de road-movie, entorno a una singularísima situación familiar en la que el hurto es humano. Todos los personajes llegan a un patetismo difícil de digerir.
8. No mentirás. Culpa, redención, holocausto y un prólogo y un plano final estremecedores, en un episodio muy consciente de su condición con una profesora de ética como protagonista. Tour de force bergmaniano (basta ver la imagen de arriba).
9. No desearás la mujer del prójimo. Otra vez Bergman, aquí Secretos de un Matrimonio, es impresionante como el polaco desnuda a sus protagonistas. Hay un clímax brutal en un armario.
10. No codiciarás los bienes ajenos. El guión es tan original que es capaz de mezclar el drama moral caracterísitico de la obra con El Tesoro de Sierra Madre y una trama con un punto de noir.
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