Hay que admitir que Jorge Javier Vázquez ha digi-evolucionado hasta convertirse en un presentador brutal. Un presentador de lo suyo que sabe perfectamente lo que hace. O sea, que el sabe que lo que trata es casquería fina y no se esconde. Eso es tenerlos bien puestos. No como Jordi González o Emma García, que van de dignos por la vida mientras se revuelcan en charcos de caca. Lo que empezó siendo un programa de relleno que venía a dar soporte al resto de la programación, se ha convertido en uno de los buques insignia de la cadena con un formato que muchos empezarán a imitar. Un modelo a seguir, como otrora fuesen Crónicas Marcianas o Aquí hay Tomate. El plató del Sálvame (diario y deluxe) es una locura donde cualquier cosa puede pasar: reciben llamadas personales en directo, se van a merendar, se cierran en el lavabo y, lo más bizarro, se ponen a cantar.
Acabo de ver que en Tal Cual (Antena 3), acaban de rescatar al descomunal Torito (uno de mis ídolos). Eso es un signo inequívovo de que quieren acercarse a la grandeza de Sálvame. Eso y que todos tienen sus móviles encima de la mesa.