Tremendo y terrorífico documental que narra la enorme estafa que es la cienciología, y que en el fondo deja una sensación agridulce ante la situación de necesidad espiritual y seguridad que gran parte de la población americana precisa. En un país donde no existe la hegemonía de un catolicismo incrustado hasta la médula desde hace dos milenios, la realidad religiosa es distinta, ni mejor ni peor. Y en ese abanico de posibilidades religiosas ante las que la gente se apunta como clubs sociales, la cienciología despunta con algo en principio atractivo. Utilizando técnicas de atención psicológica, y conceptos primarios como la catarsis individual, esta secta atrapa a sus adeptos ofreciendo un sucedáneo de bienestar pero sobre todo la seguridad que da la sensación de pertenencia a un grupo atractivo, organizado y hermanado.
En el fondo una dictadura totalitaria en pequeño, lo que dice poco de la capacidad de los seres humanos para la sugestión política, el análisis y la necesidad de que haya quien piense y decida por ti. La ausencia de voluntad da miedito, pero lo que aterra de verdad es la voluntaria aceptación de esa cuestión. Viendo la primera parte, la que concierne a su fundador, Hubbard resulta fascinante ver como crea una serie de conceptos tomados de la sociología, psiquiatría y filosofía para entremezclarlos con ideas loquísimas de la ciencia ficción más chapucera. Da que pensar el que si en vez de orientarse hacia la manipulación religiosa, lo hubiese hecho hacia la política, en un contexto con un tejido social y político adecuado estaríamos hablando del nazismo; una religión de estado amparada en la paraciencia, el ocultismo y la creación de un pasado mítico sustentado por leyendas.
De hecho esta primera parte resulta hasta "simpática", habida cuenta de lo disparatado de la propuesta y el ver como va creando una serie de ideas destinadas a sustentar un sistema de creencias. El problema es la segunda parte donde asistimos al triunfo de estas ideas como religión, porque oficialmente lo es; amparada ya en un poder económico que la hace casi inexpugnable. Y eso si que da miedo, el giro hacia el totalitarismo es total. La recreación de técnicas de control mental, abusos, coacción, estética militar (las convenciones son desfiles soviéticos o coreanos en miniatura) la convierten en algo a tener en cuenta.
Y entre medias gente como Travolta que aparece como un desdichado, que repite un mantra sin que parezca creer en él en absoluto, y al que parecen dirigir como un pelele. Pero sobre todo Tom Cruise, al que a la larga si este enorme engaño se desinfla puede resultar muy mal parado, ya que él sí parece aprovechar de la situación, conocer la cuestión y sacar partido. Y francamente su figura pública junto a ellos es poco menos que lamentable. Veremos el recorrido que tiene el documental y si consigue hacer que la gente se replantee cuestiones y empiece a ponerse en contra.
Lo que si crece aún más gracias a la comprensión de sus modos operandi es la peli de PTA, The Master. Todo está ahí pero de una forma sutilísima; uno se da cuenta de la genialidad de Anderson al tratar todos los aspectos de la secta/la causa sin revelar las cartas y sin mencionar nada susceptible de resultar problemático. Incluso en el primer encuentro terapeutico (auditoría) entre Seymour-Hoffman y Phoenix, el aparatito (e-meter) para medir el estado espiritual se encuentra en segundo plano: lo dicho pura genialidad.
Otra joya que tiene que ver con el hecho de la cienciología como religión, es el capítulo de Los Simpson que los retratan en clave de guasa y donde se menciona la ventaja fiscal que representa el ser declarado religión, lo que lleva al señor Burns a tratar de convertirse en una deidad babilónica. Las similitudes entre el Líder y Hubbard son palpables...
