Haneke

Respuesta: Haneke

Haneke rechaza rodar con Brad Pitt porque el cine de EEUU 'no encaja' con él.

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El director austríaco Michael Haneke, ganador de un Oscar en 2013 por su película "Amour" desveló hoy que ha rechazado rodar con el actor Brad Pitt porque las películas estadounidenses de masas "no encajan" con él.

En una entrevista radiofónica, el prestigioso realizador explicó que hace un par de semanas rechazó una oferta de la productora de Pitt para rodar una película con el actor de protagonista.

"Las películas 'maistream' estadounidenses son un tipo de cine de respuestas. Uno sale y el mundo tiene que estar en orden, y conmigo eso nunca ocurre", explicó en una charla con la ORF, la radio pública austríaca.

Haneke, que cuenta entre sus premios con dos Palmas de Oro del Festival de Cannes, añadió que no le gusta trabajar con guiones de otros.

"Yo no soy un director, soy un autor. Si hubiera sido una historia que se correspondía con mi universo de alguna forma, ¿por qué no?", declaró.

"No tengo nada contra él, pero yo escojo a los actores para los papeles", recordó Haneke, que cuestionó también que sea un privilegio rodar con una estrella como Pitt.
 
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Ni cinco segundos han tardado los talibanes cinéfilos a recordarnos que, desde que es popular, Haneke es peor que Uwe Boll... :cafe
 
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Jodó, ya se están cagando en él? Desde que sectores?
 
Respuesta: Haneke

Ni cinco segundos han tardado los talibanes cinéfilos a recordarnos que, desde que es popular, Haneke es peor que Uwe Boll... :cafe




esa postura , que de manera triste se repite secuencialmente en numerosos ámbitos, esconde un complejo de inferioridad acojonante.


en el fondo es querer sentirte especial al pertenecer a una minoría... y romperse la ilusión al revelarse mayoritaria.
 
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A ver si con un poco de suerte entrega el premio Urdangarín y ya la tenemos montada del todo.
 
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Que se lo entregue Felipe, y así a lo mejor apalabran el biopic del rey:

Sería un incómodo e interminable plano fijo de su majestad en el suelo, incapaz de levantarse después de haberse tropezado. Pasarían junto a él innumerables miembros de la familia real y del séquito, pero nadie atiende a sus súplicas. Aparece Sofía, que le mira desde arriba, "Sofía, ayúdame!", le dice. Y ella le responde impasible "tú... eres un monstruo". Y sin cambiar el gesto... se va, mientras el rey comienza a lloriquear angustiosamente.

Al final aparecen por ahí Froilán y Victoria Federica. Froilán dice "¡Eh, Victoria, vamos a jugar con el abuelo!" y ambos comienzan a darle patadas. El crío mira a cámara y el guiña un ojo al espectador. Fundido a negro. Fin.
 
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No, porque la película que hizo más popular a Malick sí les gustó (y la última tiene sus defensores), y desde luego, cuando se habla de Malick, no montan el gallinero que han montado en Twitter, a ver quien negaba tres veces con más convicción.
 
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Me gusta más Haneke que Vasilievna Mironova
 
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¿Porque este sujeto ha ganado y no Wherzog?
 
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CACHÉ (2005)

Obra rematadamente cáustica en la que el Saruman gabacho saca esqueletos del armario para tirárselos encima a la burguesía francesa, el pecado original arrastrado por varias generaciones, una base endeble para una fachada de normalidad que se desmorona al descubrir que las consecuencias no están precisamente lejos (no sólo el pasado del marido, también la infidelidad de la mujer)... con forma de thriller urbano de realización casi matemática (¿mesentiende?) y un estupendo Auteuil.

Esto aparte, me interesa más cómo Haneke usa la excusa de thriller para su discurso meta; la rutina pasa a ser inquietante si NOSOTROS no somos los únicos observadores, la manipulación sobre los "vídeos" de cada uno para manipular las consecuencias (las cintas anónimas, el acto del argelino, Auteuil editando su programa), Haneke como acosador no revelado (la escena en casa del argelino en el mismo plano que la grabación). El dire plantea su juego literalmente desde el primer plano hasta el último, y el cabrón es tan retorcido que hasta dedica el último a dar solución al misterio O a decir que nunca importó una mierda... dependiendo de cómo interprete ese último plano el espectador.
 
Si queríais ver el montaje de Mozart de Haneke que se estrenó en Madrid y no pudisteis, esta noche lo pone La 2 a las 23:00.
 
71 fragmentos de una cronología del azar ( 1994 )


Haneke ensaya una estructura narrativa partida en secuencias aisladas ( que no tienen nada de azarosas ) que luego repetiría en la mas opaca Código desconocido, para presentarnos un fresco histórico actual sobre la Europa del falso bienestar social e individual

ya desde el primer momento, el austriaco no se anda con chiquitas: planos de informativos granulados en calidad televisiva, presentes tanto en la narración directa como en la diegética de sus personajes, bien como telón de fondo o como despositarios de las miserias y debilidades.

Haneke castiga y obliga a tomar partido: el primer informativo nos habla de diversos conflictos, sobre todo el checheno-ruso, y cuando parece que va a concretar el ansia que generan sus imágenes previas en la violencia explícita ( un soldado portando una metralleta a punto de levantarla ) corta inmediatamente a la primera secuencia de ficción: una bellísima panoramica nocturna en un lago de donde sale un niño rumano que huye hacia Austria a bordo de un camión. Estamos avisados, cada anhelo de violencia será interrumpido, y a cambio, seremos asaltados cuando menos lo esperamos por brotes subitos de violencia, esta si, real como la vida misma


ejemplos? Una bofetada de un marido alcohólico a su esposa, dilatada en la reacción de ella, sumisa y avergonzada. La psicológica que atenaza a un estudiante que juega al ping-pong bajo un terrible entrenamiento. La vital que impide a una niña adoptada mostrar algun tipo de empatía con sus padres, hasta el punto de retirar el abrazo en medio del disfrute de un show zoológico...

pero ante todo queda el poso de asistir a una exposición rigurosa, honesta e inevitable del sustrato de todos los males de una sociedad enferma: exorcizar el mal en algo ajeno, bien sea un informativo, un conflicto extranjero o la desatención a un ser querido. Confiar en que todo lo que vemos en imagenes es verdadero. Asistir a la deshumanización de la cotidianidad como un testigo mudo...


en el tramo final, Haneke dirige con la misma determinación y exactitud de ese juego de puzzles de cruces que parece diseñado por un ente sobrehumano, así de terrible y certero es su análisis. No hay sorpresas ( se nos anticipa en los créditos de inicio la resolución de la trama ) y aún con todo asistimos estupefactos a la explosión que se lleva por delante unas vidas que en cierto modo ya estaban condenadas. En ese sentido destacan dos momentos : el inmigrante rumano , ahora adoptado por la pareja que han visto en él ( por TV! ) todo lo que la niña Annie no les dio , permanece en el coche esperando a su nueva madre, aislado en una burbuja burguesa como es el coche, a salvo del frío y desconociendo su destino.

Otra, justo antes del climax, vemos otro de los informativos recurrentes; después, Haneke nos repite el mismo, dilatandolo aun mas en la noticia de la acusación de Michael Jackson de abuso de menores. Es imposible visionarlas del mismo modo antes y despues , ya somos otros espectadores, hemos sido conscientes de la manipulación implícita que conlleva una manera de contar las cosas de otra . Que sea precisamente un personaje tan popular como Jacko el elegido para terminar el film no parece ser casual: nada es tan simple como nos lo presentan los medios, parece decirnos el director austriaco. Quizá no estamos tan alejados del rey del pop como víctimas ignorantes , aunque en un sentido muy diferente.
 
La cinta blanca

Hasta el momento, Haneke había sido un maestro a la hora de destapar la violencia invisible, la que está presente en los dramas aparentemente triviales de la vida cotidiana. En ésta, su película más ambiciosa con diferencia, abandona el marco actual (familia, medios de comunicación...) y se convierte en profesor de historia, traspasando obsesiones a un contexto muy marcado, el de un pueblo alemán cualquiera en vísperas de la primera gran tragedia del siglo XX. ¿Sale bien parado? La idea que pretende demostrar parece un tanto simplista; Hitler hizo lo que hizo porque, tachán, su padre le prohibió hacerse pajas. Al menos, ésta es una de las posibilidades, uno de los hilos que vienen a formar la ominosa telaraña que es “La cinta blanca”. Una propuesta cargada tal vez de una mayor sutileza y de un impacto menos evidente que otras del austríaco, pero con un trasfondo tan jodido como de costumbre. No tan terrorífica (al menos en el revisionado), permite momentos de respiración y de humanidad en medio de una atmósfera envenenada; la tierna relación entre el maestro y la novia, las inocentes preguntas del niño sobre la muerte, el regalo del pajarillo...

Como juguete visual, una bomba de relojería; lo de bomba, por el contenido siempre incómodo y provocador, de relojería, por la habilidad con la que se maneja un argumento dilatado, con muchas historias y muchos personajes, conectados directa o indirectamente entre sí, y sin que se vaya de las manos. Thriller costumbrista, lleno de puntos deliberadamente poco claros y donde nos falta la pieza final... no hay que olvidar que es un relato difuso, sin importancia, de un viejo. Y abierto a distintas teorías (no sólo la de los niños, sino la que involucra también a la comadrona y al médico). Las peores miserias del pueblo son expuestas sin reparos; la incomunicación entre el barón y señora, la pasividad resignada del campesino, la represión religiosa del pastor hacia los hijos, la absoluta falta de empatía del médico... y así, en general, la rigidez de unos usos y costumbres que comienzan ya desde la pedida de mano, una primera prueba para los dos únicos inocentes del drama. Acabamos por conocer bien a unos adultos anónimos, no podemos decir lo mismo de los más pequeños. En cuanto a encuadres, fotografía, poco que decir, una obra de arte en sí misma.

El cine de Haneke suele ser un asunto más racional que emocional, de ahí el afán por darle vueltas a una tesis central, por distanciar al espectador de lo que ve, por la artificialidad aparente de unos caracteres que funcionan como piezas de dominó. Como tal, se toma o se deja. En el caso que nos ocupa, estamos ante un título que hace gala de un rigor extremo, y a la vez, de una madurez artística envidiable.
 
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