He decidido salir del armario. Con Miguelitos.

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Aunque Edward sobreviviera a la guerra con los Vulturis, seguiríais separados. Incluso con su líder derrotado y Edward nombrado rey, y aunque todas tus esperanzas se hicieran realidad, te quedaría el amargor de la más vasta inmortalidad. Bien a espada, sangre o por la obligación de vagar por las tinieblas purgando por todo aquello que se saltó para amarte, y que algún día se le cobrará, Él, mi querida Bella, se tendrá que marchar...

….y no habrá consuelo para ti. Él encontrara la muerte final, una imagen de esplendor para los reyes de los neófitos, la gloria intacta a pesar de desmoronarse el mundo. Pero tú, mi hija, Isabella Marie Swan, tú te consumirás en la oscuridad y en la duda, como un anochecer de invierno que llega sin estrellas. Aquí morarás, sumida en tu pesar, vagarás entre la soledad más implacable, la más abyecta de las tiranías, y bajo la grandeza de tu fortaleza venida a menos y de los tristes paseos por el camino de los mortecinos árboles, tendrás que seguir hasta que el mundo cambie de Reina y saldes la cuenta de tus largos siglos de vida. Ya nada queda aquí para ti, hija mía.
 
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