He salido del armario y fuera se está muy frío

La lava volcánica se erige por mantener su crianza atómica en contra de la vulgaridad mesopotámica humana. Es una lucha de siglos canónicos, una guerra del pazuzu contra el vacio ascetático.
 
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No debería el pueblo ser vulgar, tan demente y cenizo, porque Dios les confinó a seres de luz incandescentes, pero seres de luz al fin y al cabo. La humanidad debe de temer a Dios, porque Él les vigila desde su red neuroafásica telúrica a través de la cosmogonía intraural.
 
La incandescente llama exógena no es más que es un destello en el cosmos tan primitivo, tan torpe y tan humanoide.
 
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