Respuesta: IMMORTALS. Tarsem Singh recorre la mitología griega
Vista hoy en blu-ray.
No esperaba absolutamente nada positivo de esta película (tampoco conocía las obras previas de este director); pensaba, más bien, que era una de tantas producciones insulsas que intentan subirse al carro del éxito de 300 y similares. Por eso me ha sorprendido mucho descubrir un trabajo formalmente muy interesante y con cierta personalidad. Lo peor es, sin duda, un texto anémico, que poco (o nada) tiene que ver con el Teseo mitológico; que podría valer perfectamente para una película de Van Damme; y que, aún así, el director maneja con pericia para capturar la esencia de la leyenda de este personaje en concreto: el proceso mediante el cual el mito se convierte en un cuento popular que se transmite de generación en generación. Y además, lo enriquece iluminando sus aspectos más destacados: los que, supongo, habrán hecho arrugar la nariz a más de uno, ya que constituyen un discurso de tintes claramente conservadores (a veces similares, a veces radicalmente diferentes a los de 300), donde dos parias campesinos humillados, traumatizados y vilipendidados se enfrentan a los sinsabores de la vida de forma radicalmente opuesta:
Hyperion es el hijo de nuestra época apolínea presta a fallecer: una suerte de amargado, nihilista y desencantado; un enfermo espiritual, que quiere verse liberado de lo que, en Los Hermanos Karamazov, se denomina: "la carga espantosa de la libre elección"; un resentido e inadaptado; frustrado en sus expectativas vitales y religiosas (pretende que un poder superior se lo dé todo hecho); psicologicamente desarraigado y que, sin un objetivo vital positivo e ilusionante, se lanza a la locura de la revolución y la destrucción para llenar su vacío existencial.
Frente a él está Teseo, que sufre las humillaciones y las cargas de la vida con alegría y optimismo; concentrando su energía juvenil en ayudar a su madre y a sus amigos; sin quejarse del trabajo o de sus pesares (enfrentándose a ellos); intentando superarse; mejorar por medio de un entrenamiento (metáfora vital y espiritual) dirigido por un Dios en la sombra que le guía para beneficio suyo y de sus seres queridos. Y cuando sufre el gran dolor de la pérdida, ese trauma no lo transforma en un monstruo, sino que experimenta una revelación a través de la fe, que dirige su mirada y sus acciones hacia objetivos más elevados; más allá de sí mismo. Su triunfo en la muerte así lo atestigua.
Resulta significativo, también, el retrato que hace la película de los ejércitos en liza: el bien por un lado y el mal por el otro; sin apenas matices. Es muy didáctico y educativo que se vuelva de vez en cuando a historias juveniles de este tipo,...las generalizaciones y simplificacione son injustas, pero necesarias (imprescindibles, incluso) para sobrevivr en un mundo como el nuestro. Y por eso me agrada el retrato de un bando de seres deshumanizados (sin rostro, incluso: totalitarismos) que se enfrenta a seres civilizados esencialmente aglutinadores de valores positivos. Y, a pesar de todo esto, me gusta el retrato de su dirigente como un ser que vuelve a caer (como tantas otras veces a lo largo de la historia) en el error y en los engaños de la retórica. El error de pensar que en nuestra época ya no habrá conflictos bélicos; que todo eso ya está superado; que nuestros posibles enemigos o rivales comparten nuestras mismas ansias de paz, nuestro mismo baremo de lo que es racional o no. Y sobre todo, el error de mostrar debilidad mediante medidas de apaciguamiento. El pensar que se pude razonar con el mal, cediendo a determinadas pretensiones o respondiendo con acciones tibias que tan sólo ponen de manifiesto nuestro temor; algo que es percibido como un síntoma de flaqueza por parte de los depredadores. Tratando de ganar tiempo, se acaba produciendo un mal mayor (a largo plazo) que si se hubiera actuado con contundencia desde el principio; arrancando, con determinación, el problema de raíz. Sucedió en la Roma que pagaba a los godos para que les dejaran en paz; con la respuesta aliada a Hitler y los Sudetes en el 38, etc. No es agradable vivir en un mundo violento como éste; pero la alternativa a no luchar cuando es preciso, convierte lo malo en algo mucho, mucho peor.
Sin duda, esta nueva escabechina hollywoodiense de los mitos griegos (anacronismos incluídos) se ve compensada pues por un realizador que consigue imprimir fuerza e ideas a un proyecto más bien anodino; jugando con una imaginería visual a veces excesiva e incluso algo ridícula (esos dioses, por ejemplo) pero que logra plasmar en imágenes la esencia de ese "algo" que se había perdido por completo en estos pseudo-peplums de corte fantástico actuales: la representación de un universo alternativo creíble y con entidad propia (a pesar de un exceso digital que, sorprendentemente, no sólo no molesta en absoluto, sino que al usarse con inteligencia se convierte en un valor), de una sensación de aventura, de viaje a otra realidad; de recrear, en definitiva, una atmósfera poética y onírica que es el alma viva del género (no es casualidad, creo, que el diseño del arco beba directamente de La Conquista de La Tierra Perdida de Fulci; una obra singular con la que comparte muchas más cosas de las que esperaba -el lirismo fantasmagórico; un cierto caos narrativo; la simpleza clásica de sus personajes-); y lo hace además con una mirada personal, que mezcla barroquismo y austeridad con pasmosa efectividad expresiva. Hay una dimensión operística que trasciende muchas veces de sus imágenes; una lírica como no se ha visto en el género desde hace mucho tiempo, que la eleva muy por encima de sus compañeras de generación (300, Titanes, etc...). El hombre sabe gestionar de manera efectiva esa dicotomía de espacios cerrados de extracción teatral y espectaculares paisajes (ambos desprovistos de cualquier artificio) como apoyo a las pasiones simples pero efectivas de sus protagonistas, reforzando la narración con un gran trabajo de planificación, un remarcado gusto por el la composición y el encuadre (donde se aprecian influencias artísticas de altura y otras pulp -que además combinan asombrosamente bien-) y un gran uso del sonido (y de un score discreto pero efectivo) que ayuda a dotar de consistencia y densidad al conjunto pasando casi desapercibido. Sorprende, también, lo bien integradas que están las naturales concesiones a las tendencias y formas actuales, llevándolas a su terreno: y no sólo en lo referente a lo visual...por ejemplo: la coreografía de la lucha final entre Teseo y Rourke, con el típico hostión en salto hacia delante, e incluso movimientos de artes marciales mixtas y similares que quedan sorprendentemente bien.
Desgraciadamente la dirección de actores es un verdadero quiero y no puedo (de hecho, muchas veces no parecen ni dirigidos), aunque el protagonista no me ha disgustado en absoluto (le sienta como un guante el papel de paladín y me parece que puede hacer un gran Superman) al contrario que la oráculo y sus partenaires, que parecen estar en otra película.
En resumen, una cinta que destaca por recuperar un cierto regusto onírico, etéreo y emocional en este subgénero (otro referente similar aunque antagónico puede ser el paganismo de la serie ochentera de culto: Robin of Sherwood), macerando de manera efectiva lo chabacano y lo pulp con un cierto refinamiento clásico y unas formas visuales que doman los excesos modernos, convirtiéndolos en algo que huele igual de mal, pero sabe mucho mejor.