INGMAR BERGMAN, el post.

Vega

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Veo que no hay post del que fuera uno de los directores icónicos del cine europeo y universal de siglo XX: Ingmar Bergman, estandarte del cine "lento" jajaj, e intelectual y de personajes atormentados y en eterno conflicto. De contenido altamente dramático.

Me he propuesto revisar algunas de sus películas y ver otras muchas que no había visto, e iré escribiendo mis impresiones por aquí, además de poder leer las vuestras.


Escenas de un matrimonio. (1974)


Originalmente concebida como una serie de ocho capítulos en su “etapa moderna”, aquí se exhibió reducida en salas de cine. Me temo que es esta la copia que he podido ver, pese a la larga duración total del filme (casi tres horas).


Las intimidades de un matrimonio a lo largo de los años. Dividida en capítulos, se nos muestra cómo la relación va degenerando de una aparente e inmaculada felicidad amorosa donde todo es perfecto, hasta una mutua aceptación, una vez expuestas a la luz tras largos años de encuentros y desencuentros, las miserias internas.


La película es un devastador análisis de las relaciones de pareja, con un texto lleno de certeras reflexiones sobre el sexo, el amor, o la falta de él, el odio, el cariño, la costumbre, la rutina, la cobardía... hay un momento especialmente lúcido y aterrador, por lo que tiene de espejo en el que muchos espectadores nos podemos ver reflejados, en el que una señora , tras veinte años de matrimonio le confiesa al personaje de Ullman (que tramita divorcios) que en su matrimonio nunca ha habido amor, que no sabe lo que es querer a sus hijos, y que ha llegado un momento en su vida en el que físicamente casi le es imposible sentir estímulo alguno ante nada. Extiende la mano, toca la mesa, y dice “siento la mesa, pero la sensación es pobre, apagada”. Me parece un símbolo perfecto del anquilosamiento emocional, de la vida teledirigida que llevan muchas personas y que desemboca en “vidas de tranquila desesperación” usando palabras de Thoreau. ¿Hay REALMENTE amor en nuestras vidas? Sobre eso, y sobre el egoísmo y la falta de madurez tan común en las relaciones conyugales, inciden las palabras puestas en el personaje de Josephson a propósito de su matrimonio: “Somos niños, nos comportamos como niños consentidos” o “Toda la vida he sido un analfabeto sentimental”.


Todo el metraje se sostiene en los fantásticos actores protagonistas, dos de los fetiches de Bergman:
Liv Ullman y Erland Josephson. Ellos son la película. Casi no hay plano en donde no aparezcan, y sus expresivos rostros se adueñan de la pantalla, y dan profunda dimensión al texto en los numerosos primeros planos que alternan. Visualmente es algo sosa y no contiene esa belleza plástica tan típica de otras obras suyas famosas (como “El séptimo sello”).


Me sorprende mucho el tono tan sumamente civilizado que mantienen los personajes incluso en las discusiones más amargas (salvo en una muy patéticamente humana escena de la película), no sé si propio del carácter nórdico o del particular enfoque que nos presenta Bergman aquí. En ese sentido echo en falta un poco más de emotividad, tanto en la relación entre ellos, como en el tratamiento del director, antojándoseme todo de un aspecto un tanto frío y distante; aún así algunos momentos retratan muy bien la angustia y desesperación de los personajes. Quizá demasiado intelectuales y discursivas las conversaciones del matrimonio, al menos para considerarlas realistas, pero creo eso que es marca de la casa y forma parte del universo Bergman.


Una mirada analítica y profunda sobre las fascinantes relaciones hombre/mujer, y todos los recovecos emocionales que encierran. En el año 2003 retomó a los mismos personajes en Saraband, y rodó en vídeo. La tengo pendiente.

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Persona. (1966)


Bergman concibió el guión de esta película (ubicada en su “periodo de madurez”) mientras estaba convaleciente en el hospital a causa del estrés. Sabiendo esto quedan claras las conexiones personales con el personaje de Liv Ullman.


La película cuenta la historia de una actriz, interpretada por una jovencísima Liv Ullman, que durante una representación teatral pierde el habla, al parecer voluntariamente, y recibe los cuidados de una joven e inexperta enfermera (Bibi Andersson). Durante el proceso se producirá una inquietante “fusión” o más bien “fagocitación” de personalidades.


Se trata de un filme que podríamos calificar de experimental, jalonado con imágenes casi subliminales que crean sensaciones en el espectador, la mayoría de las veces sensación de desasosiego, acrecentada por una música propia del género de terror. El personaje de Liv Ullman guarda un terrible secreto, que surge a la luz en la magistral secuencia en que Andersson se transmuta en su paciente. Se nos muestra la secuencia (una conversación) dos veces, desde los dos puntos de vista de las intervinientes, culminando en la famosa imagen de la cara formada por las dos mitades de las protagonistas. Fantástica también la secuencia posterior al descubrimiento de la traición al ingenuo personaje de Andersson, momento a partir del cual la ingenuidad pasa a convertirse en, para mí, maldad: la secuencia del cristal roto “olvidado” en el suelo. Tras ese momento algo se rompe en la relación y en el personaje de Andersson, que pasa de ser puro e inocente a corromperse hasta tal punto que fagocitará a la actriz que antes se alimentaba de otras personalidades para imitar.


Leo por ahí que la película trata de ser una reflexión del poder de los medios (hay una muy impactante secuencia de Ullman mirando horrorizada un suicidio a lo bonzo por TV) y del cine dentro del cine (la película se abre y cierra con el encendido y apagado de una lámpara de arco de proyector), pero he de reconocer mi limitación al no encontrar en esas imágenes más relación con la historia que el mero hecho de imprimir cierta sensación, un tanto indefinible, en el espectador.


La factura de la película es impecable, y contiene numerosos bellos planos para el recuerdo, como todos los de la secuencia de la onírica visita nocturna de Ullman a Andersson, o todos los que forman parte del “prólogo” de la acción. Muy sugerentes.

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Respuesta: INGMAR BERGMAN, el post.

Poco puedo decir porque apenas he visto un par de Bergman: Saraband, Fanny y Alexander, El séptimo sello... Sin embargo, a lo Ian McDiarmid, seguiremos este hilo con gran interés.

Me he propuesto revisar algunas de sus películas y ver otras muchas que no había visto, e iré escribiendo mis impresiones por aquí, además de poder leer las vuestras.


... y referente a una que acabo de mencionar, Fanny y Alexader, ¿tienes pensado ver la película o la serie, teniendo en cuenta que el film viene a ser una versión recortada de la serie? ¿Alguien ha visto la serie, el montaje del director, que añade unas dos horas de metraje a las ya tres horas y pico de la peli? La versión de cines me encantó, de hecho...
 
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Pues me voy a ver las que tienen en mi videoclub, más el BD de El séptimo sello de Criterion, que ya se está viniendo para casa.

Es decir, que si la pillo será la versión corta de cine, que es la que ya he visto ¿Hay posibilidad de ver la serie? imagino que sí por Internet, pero mi no usa de eso.

(Edito). Y tan poco puedes decir, bribón, que no has dicho nada. Me interesa sobremanera tu opinión de Saraband, ya que tengo fresquita Escenas...
 
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Uno de mis directores de cabecera, aunque siempre que lo digo me tachan de gafapasta. El ejemplo más acabado de la perfecta unión entre filosofía y cine. Me interesa sobre todo su temática existencial y teológica, que supo tratar como nadie. Pero es que, aparte de eso, tienen una factura artística impecable, no hay más que ver El séptimo sello. De todas formas, mi favorita es Los comulgantes, que condensa en poco más de una hora todo un ensayo sobre el agnosticismo, el ateísmo y el silencio de Dios a la altura dle mejor Unamuno. En cuanto a Gritos y susurros, lo pasé tan mal viéndola que no quiero repetir la experiencia. Probablemente el rato más desagradable, duro y desgarrado que he pasado delante de una pantalla.

Ojalá tuviera tiempo para extenderme, porque este hombre da para mucho. También seguiré el post con gran interés.
 
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Vegania, la edición española lleva pelicula + serie.



mi favorita, Vargtimmen, una pesadilla alucinante que se aleja aparentemente del Bergman habitual, entre Vampyr y Lynch... lástima tener su filmografia tan olvidada (y no ser muy fan)
 
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Un clásico del cine, apasionante una vez lo conoces...Pero eso si, recomiendo a los primerizos que vean su cine en orden cronológico, porque hay una evolución bastante considerable. Mi etapa preferida suya es la de los 50 con joyas como "Un Verano con Monika", "El Septimo Sello", "Fresas Salvajes" o "El Manantial de la doncella"...Luego otros títulos suyos esenciales son "El Rostro", "El Silencio", "La Hora del lobo", "Gritos y Susurros", "Escenas de un matrimonio", "Fanny & Alexander" y su despedida (grande) con "Saraband"
 
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Un gigante del cine y del pensamiento occidental. Alguien que utilizó el lenguaje del cine para poder reflexionar sobre, a fin de cuentas lo mismo que todos en mayor o menos medida, el hombre. En este caso volcado sobre sus angustias existenciales: la falta de fe, la angustia existencial, la muerte, las relaciones de pareja.
Además a nivel plástico es un tipo de una enorme sobriedad pero con un sentido de la composición inmenso, así como una fuerza expresiva tremenda.
No he visto todo ni mucho menos pero de lo que he visto me quedo sin duda con la época que cita Upper. Un verano con Monica, Fresas salvajes, El séptimo sello, El manantial de la doncella, Los comulgantes... Y me fascinan como pocas cosas Gritos y susurros, Fanny y Alexander, Historias de un matrimonio y Saraband.

Vegania, aprovecha ahora para ver Saraband. No te arrepentirás.

En cuanto a lo que dice Flynn sobre Gritos y susurros, creo que es la película que he visto en mi vida que más se aproxima al dolor físico. Es axfisiante, y de un nivel de intensidad emocional imposible de repetir. Cuando ves algo así, uno es consciente del poder del cine, su fuerza y su capacidad para cautivar.
 
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¿No era Ingrid? :cuniao

Este señor sueco es uno de los mejores y más personales directores de la historia del cine; sus formas son únicas, a veces increiblemente rompedoras y a años luz de su época, y a nivel temático tuvo la osadía de analizar al ser humano en todas sus vertientes, desde la superficie de las relaciones sociales hasta lo más profundo e inaccesible de la psique.

Comento por orden cronológico lo que he visto de él:

Un verano con Monika

Dos adolescentes se enamoran apasionadamente y se escapan de sus vidas tristes y rutinarias; durante un tiempo viven en un sueño dorado de despreocupación y erotismo, hasta que la realidad vuelve de nuevo a sus vidas... Una película inusitadamente tierna sobre los anhelos juveniles y tristemente realista sobre las miserias de la realidad adulta.

Sonrisas de una noche de verano

Comedia ácida de enredos amorosos, llena de infidelidades, romanticismo y mala baba acerca de la vida de pareja y el matrimonio en general, ambientada en un mundo burgués y despreocupado. Parece una de Woody Allen, pero rodada hace 60 años.

Fresas salvajes

Magistral reflexión acerca de la existencia, que gira en torno a la figura de un viejo profesor que recuerda su vida en un viaje con la mujer de su hijo, y se enfrenta al vacío de la muerte inminente sin ver ninguna de sus espectativas de juventud satisfechas. Formidable en todos los sentidos, desde las agudas interpretaciones hasta la desopilante dirección llena de recursos visuales sorprendentes.

El séptimo sello

Un caballero vuelve de las cruzadas y se topa con una Europa asolada por la peste; la mismísima muerte viene a por él, pero le pide una tregua mientras en forma de partida de ajedrez, hasta que encuentre a Dios. Insuperable retrato de la Edad Media y la búsqueda religiosa, que retrata todas las miserias del fanatismo y la inutilidad de intentar arrojar una visión razonada sobre las creencias. La fotografía y la puesta en escena son de órdago.

El rostro

Una extraña sátira sobre la credulidad y el poder de la ficción, sobre la verdad y lo que parece verdad; irregular pero interesante, con una magnética interpretación de Max Von Sydow y una gran puesta en escena.

El manantial de la doncella

Bergman narra en unas imágenes hermosísimas un cuento medieval sueco con milagro incluído, en uno de sus escasos films optimistas acerca de las creencias religiosas y su capacidad para la redención. Una joven bondadosa y virgen es violada y asesinada por tres pastores. Pecado, culpa, pureza, expiación, todas las obsesiones de Bergman en su apogeo en una película de una inconcebilbe belleza visual.

Como en un espejo

Karin, una jóven afectada de una enfermedad mental vuelve con sus familiares tras su estancia en una institución psiquiátrica; Karin vive en un mundo de voces que solo ella oye y personas que solo ella ve, inlcuido Dios, que vive tras las pared de su buhardilla; aunque cuando Dios se le aparece, es una repugnante y enorme araña. Vacío, desestructuración familiar, fe, nihilismo... Una de las obras clave de Bergman.

Los comulgantes

Una de las películas más ascéticas del Bergman de esta época, acerca de la vida cotidiana de unos cuantos personajes en una pequeña comunidad de profundos valores religiosos; un pastor con problemas de fe, una maestra enamorada del hombre bajo la sotana, un lugareño suicida, sin futuro ni redención... Densa y reconcentrada, no tan espectacular en lo visual pero llena de pequeños detalles maestros.

Esas mujeres

Primera película en color de Bergman, una comedia satírica sobre un artista de renombre (que en el fondo es él mismo) y todos los personajes que lo rodean, sus adoradores, sus detractores y las mujeres de su vida, rodada con gusto y mala baba pero de forma irregular.

Persona

Persona, en griego, era el nombre que definía a las máscaras que se ponían los actores para encarnar un personaje; Bergman parte de esta premisa para analizar lo que hay delante y detrás de la máscara, intentando alcanzar niveles que solo pueden ser expresados con imágenes intraducibles. Magistral, hipnótica, fascinante, desasosegadora, con reflexiones sobre el poder de la imágen y los propios recursos del cine y su capacidad para retratar el interior del alma humana y sus más recónditos anhelos.

La hora del lobo

El cine de terror según Bergman, una de mis favoritas... la hora del lobo es aquella de la noche profunda en que las pesadillas, los fantasmas y los demonios campan a su antojo. Un pintor en crisis se retira a una isla desierta con su mujer, pero paulatinamente empieza a recibir desasosegants visitas de extraños personajes que parecen salidos de su propia mente. Visualmente arrebatadora, con una fotografía tenebrista, y con momentos de verdadero horror.

La vergüenza

Un misterioso conflicto bélico se desata en el mundo entero y Bergman analiza el comportamiento humano frente a la guerra a través de una pareja en perpetua huida. Fascinante.

Gritos y susurros


Dos hermanas cuidan de una tercera, gravemente enferma, en un entorno social opresivo y lleno de formalismos que les obliga a reprimir sus verdaderos sentimientos entre ellas y hacia si misma; formidable retrato femenino sobre la pasión, el sexo, la muerte y la compasión, con una enorme fotografía en color.

Escenas de un matrimonio

Solo he visto la versión de largometraje; se trata de un agudo y nada complaciente retrato de las miserias de un matrimonio en crisis, con el habitual caracter incisivo y pesimista del sueco a la hora de retratar estos temas.

La flauta mágica

Un curioso experimento de teatro filmado adaptando la obra de Mozart (¡en sueco!) beneficiado por un gran trabajo de iluminación y fotografía; Bergman se las apaña para incluir algunos de sus temas recurrentes en esta ópera llena de connotaciones esotéricas.

De la vida de las marionetas

Historia de un psicokiller, versión Bergman, rodada en su exilio alemán tras sus problemas legales por evasión de impuestos en su país natal. Por supuesto, Bergman no se explaya en la gratuidad del crimen sino en las motivaciones del protagonista, atrapado en un matrimonio frustrante muy similar al de Escenas de un matrimonio.

Fanny y Alexander

Superproducción bergmaniana ambientada en la Suecia de principios de siglo; la película se centra en la vida de una familia burguesa (muy parecida a la del propio Bergman), en particular en los dos niños que dan nombre a la película. Los dos infantes descubrirán las tiranteces y miserias del mundo de los adultos a través de una visión que mezcla fantasía y realidad. Fascinante y por momentos, desconcertante, con una puesta en escena prodigiosa.

Saraband

Escenas de un matrimonio, 30 años después... Los protagonistas de aquella historia se vuelven a encontrar en una tensa reunión familiar en la que las viejas rencillas afloran de nuevo, a pesar de la distancia y el tiempo. No es de sus mejores obras, pero si muy estimable y testamentaria acerca de su visión de la vida.
 
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Un verano con Monika

Dos adolescentes se enamoran apasionadamente y se escapan de sus vidas tristes y rutinarias; durante un tiempo viven en un sueño dorado de despreocupación y erotismo, hasta que la realidad vuelve de nuevo a sus vidas... Una película inusitadamente tierna sobre los anhelos juveniles y tristemente realista sobre las miserias de la realidad adulta.

La primera noticia que tengo de ella. En cuanto pueda me la agencio. Qué ganas de un ciclo de Bergman. También me falta por ver EL SILENCIO (Persona me pareció demasiado vanguardista, pero es fallo mío, que soy un carroza :cuniao) y Fanny y Alexander.
 
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Esto, entre Bergmans prefiero muy mucho a Ingrid, im sorry.

Sobre Ingmar, le reconozco su maestria y su genio y su magistral carrera, pero ni su cine ni su forma de plasmarlo ni sus historias me interesan ni me llegan salvo alguna que otra excepcion. Eso si, magistral director de actores ya que el mismo fue actor teatral antes que director cinematografico.
 
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Un verano con Monika

Dos adolescentes se enamoran apasionadamente y se escapan de sus vidas tristes y rutinarias; durante un tiempo viven en un sueño dorado de despreocupación y erotismo, hasta que la realidad vuelve de nuevo a sus vidas... Una película inusitadamente tierna sobre los anhelos juveniles y tristemente realista sobre las miserias de la realidad adulta.

La primera noticia que tengo de ella. En cuanto pueda me la agencio.
Una excelente introducción al universo de Bergman, además de ser una de las películas más alegres (desde su punto de vista) y asequibles del director sueco.

En este film Bergman se centra en el paso de la juventud, con sus ilusiones y fantasías, al mundo de los adultos y las responsabilidades que éste acarrea. La rebeldía propia de la edad mueve a los dos protagonistas a alejarse de la sociedad y buscar un lugar sin normas ni ataduras; la época del año, el verano del título, contribuye a la esperanza en una vida que puede ser distinta. Por desgracia, al igual que pasan las estaciones, el embarazo de Mónica les vuelve a llevar a Estocolmo, a un matrimonio relámpago y a una realidad bien tangible en forma de obligaciones ineludibles. El chico intenta adaptarse a la nueva situación; pero Mónica no ha nacido para esa vida, y huye.

Harriet Andersson es la protagonista absoluta del espectáculo, con la mezcla de inocencia, sensualidad, egoísmo y crueldad capaz de amargar la vida a cualquier infeliz que se cruce en su camino. A caballo entre la línea que divide el cine de la vida real (se lió con su director, que con 35 años ya andaba por su tercer matrimonio), hay una escena, casi al final, que define el personaje: en un momento dado, su rostro se vuelve lentamente hacia la cámara y la mira desafiante durante medio minuto interminable. Parece decir: yo soy así; te voy a hacer sufrir como no puedes ni imaginar, pero tampoco conseguirás ser tan feliz como conmigo. La tentación pura y dura, con su precio y su recompensa.

La dirección de Bergman es de una destreza apabullante (ya había rodado más de una decena de films), con un ritmo pausado que se recrea tanto en los planos de la ciudad que amaba, Estocolmo, como en los parajes naturales de las islas suecas. La fotografía de Gunnar Fischer, excelente, a la altura de la que luego conseguiría con El séptimo sello y Fresas salvajes.

La película tuvo problemas con la censura sueca y fue retirada en partes de Estados Unidos por obscena. Demuestra, por tanto, el inmenso cambio que ha sufrido en medio siglo la sociedad en su conjunto: hoy la podrían ver los niños de 12 años sin el menor problema.

Muy recomendable.
 
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Es decir, que si la pillo será la versión corta de cine, que es la que ya he visto ¿Hay posibilidad de ver la serie? imagino que sí por Internet, pero mi no usa de eso.

Las dos versiones las tienes editadas en dvd en España:

Fanny y Alexander Ed. Cines 1 Disco, extras de saldo (fichas y ya)

Fanny y Alexander Ed. Coleccionista 4 Discos en digipack chachiguay, incluye la Ed. Cines + Serie de TV + documental de hora y tres cuartos
 
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Si me dijeran la bobada ésa de que me quedara con un solo director, no lo dudaría. Con éste.
 
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Muy interesante texto y muy de acuerdo con él.

anónimo, cojonudo tu texto. Has hecho que me entren unas ganas enormes de ver Un verano con Monika.

Me apunto la serie de Fanny y Alexander para futura compra, y hoy tengo preparada la proyección de Saraband. Ganazas.
 
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Saraband (2003)


zarabanda.
(De or. inc.).
1. f. Danza lenta, solemne, de ritmo ternario, que, desde mediados del siglo XVII, forma parte de las sonatas.


Hay veces que se da la maravillosa casualidad de acceder a una obra artística determinada en las condiciones emocionales idóneas para que se dé la perfecta comunión con el autor y lo que éste quiere expresar. Esa ha sido mi experiencia con esta fantástica última obra maestra de Bergman.


Marianne, el personaje de Liv Ullman, habla a cámara y explica su situación laboral (sigue tramitando divorcios) y la de sus dos hijas (una con una enfermedad degenerativa), nos cuenta que su primer marido, Johan (Erland Josephson), heredó una fortuna, que vive en una casita en el bosque, y que no lo ve desde hace treinta y tantos años. Ha pensado en hacerle una visita. Comienza con este prólogo la película, dividida en diez capítulos con sendos títulos, más un epílogo, en la que asistiremos a un espectacular despliegue de emociones, muchas de ellas desgarradoras, perfectamente expresadas a través de un sublime texto, una dirección de actores exquisita y una realización maestra, de libro.


Es un film complemento perfecto a Escenas de un matrimonio, porque en esta película no se repite nada de lo que vimos allí. Han pasado treinta y tantos años y el viejo matrimonio ha cambiado, ya no son las mismas personas y parece que las viejas rencillas han quedado atrás. Ahora queda un sincero cariño. Pero las relaciones son un eterno conflicto, y entran en escena Karin y Henrik, nieta e hijo respectivamente de una relación anterior de Johan. La película se centra en las turbias relaciones padre e hija, y de Johan con su hijo, relación esta última que está marcada por un odio y desprecio profundo. Marianne hará de testigo y consejera de las partes implicadas.


Ullman, Josephson y Börje Ahlstelt (habitual de Bergman desde Fanny y Alexander) están soberbios materializando un texto rico en todo tipo de matices emocionales que saben transmitir al espectador perfectamente. La película nos brinda unos cuantos momentos para el recuerdo, como cuando Johan le da la mano a Marianne en el porche, y esta le pregunta “¿haces manitas?”, a lo que él responde: “hace... mucho tiempo que no hago eso”. Dios, en su expresión está todo: el paso del tiempo, la vejez, la añoranza del pasado y el arrepentimiento por los errores. Otro pequeño momento sublime se da en una conversación que mantienen Marianne con Karin, cuando aquella, hablando de su matrimonio con Johan, y de la pena que le da su ex-marido ahora que éste es mayor, se le escapan unas lágrimas, y Karin le pregunta: “¿lloras?”, y ella: “un poco”, “¿por Johan?”, “no, por Marianne y Johan”. Todo en esa sublime escena hace que el sentimiento de pérdida, de lo que pudo ser y no fue, le atraviese a uno como una lanza. La conversación entre el personaje de Ahlstelt y Karin en la que el padre pide perdón a la hija por haberla maltratado, es otro ejemplo de lo que el cine puede ofrecer cuando se juntan un guión perfecto con una interpretación magistral. Los movimientos de cámara y la puesta en escena (cómo encienden las lámparas, las apagan, él se vuelve en la cama), el tempo, son de órdago. La verdad es que todos los capítulos son intensísimos, y contienen una verdad raras veces vista en una pantalla.


La película está rodada en vídeo, pero gracias a la exquisita fotografía apenas deja notar su fea presencia, y la realización funciona como un reloj, con planos generales, medios y primeros planos (¡y sensacionales fuera de campo!) que se acoplan perfectamente al texto, acompasándose como si de una composición musical se tratara. Aunque esté casi íntegramente rodada en plató (salvo unos insertos de paisaje y una escena de Karin corriendo por el bosque) no se nota en absoluto. El motivo es claro cuando se ve el making off, donde se ve a Bergman preocupándose por hasta el más mínimo detalle de atrezzo que aparecerá en cámara, para darle a todo un aspecto real y preciso.


Es una película-testamento a la altura de un autor como Bergman (se me viene a la cabeza otra como Sacrificio de Tarkovsky, con la que comparte actor protagonista). Su visionado me ha afectado profundamente. No es cine de evasión (para Enigmax, jajaj), sino cine de inmersión. Inmersión en las profundidades de uno mismo, en comunión con las del autor. Gracias al Cine por darnos obras como esta.



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Un verano con Monika (1953)

Poco más puedo añadir a lo que dijo anónimo sobre esta película. Se trata de un film agridulce sobre dos descerebrados adolescentes que se enamoran, del verano loco que viven lejos de las ataduras de la sociedad y de cómo, de regreso, la realidad pone las cosas en su sitio.

Da gusto ver una película tan bien dirigida, con unos actores magníficos, sobre todo ella, y con la cámara puesta siempre en el lugar adecuado. Unos encuadres bellísimos de la ciudad y del campo, tempo lento pero fluído, del que surge la narración con toda naturalidad.

Me encanta el sutil y natural erotismo que Bergman consigue sacar de la protagonista, convirtiéndola en toda una peligrosa fruta prohibida. Siempre permanecerá en mi memoria el plano de ella mirando a cámara, estremecedor y lleno de significado (ya sólo por ese momento se justifica la película) así como el final de él mirándose en el espejo y recordando los momentos felices vividos con Mónika.

Magnífica.



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Pues un verano empecé un ciclo Bergman que quedó inconcluso y la última que vi fue "Un verano con Mónica"...yo de esta película destaco sobre todo ( aspectos técnicos aparte ) la reflexión sobre lo efímero de ciertas ilusiones que caen en el olvido ante el golpe de la realidad.

Si mal no recuerdo vi: El septimo Sello ( genial ), Gritos y Susurros, Persona ( sobre la cual espero encontrar el significado de la concatenación de imágenes del principio ), Fresas Salvajes y Sonrisas de una noche de verano.

Algùn día lo retomaré.
 
Respuesta: INGMAR BERGMAN, el post.

Pues Mamba si retomas te recomiendo fervorosamente Los comulgantes, Fanny y Alexander, Historias de un matrimonio y su desenlace, Saraband.
No te arrepentitirás.
 
Respuesta: INGMAR BERGMAN, el post.

Pues un verano empecé un ciclo Bergman que quedó inconcluso y la última que vi fue "Un verano con Mónica"...yo de esta película destaco sobre todo ( aspectos técnicos aparte ) la reflexión sobre lo efímero de ciertas ilusiones que caen en el olvido ante el golpe de la realidad.

Si mal no recuerdo vi: El septimo Sello ( genial ), Gritos y Susurros, Persona ( sobre la cual espero encontrar el significado de la concatenación de imágenes del principio ), Fresas Salvajes y Sonrisas de una noche de verano.

Algùn día lo retomaré.

Totalmente cierto. Algunas personas no estarán de acuerdo, pero yo creo firmemente que las relaciones amorosas son básicamente eso: ilusión que un día termina, invariablemete. En algunos casos esa ilusión se transforma en cariño, amistad, costumbre, convivencia pactada o... nada.

Muy bien reflejado en la película, aunque sea a través de un personaje extremo como Mónica. O quizá no tan extremo...
 
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Estoy con Vegania y Mamba Negra con respecto a la reflexión de "Un verano con Mónica". Casi 60 años que tiene la película, y parece tan moderna...
 
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El séptimo sello (1957)


Quizá la película más famosa de Bergman, generadora de la icónica imagen, mil veces repetida, de la muerte jugando a ajedrez con su víctima. Esa imagen, en palabras del propio director, es la génesis del film, siendo una imagen que él retenía en su memoria tras verla en unos frescos medievales.


Un caballero y su cínico escudero vuelven a su hogar después de las cruzadas, en una Europa arrasada por la peste negra y sumida en un oscuro fervor religioso. La muerte viene a buscar al caballero, pero éste gana tiempo retándola a una partida de ajedrez, alegando tener que llevar a cabo un último y significativo acto, antes de morir.


Aquí Bergman da rienda suelta a sus dudas existenciales y religiosas. Los pilares de la película son la religión y el miedo a la muerte. Bergman, de igual forma que el caballero protagonista, duda de la existencia de Dios, y quizá Él sea la invención de unos humanos temerosos de la muerte y el sufrimiento. La película no da respuestas (la muerte le dice al caballero: “No paras de preguntar, pero aún así no obtienes respuesta alguna”) pero creo que la visión del director está bastante clara. Frente al constrictivo sentimiento religioso nacido del miedo, basado en una intangible fe, contrapone el placer, muy aprehensible, de las relaciones humanas (la “humana santidad”, cita Bergman en una entrevista). El único momento en que vemos al caballero disfrutar de paz es cuando se reúne con la familia de actores; evoca entonces felices momentos vividos junto a su mujer, y es ahí, cuando decide que su acto supremo será sacrificarse por ellos, engañando a la muerte más adelante, para dar tiempo a la familia a escapar de sus garras. Es en las relaciones humanas y en los actos desinteresados que las personas llevan a cabo unas por otras donde se encuentra el verdadero sentimiento místico.


La película está perfectamente ejecutada, profundamente simbólica. A pesar contar con un aire teatral marcado y diálogos y reflexiones demasiado intelectuales para resultar realistas en esos personajes (todo ello tan del gusto de Bergman, por otra parte), asistimos a un par de secuencias muy realmente estremecedoras, y que sólo ellas valen la película, como son la irrupción de la ferviente masa penitente en la representación de los juglares, o los momentos previos a la quema de la pobre chica acusada de brujería; tan cargados de crudo y salvaje medievalismo.


Puedo imaginarme lo revolucionario de una obra como ésta para la audiencia de 1957. Quizá me sobra solamente en este perfecto conjunto la cómica subtrama del juglar, la mujer adúltera y su despechado marido.


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