INGMAR BERGMAN, el post.

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Lo realmente interesante de ese documental es ver que los genios son humanos. En ese sentido, también te recomendaría que leyeras (si no lo has hecho ya) Imágenes, del propio director.
 
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Me lo apunto, vaya que sí. Además veo que también ha escrito Bergman novelas. Lo desconocía.

Una mina.
 
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Lo realmente interesante de ese documental es ver que los genios son humanos. En ese sentido, también te recomendaría que leyeras (si no lo has hecho ya) Imágenes, del propio director.
Completamente de acuerdo.A veces se nos olvida que esos genios que tanto admiramos, son seres humanos de carne y hueso,y eso te hace sentirle mas cercano.
He leido Imágenes si,magnifico.Me asombró su sinceridad tan directa.Tiene varios mas,pero yo aparte del citado anteriormente,he leido Linterna Mágica ,anterior a Imágenes. Y lo recomiendo para quienes no lo hayan leido aún,en él se cuentan anecdotas increibles.
 
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Completamente de acuerdo.A veces se nos olvida que esos genios que tanto admiramos, son seres humanos de carne y hueso,y eso te hace sentirle mas cercano.
He leido Imágenes si,magnifico.Me asombró su sinceridad tan directa.Tiene varios mas,pero yo aparte del citado anteriormente,he leido Linterna Mágica ,anterior a Imágenes. Y lo recomiendo para quienes no lo hayan leido aún,en él se cuentan anecdotas increibles.
¡Recomendación apuntada!
 
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Aparte de las películas de las que estáis hablando os recomiendo que veáis una película menos conocida pero de altísimo interés. Se trata de En presencia de un clown, película realizada para la televisión y que se encuentra entre lo mejor de su producción.

Magnolia, la primera vez que ví Escenas de un matrimonio tampoco me convenció demasiado (era la versión para salas cinematográficas) pero pasados los años y antes de ver Saraband quise volver a verla, por motivos obvios, aprovechando la salida al mercado nacional de la edición completa para televisión y cambié profundamente de opinión. Inténtalo de nuevo.
 
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La larga no la he visto. Me la apunto, sik.
 
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Estos días he visto un par suyas...


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LA HORA DEL LOBO (Vargtimmen, 1968)

Bergman acoplando su obra habitual al terror psicológico, manteniendo algunas de sus constantes (incomunicación de pareja, el arte como aislamiento emocional)... no hace mucho leí a alguien comparándola con El resplandor y está bastante bin traído, con esa pareja (estupendos Sydow y Ullman) en un entorno deshabitado, el marido atraído por ¿espíritus? ¿entes? ¿demonios interiores? que lo van encerrando en su mente...

Narrativamente es bastante críptica, sobre todo ese alucinógeno tramo final (Lynch absoluto), aunque habla del arte en el artista (exorcismo, apuntaban por aquí) y su falsedad, apuntado ya desde los créditos con sonidos del rodaje o la escena con Sydow siendo maquillado de payaso... Aunque me quedo con esa tremnda atmósfera, hipnotiza, con esa foto más o menos quemada (llegando al extremo de viñeta en el flashback del niño) y una puesta en escena medidísima. Fascina del todo.


Y también...


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SONATA DE OTOÑO (Höstsonaten, 1978)

En el fondo, no tan distinta de la anterior como podría parecer, aunque una tire visualmente por el simbolismo y la puesta en escena y otra por la sobridad y el (oigs) calor humano, pero se repite la familia incomunicada, los pecados del pasado que afectan a esa relación, el arte vuelve como perturbador emocional entre seres queridos... y está Liv Ullman (again) batiéndose el cobre en plan duelo actoral con una Ingrid Bergman que cierra su carrera. El combate queda en tablas, porque están las dos fantásticas.

Con trama típica y bien montadita, pianista ricachona que visita a su hija desatendida, hay rencores y temores entre ambas... hasta el estallido emocional nocturno (inquietante la pesadilla) con Bergman luciendo guión y actrices. Y te lo crees todo, comprendes a ambos personajes, comprendes sus acciones y el desenlace te mueve (no diré si para bien o para mal, por no spoilear). ¿El mejor momento? Para mí, esa clase improvisada de piano con Chopin. Poca gente he visto que sepa definir personajes tanto en tan poco.
 
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EL ROSTRO (Ansiktet, 1958)

El Doctor Vogler y su troupe ambulante de buhoneros, brujas y artistas, llegan a una nueva ciudad. Pero algunos altos cargos quieren demostrar, sólo por diversión, que Vogler es un farsante... y le piden una representación mágica especial. Los dos siguientes días serán un conflicto continuo por resolver la idea principal: ¿puede Vogler hacer magia o es un timador?

Volvemos (one more time) a lo de CIENCIA CONTRA FE, con Bergman "cambiando de bando" varias veces gracias a mil giros y personajes que (te) posicionan: el médico racional, el marrullero que huele a fraude, la bruja con pócimas... Al final queda una reflexión bastante cínica sobre el gran poder de manipular a la gente a través de sus creencias (sobrenaturales o racionales). Además la puesta en escena me encanta, mezclando lo teatral con una atmósfera sombría y una buena foto en B/N que recuerda a El manantial de la doncella (de hecho, no pocas cosas aquí me remiten a aquella).

Para el reparto, Bergman recurrió a sus fetiches: aparte de Max von Sydow (muy contenido y un pelín inquietante) están Ingrid Thulin, Bibi Andersson, Gunnar Björnstrand, Erland Josephson... se ve que le gustaba trabajar con gente a la que ya conocía y eso se nota, hay mucha química entre todos ellos y pillan muy bien el punto a sus papeles... me gusta sobre todo Âke Fridell como ese embaucador que no calla ni debajo del agua.

Extraña, sugestiva y muy ambigua, realismo mágico de cuento de hadas medio costumbrista medio siniestro... No es de lo más redondo que he visto de Bergman, pero es realmente buena.
 
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y Thulin tremenda!


a mi es que Bergman no me entra mucho pero es indudable la calidad a todos los niveles del film y como traslada al espectador la duda que plantea a los protagonistas 'racionales' con los paralelismos entre la representación de Vogler y la de Bergman.

y todo ello rodeado en el discurso nordico habitual sobre el tema.

aunque todo aquello de la cantina me aburrió un poco.
 
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yo he visto hace unos días Las fresas Salvajes, me ha gustado bastante pero ha sido el film de Bergman en que más me ha costado entrar debido a su intrincada narrativa de sueños y flashbacks de juventud, me ha gustado toda esa parte del viaje en coche con los jovenes, otra vez dos de ellos representan el contraste ciencia y fe, como siempre el director presenta unas soluciones formales impecables y unos actores en estado de gracia, rebuscando encuentro que las fresas en suecia son un fruto raro y precioso que simbolizarian la primavera, esto es "smultronstället" (el lugar de las fresas) evocaría el paraiso perdido y la felicidad efimera, por cierto, menudo planaco final que se marca el sueco.
 
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¿El mejor momento? Para mí, esa clase improvisada de piano con Chopin. Poca gente he visto que sepa definir personajes tanto en tan poco.

Completamente de acuerdo contigo...

Es una delicia revisionar Sonata de Otoño , aunque solo sea para ver a estas diosas de la interpretación cara a cara. La escena del piano, y las miradas de ambas cada vez que la otra toca el piano, son acojonantes. En una sola escena y sin apenas hablar ( o al menos no hablar mediante la palabras) nos han contado tanto sobre su relación y sobre como son cada una de ellas, que yo aun me sigo asombrando.
No es de sus mejores peliculas, pero las miradas, las actitudes, los silencios... que siempre nos cuentan todo, y las interpretaciones de Liv e Ingrid majestuosas, por eso merece y mucho la pena contemplar esta pelicula una y otra vez.
 
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PERSONA (1966)


Pocas películas he visto donde el papel del director sea tan absoluto. El sueco toma cada plano como si fuese una peli en sí misma y le dedica todo. Claro, lo hace en todas, pero aquí salta y vuelves a cada plano una y otra vez. Inquieta. Y dos actrices, Liv Ullman (aquí se enamoró de ella, dicen) y Bibi Andersson, son títeres que ven perfectamente los hilos.

El cripticismo ya con las imágenes que abren la peli: la ficción de la ilusión y su poder emocional (las bobinas, el esqueleto de cine mudo, el niño acariciando las caras en plano), ¿la identidad encerrada? (la tarántula), las pulsaciones implícitas con ese rabo tieso que se adelanta treinta años a Fincher.

Elisabeth Vogler (el mago de El rostro, ¿casualidad?), actriz en shock voluntario mientras representa Electra... y Alma, la enfermera primeriza encargada de cuidarla. Parece una relación simbiótica, con dos mujeres que se completan entre ellas (una muda, otra habla por los codos; una hastiada, otra falsamente ingenua), pero nada más lejos: la actriz VAMPIRIZA personalidades a través de absorber las vidas y existencias de su nueva compañera (el erótico relato de la playa, o algo hay en el famoso suicidio a lo bonzo). Bergman lo extrema en momentos medio oníricos, esa visita nocturna con Ullman casi sobrenatural, o bebiendo sangre... o el plano de su cara en la oscuridad mientras le brillan los ojos.

Con la catarsis (la carta), el director rompe y quema la pantalla y Andersson empieza a vampirizar a su compañera, con momentos que van difuminando sus existencias (el marido ciego) hasta llegar a la conversación repetida que cierra con el famoso plano de las caras unidas. Porque de dos personalidades incompletas, como hemos visto después otras veces (Inseparables o Magic, por decir dos ejemplos), se explota en una sola, tan inestable y falsa que ¿vuelve a romperse?

Hablo, claro, de lo que yo he interpretado, porque Persona es tan intencionadamente ambigua que probablemente me he quedado en la superficie. Y todo esto (y mucho más) en hora y cuarto de película. Jodío sueco.

¡Menudo culoduro!
 
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Elisabeth Vogler (el mago de El rostro, ¿casualidad?),

"Antes de terminar, quizás sea este el momento de recordar un detalle que a lo largo de su filmografia me ha interesado. Se trata de los nombres de muchos de sus personajes. La cantidad de veces que alguno de sus protagonistas se llama Vogler, es algo digno de mención. Vogler es el ilusionista, el manipulador, el cómico, el que se pone la máscara , el que engaña y el que crea, la libertad, y, habitualmente, se opone a otro apellido clásico de sus personajes, Vergerus, la razón, la seriedad, lo establecido, el escepticismo, la ciencia, la limitación a unos esquemas. Ni que decir que Bergman suele estar del lado de Vogler, ya que es él mismo.

Max von Sydow (Albert Emanuel Vogler). . . Ansiktet (1958)
Ingrid Thulin (Manda Vogler) . . . Ansiktet (1958)
Gunnar Björnstrand (Dr. Vergerus,) . . . Ansiktet (1958)
Gunnar Björnstrand (Mr. Vogler) . . . Persona (1966)
Liv Ullmann (Elisabeth Vogler, The Actress) . . . Persona (1966)
Ingrid Thulin (Veronica Vogler) . . . Vargtimmen (1968)
Erland Josephson (Elis Vergerus) . . . Passion, En (1969)
Bibi Andersson (Eva Vergerus) . . . Passion, En (1969)
Max von Sydow (Andreas Vergerus) . . . Beröringen (1971)
Bibi Andersson (Karin Vergerus) . . . Beröringen (1971)
Heinz Bennent (Hans Vergerus). . . Serpent's Egg, The (1977)
Jan Malmsjö (Bishop Edvard Vergerus) . . . Fanny och Alexander (1982)
Kerstin Tidelius (Henrietta Vergerus) . . . Fanny och Alexander (1982)
Erland Josephson (Henrik Vogler) . . . Efter repetitionen (1984)
Erland Josephson (Osvald Vogler) . . . Larmar och gör sig till (1997)
Gunnel Fred (Emma Vogler) . . . Larmar och gör sig till (1997) "
 
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Quizas ya lo leyerais en su momento, pero tanto si lo hicistes como sino, nunca esta de más leerlo de nuevo. El primer articulo es una entrevista realmente buena, el segundo un articulo que escribió Woody Allen al fallecer Bergman. Por si a alguien le interesa:

 
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Muy buen apunte ése, Fabrizio, y tenía yo la impresión de que había visto apellidos repetidos en varias pelis suyas...

Los dos enlaces están realmente bien, sobre todo porque insisten en el lado más terrenal de alguien con un aura tan espiritual y críptico como Bergman... Incluso en la entrevista se ve a Cruz empezando en plan entrevista profunda para irse transformando casi en una charla de amigos, recomendándose pelis y tal.

Es muy curioso lo que comenta de Secretos de un matrimonio:

No tenía otra cosa que hacer así que empecé a escribir diálogos sobre la convivencia, sobre el matrimonio? Y comenzamos a improvisar. No teníamos equipo ni nada. Lo hicimos en mi casa, que está en una isla. Construimos un establo y filmamos 6 horas de una serie de televisión. No se por qué, pero una vez montado hicimos un pase privado y mi mujer, al verlo, se giró hacia mí con un gesto de dolor y me dijo: "No podemos enseñar esto. Es privado. Tenemos que bajar el tono y dejarlo estar. No sólo por mí sino por tus amigos y sus esposas". Entonces me entró miedo porque sabía que tenía razón.

O lo que comenta sobre su pasión por todo tipo de cine, o por hacer el niño de vez en cuando. Realmente es muy interesante leerle...
 
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Nada de lo que dice Bergman tiene desperdicio, y las anecdotas que cuenta son increibles y contadas de tal manera...que emociona.

Si te resulta interesante leerle, si no has leido Imágenes o Linterna Mágica, hazte con ellos. En Linterna Mágica recuerda que, cuando tenía diez años, le regalaron una linterna mágica, que proyectaba sombras en la pared. Y eso despertó en él una pasión amorosa por el cine. Conmovedor. Y Aqui dejo un fragmento de Imágenes :


De Imágenes (Ingmar Bergman)

Por alguna razón en la que no había pensado antes, siempre he evitado volver a ver mis películas. Las veces en que me he visto obligado a hacerlo o he tenido simple curiosidad, sin excepciones y cualquiera que fuese la película, me he sentido sobreexcitado, con ganas de mear, con ganas de cagar, inquieto, a punto de llorar, enfadado, asustado, desgraciado, nostálgico, sentimental, etcétera. A causa de este tumulto inoportuno he evitado mis películas. He pensado en ellas con benevolencia, también de las malas: hice lo que pude y en esa ocasión fue verdaderamente interesante. ¡Escucha y verás lo interesante que fue precisamente en esa ocasión! Y, así, he viajado un rato por la calle de bastidores vagamente alumbrada que es la memoria.


Ahora iba a ser necesario volver a ver las películas y pensé que ahora es hace mucho tiempo. Ahora ya puedo aceptar el desafío emocional. Algunas obras podía eliminarlas inmediatamente. Ésas las vería Lasse Bergström solo. Es crítico de cine y está curtido, sin llegar a estar encallecido.


Ver cuarenta años de producción durante un año se fue haciendo inesperadamente fatigoso, a veces insoportable. Me di cuenta, firme y brutalmente, de que había concebido la mayoría de las películas en las entrañas del alma, corazón, cerebro, nervios, órganos genitales y sobre todo en las tripas. Un deseo que no tiene nombre alguno las sacó a la luz. Un placer que se puede llamar "la alegría del artesano" las ha materializado en el mundo de los sentidos.


Ahora iba a rendir cuentas de las fuentes y a mostrar las borrosas radiografías de mi alma. Iba a hacerlo por medio de notas, cuadernos de trabajo, recuerdos recuperados, diarios personales y sobre todo con la sensata visión general y la relación objetiva de vivencias medio olvidadas y dolorosas que tiene el setentón.


Tenía que volver a las películas y entrar en sus parajes. Fue un jodido paseo.


Fresas silvestres es un buen ejemplo. Con Fresas silvestres como punto de partida, puedo ejemplificar la perfidia de mi manera de ver de hoy. Lasse Bergström y yo vimos la película una tarde de verano en el cine de mi casa en Farö. Era una hermosa copia y me quedé impresionado del rostro de Victor Sjöström, sus ojos, la boca, la delicada nuca con el fino pelo, la voz vacilante, indagadora. Sí, fue emocionante. Al día siguiente hablamos de la película varias horas, hablé de Victor Sjöström, de nuestras dificultades y fallos, pero también de nuestros momentos de entendimiento y triunfo.


Tengo que advertir que el cuaderno con mis notas de trabajo del guión de Fresas silvestres se ha extraviado. (Nunca he guardado nada, es una especie de superstición. Otros han guardado, yo no.)


Cuando más tarde leímos la transcripción de nuestra conversación grabada, nos dimos cuenta de que no había dicho una palabra sensata sobre el origen de la película. Al intentar recordar el desarrollo del trabajo, éste había desaparecido por completo. Sólo recordaba vagamente que había escrito el guión en el hospital Carolino, donde me habían ingresado para un reconocimiento general y recuperación. Mi amigo Sture Helander era el médico jefe y tuve la posibilidad de asistir a sus conferencias, que trataban de algo tan nuevo y raro como molestias psicosomáticas. La habitación del hospital era pequeña y apenas cabía una mesa de escribir. La ventana daba al norte. Tenía una vista inabarcable.


El año había sido bastante estresante: el verano de 1956 hice El séptimo sello. Luego siguieron puestas en escena en el Teatro Municipal de Malmö: La gata sobre el tejado de zinc caliente, Erick xiv y Peer Gynt, que se estrenó el 8 de marzo de 1957.


Después estuve ingresado en el hospital Carolino casi dos meses. La filmación de Fresas silvestres empezó a principios de julio y terminó el 27 de agosto. Volví inmediatamente a Malmö para poner en escena El misántropo.


El invierno del ’56 sólo lo recuerdo oscuramente. Si me adentro unos pasos en la oscuridad, me duele. Unas páginas de un fragmento de carta surgen de un montón de cartas completamente diferentes. Está escrita en Año Nuevo y evidentemente dirigidas a mi amigo Helander: "...empezamos a ensayar Peer Gynt después de Reyes, si no me sintiese tan mal sería divertido. Toda la compañía está en escena y Max estará magnífico, eso ya se puede constatar. Las mañanas son lo más difícil, nunca me despierto más tarde de las cuatro y media –las tripas se me vuelven de revés. Al mismo tiempo la angustia hace estragos con su soplete. No sé qué clase de angustia es, es indescriptible. Los domingos y los martes (cuando no ensayamos) me siento mejor..."


Etcétera. La carta nunca se envió. Debió parecerme, tal vez, que me quejaba y que las quejas eran inútiles. No tengo mucha paciencia para con mis quejas ni para con las de otros. La abrumadora ventaja y desventaja de ser director es que uno, verdaderamente, no tiene a quién echarle la culpa. Casi todo el mundo tiene algo o alguien a quién echarle la culpa. Los directores, no. Poseen la increíble posibilidad de dar forma a sus realidades o destinos o vidas o como se llamen. Frecuentemente he encontrado consuelo en esta idea, un consuelo áspero y algún enfado.


Tras una reflexión más profunda y adentrarme en el oscuro espacio de Fresas silvestres encuentro, dentro de la solidaridad laboral y el esfuerzo colectivo, un caos negativo de relaciones humanas. La separación de mi tercera esposa aún me dolía violentamente. Fue una experiencia extraña, amar a una persona con la que uno no podía vivir. La placentera y creativa convivencia con Bibi Andersson había empezado a romperse, no recuerdo la razón. Sostenía una amarga lucha con mis padres. Ni quería ni podía hablar con mi padre. Mi madre y yo buscábamos una y otra vez una reconciliación temporal, pero había demasiados cadáveres en los armarios, demasiados malentendidos infectados. Nos esforzábamos, ya que verdaderamente queríamos hacer las paces, pero fracasábamos continuamente.


Imagino que uno de los impulsos más fuertes que yacen bajo la realización de Fresas silvestres estaba justamente ahí. Me retrataba a mí mismo en la figura de mi padre y buscaba explicaciones a las amargas peleas con mi madre. Creía comprender que era un niño no querido, desarrollado en una matriz fría y nacido durante una crisis –física y psíquica. Más tarde el diario de mi madre ha confirmado mi idea: mi madre se sentía violentamente ambivalente ante su miserable hijo moribundo.


En algún encuentro con medios de comunicación he explicado que no llegué a comprender el significado del nombre del protagonista, Isak Borg, hasta más tarde. Como la mayoría de las afirmaciones a medios de comunicación, es una especie de mentira que encaja bien en la serie de fintas más o menos hábiles que constituyen una entrevista. Isak Borg = I.B. = Is ("hielo") y Borg ("castillo"). Era sencillo y facilón. Modelé una figura que exteriormente se parecía a mi padre pero que era enteramente yo. Yo, a los treinta y siete años, aislado de relaciones humanas, relaciones que yo había cortado, autoafirmativo, introvertido, no sólo bastante fracasado sino fracasado de verdad. Aunque exitoso. Y capaz. Y ordenado. Y disciplinado.


Buscaba a mi padre y a mi madre, pero no podía encontrarlos. Por consiguiente, la escena final de Fresas silvestres lleva una fuerte carga de añoranza y anhelo: Sara coge a Isak Borg de la mano y lo lleva a un claro del bosque iluminado por el sol. Desde allí puede ver a sus padres, que están en la otra orilla del estrecho. Le hacen señas con la mano.


A través de la historia fluye un solo tema, mil veces variado: carencias, pobreza, vacío, la falta de perdón. No sé ahora, y no sabía entonces, cómo suplicaba a mis padres a través de Fresas silvestres: "mírenme, entiéndanme y –si es posible– perdónenme".


En Bergman sobre Bergman cuento con bastante detalle un viaje matinal en coche a Uppsala. Cómo tuve el impulso de visitar la casa de mi abuela en Trádgardsgatan. Cómo estuve en la puerta de la cocina y en un momento mágico experimenté la posibilidad de hundirme en mi infancia. Esto es una mentirilla bastante inocente. La circunstancia real es que vivo continuamente en mi infancia, deambulo por los oscuros cuartos, paseo por las silenciosas calles de Upssala, estoy delante de la casa de verano escuchando el inmenso abedul. En realidad vivo continuamente en mi sueño y hago visitas a la realidad.


En Fresas silvestres me muevo sin esfuerzo y con bastante naturalidad entre diferentes planos –tiempo, espacio, sueño-realidad. No puedo recordar si el movimiento en sí me creó algún problema técnico. Un movimiento que más tarde –en Cara a cara... al desnudo– iba a plantearme problemas insuperables. La mayoría de los sueños eran auténticos: el coche fúnebre que vuelve con el ataúd abierto, un examen catastrófico, la esposa que fornica en público (ya está en Noche de circo).


Por lo tanto, el impulso que mueve a Fresas silvestres es un intento desesperado de justificación dirigido a unos padres indiferentes y míticamente exagerados, un intento condenado al fracaso. Mis padres se convirtieron en personas de proporciones normales muchos años después, mi odio infantilmente amargado se diluyó y desapareció. El afecto y la comprensión mutua nos unieron.


Me había olvidado, pues, de las razones de Fresas silvestres. Cuando fui a hablar resultó que no tenía nada que decir. Era enigmático y poco a poco fue haciéndose interesante –por lo menos para mí.


Hoy en día estoy convencido de que el rechazo, el olvido, tienen que ver con Victor Sjöström. Cuando hicimos la película la diferencia de edad era grande. Hoy yo tengo, prácticamente, la que él tenía entonces.


Desde el principio la presencia del artista Sjöström empequeñeció todo lo demás. Él había hecho la película más importante de la historia. La vi por primera vez cuando tenía quince años. Ahora la veo por lo menos una vez cada verano, solo o con personas más jóvenes. Veo claramente cómo El carro de la muerte, hasta en detalles particulares, ha influido en mi vida profesional. Pero eso es harina de otro costal.


Victor Sjöström era un narrador magnífico, divertido y seductor –sobre todo si había una dama joven y guapa presente. Estábamos sentados al pie de la fuente de la historia del cine, tanto del sueco como del norteamericano. Es una pena que no se usasen magnetófonos por aquel entonces.


Todas estas exterioridades son de fácil acceso. Lo que no había comprendido hasta ahora es que Victor Sjöström me había arrebatado mi texto y lo había convertido en algo de su propiedad, había aportado sus experiencias: su propio sufrimiento, misantropía, marginación, brutalidad, tristeza, miedo, aspereza, aburrimiento. Había ocupado mi alma en la forma de mi padre e hizo de todo su propiedad –¡no me quedó ni una miga! Lo hizo con la autoridad y la pasión de la gran personalidad. Yo no tenía nada que añadir, ni un comentario racional o irracional. ¡Fresas silvestres ya no era mi película, era la película de Victor Sjöström!


Probablemente sea significativo el hecho de que cuando escribí el guión no pensé que la interpretase Sjöström en ningún momento. Fue idea del director de Svensk Filmindustri, Carl Anders Dymling. Creo que dudé bastante.


Antes siempre había sido muy rápido para menospreciar La hora del lobo, probablemente porque toca unos aspectos tan reprimidos de mí mismo. Persona tiene una luz intensa, una claridad incesante. La hora del lobo se desarrolla en un mundo de fronteras imprecisas. Además utiliza elementos nuevos para mí –la ironía romántica, el cine de fantasmas–, con los que juega. Todavía me parece divertido cuando el barón sube al techo con toda facilidad y dice: "No se preocupen por esto, es sólo porque estoy celoso." También me hace cierta gracia cuando la vieja se quita la cara y dice: "Así oigo mejor la música." Después coloca el ojo en la copa de jerez.


Durante la cena en el palacio los demonios tienen un aspecto normal, aunque un poco singular. Pasean por el parque, conversan, hacen teatro de marionetas. Todo es bastante pacífico.


Pero viven la vida de los condenados, martirizados por un dolor insoportable, eternamente enredados unos con otros. Se atacan y se comen las almas mutuamente. Durante un corto instante se alivian sus sufrimientos. Es cuando suena La flauta mágica en el pequeño teatro de marionetas. La música les da unos instantes de paz y consuelo.


La cámara pasa por los rostros de todos. El ritmo del texto es un código: Pa-mi-na significa amor. ¿Todavía está vivo el amor? Pamina lebet noch, sí, el amor todavía está vivo. La cámara enfoca a Liv: es una doble declaración de amor. Liv estaba embarazada de Linn. Linn nació el mismo día en que filmábamos la entrada de Tamino en el patio de palacio.


Johan aparece transformado en un extraño ser andrógino y Verónica yace desnuda y supuestamente muerta en una mesa de autopsia. Él la toca en un movimiento infinitamente largo. Ella se despierta y se ríe y empieza a besarlo a mordiscos. A los demonios, que han esperado este instante, les encanta la escena. Se les vislumbra al fondo, están sentados o tumbados en montones, algunos han saltado a la ventana y al techo. Entonces dice Johan: "Se los agradezco, el espejo está roto, pero ¿qué reflejan los trozos?"


No pude dar respuesta. Peter pronuncia exactamente las mismas palabras en De la vida de las marionetas. Cuando en su sueño ha descubierto que su esposa yace asesinada dice: "El espejo está destrozado, pero ¿qué reflejan los trozos?"


Todavía no tengo una buena respuesta.
 
Respuesta: INGMAR BERGMAN, el post.

Dussander está en proceso de indagar y conocer. Bien, buen camino. Un proceso por el que nunca pasarán Atreyub o Dawson..., y ahí está el problema.
 
Respuesta: INGMAR BERGMAN, el post.

Tienes razón en lo de Duss, yo tambien creo que ese es el camino. Y que ojala, muchos fueran asi. Pero precisamente Atreyub y Dawson, aunque hablo mas por el primero ya que le conozco mas, no tienen el mismo concepto de cine que tu. Tu vives de ello, lo conoces a la perfección, sabes lo jodido que es y eso hace que te lo tomes tan en serio. Lo entiendo y lo veo lógico. Pero Atreyub vive el cine de una manera distinta. Pretende por encima de todo disfrutar. Siendo respetuoso siempre con todo el mundo. Y dawson igual. Y eso no significa que vayan por mal camino.

EL problema está en quien no tiene el minimo interes por aprender, pero como tu dijiste un dia, se pone a tu altura a la hora de debatir un tema. Yo creo que es ahí mas bien donde reside el problema.

Un saludo
 
Respuesta: INGMAR BERGMAN, el post.

Dussander está en proceso de indagar y conocer. Bien, buen camino. Un proceso por el que nunca pasarán Atreyub o Dawson..., y ahí está el problema.

¿Y yo que he hecho ahora? :pensativo :juas

Entiendo lo que quieres decir, ojo.

Como bien dice Tuk, yo intento disfrutar todo lo que veo, ahí está todo lo que escribo para corroborarlo. Y nunca me he negado (ni pienso hacerlo) a ningún director. Pero sobre todo disfrutarlo cuando se debe. Si la cosa no vale o no pita... ahí tienes el Ep. I de la saga lucasiana.

Ahora no tengo Imagenio, por causas que no vienen al caso, pero desde que tuve el TCM clásico (que sólo fue un par de meses) me he visto 2-3 de Welles, una de Peckinpah, El Acorazado Potemkin, La soga... y más que me dejo en el tintero. Creo que eso debería valer para demostrar que no me opongo a nada. Y porque no te pongo en listado TODO lo que tengo por ver (dejando a un lado los revisionados) que voy viendo con cuenta gotejas pero lo voy viendo.

Procuro ver una al día pero también es cierto que tengo más cosas que hacer. Ya me gustaría a mi poder estar viendo pelis todo el santo día pero no es menester. Ojalá pudiese trabajar en lo que tú trabajas, no sabes lo que te envidio (sanamente, claro está).

Pero mientras un servidor tenga 2 ojos y un cerebro para asimilarlo... aquí estaré para dejar mi impronta en cada una de las pelis que veo.

Y que ojo, voy a ser sincero como me gusta serlo... hay semanas que estoy perro y ese estado de ánimo tampoco ayuda a ver una peli en condiciones. Prefiero cuando la peli me llama (figurativamente hablando)... entonces le hinco los ojos.

Pero que Dussander es un mákina... desde luego que sí. Oh yeah.
 
Respuesta: INGMAR BERGMAN, el post.

Tomárselo como si fuesen deberes, es lo peor que puede hacerse. Si yo no disfrutase con ésto, no tardaría ni dos segundos en dedicarme a otra cosa. A veces apetece ver una peli y a veces no.

Y por cierto, me gusta leer las aportaciones de Atreyub, porque contagia entusiasmo cuando una peli le gusta.
 
Respuesta: INGMAR BERGMAN, el post.

Tomárselo como si fuesen deberes, es lo peor que puede hacerse. Si yo no disfrutase con ésto, no tardaría ni dos segundos en dedicarme a otra cosa. A veces apetece ver una peli y a veces no.

Es que es lo que me pasa en muchísimos casos. Me viene a la cabeza dos casos.

Tenía en el disco duro del DVD la de El mensajero del miedo. Ahí pillando polvo (simbólicamente pues al no estar en estado físico) porque sabía que era un director bueno pero no me apetecía... hasta que un momento entusiasta me dije: AHORA.

Y no veas lo que la disfruté, madre mía.

Y lo mismo me pasó con la de Cable Hogue. Siempre de lado porque sabía que era un western intimista y que de acción poco (o más bien nada). Pero pillé el momento adecuado y ZAS... se ha convertido en uno de mis westerns favoritos.

Pero a veces no es por cuestión de ganas o no ganas. Es cuestión de tiempo. Simple y llanamente.

Y por cierto, me gusta leer las aportaciones de Atreyub, porque contagia entusiasmo cuando una peli le gusta.

Jeje, lo dices por... ¿el último samurai? :cuniao

Gracias, compay. El interés es recíproco porque eres la parte racional del espectador. ;)

Muchas veces he intentado escribir como muchos de vosotros pero mi parte entusiasta salta sola, es imposible dominarla (pero ojo, no sólo es un plan: me gusta - me disgusta)... procuro darle sentido a lo demás... así que la dejo escribir.
 
Respuesta: INGMAR BERGMAN, el post.

Atreyub disfrutaría mucho con "fanny y alexander", vamos creo yo.
 
Respuesta: INGMAR BERGMAN, el post.

Yo por eso, nunca tengo más de dos o tres películas en el ordenador al mismo tiempo, para que no se me acumulen. Y cuando las he visto, las borro. Es ir reciclando datos...

Muchas veces he intentado escribir como muchos de vosotros pero mi parte entusiasta salta sola, es imposible dominarla (pero ojo, no sólo es un plan: me gusta - me disgusta)... procuro darle sentido a lo demás... así que la dejo escribir.

Es tu manera de hablar sobre las pelis, tan válida como otras. Alguien que hable de ls pelis que le gustan (o de las que no) como quien comenta el precio del pan... pues oiga, casi que no. Además tú intentas mezclar el entusiasmo con la argumentación. Y eso se agradece, créeme.


Este hilo está quedando un poco gay, ¿no? :cuniao


PD: pues no te diría yo que no, Ulisses...
 
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