Vamos con las mías:
-Marlon Brando en Julio Cesar. ¿Porqué pongo Julio Cesar, y no otras como El Último Tango En París o Un Tranvía Llamado Deseo? Pues por la razón que voy a explicar. Veamos, en todas las adaptaciones de Shakespeare, vemos que sí, que recitan muy bien, que hacen grandes actuaciones, que hacen monólogos increíbles, que la entonación y pronunciación es perfecta. Pero la diferencia de la mayoría de ellas con la de Brando, es que a él te lo crees. Te crees que es ese personaje y no estás pensando, "coño, que bien hace marlon brando este papel", sino que te metes en la trama que sucede, cosa que en la mayoría de pelis que adaptan a shakespeare no sucede. Suelta las frases con una naturalidad increíble, que hace que de verdad te creas que un tío puede estar diciendo eso ante una multitud. Es perfección.
-James Stewart en La Ventana Indiscreta. James Stewart era un actor que cuando salía en la pantalla, hacía que la labor de actuar pareciera cosa de llegar al plató, maquillarse, y hablar delante de la cámara. La mayoría de sus trabajos, incluído este, se basan en una espontaneidad y naturalidad tremenda, no sólo en la manera de decir las frases, sino en las miradas y los gestos. Esos gestos de mala leche, de cabreo, de angustia, de curiosidad malsana, los transmite de una forma directa, elegante, y sobretodo, muy cercana. Creo que era otra gran característica suya como actor, que siempre parecía increíblemente cercano. Normalmente, y gracias a su labor, simpatizar con sus personajes es cuestión de milésimas de segundo.
-Marcelo Mastroianni en Una Jornada Particular, de Ettore Scola. "Una Jornada Particular" es una peli que consta de, básicamente, dos personajes, el de la ama de casa sometida, interpretada por una genial Sophia Loren, y el de un homosexual que va a ser deportado, que es el de Mastroianni. Magistral, magistral con todas las letras, porque es una lección de interpretación tan conmovedora, que no puedes evitar que sientas la película con una intensidad poco igualable.
-Deborah Kerr en The Innocents, de Jack Clayton. Los niños están muy bien, pero es la atmósfera y Deborah Kerr quienes hacen de esta peli una genialidad. Y parte de la atmósfera que tiene la película, proviene de Deborah Kerr. Inunda todo, con sus dudas, su creciente miedo, llena la pantalla, las habitaciones, las puertas, la fotografía. Algo parecido con Robert Mitchum en "La Noche Del Cazador", pero en una especie de cruz de la moneda.