Christian Troy
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Soto Ivars, dando asco con su bienquedismo, para variar.
Esto me resulta especialmente repugnante.
Una Europa cristina es una fantasía de la extrema derecha (y además, indeseable dice), pero la sociedad multicultural con la que sueñen los progres como él, esa es una realidad y no tiene nada de arcadia.
Reconstruyendo la decapitación de un profesor francés
La ciudadanía supone una aceptación de los principios rectores de la democracia liberal, entre los cuales está la libertad para blasfemar
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Esto me resulta especialmente repugnante.
Ya no hay marcha atrás. Los musulmanes que viven en Europa no volverán a sus países de origen, muchos han nacido aquí, muchos están integrados y son tan europeos como nosotros. La arcadia de una Europa cristiana con la que sueña la extrema derecha es imposible e indeseable.
Soy un firme defensor de la sociedad multicultural, pero no de esta. Me he criado en Tánger, una ciudad que funcionó muchos años como un crisol de culturas y religiones donde los judíos, los musulmanes y los cristianos convivían sin problemas, como ha explicado muchas veces José Luis Sampedro. Sin embargo, tengo muy claro que una sociedad diversa no se construye sobre el pavor, ni sobre el tabú, sino sobre el respeto de todas las tribus a unos derechos universales. El multiculturalismo ha fracasado en Francia porque no se ha integrado a los inmigrantes en los valores de la República ni en sus beneficios sociales. Los guetos, la marginalidad, la xenofobia y el radicalismo integrista de las mezquitas han destruido la posibilidad de crear una verdadera sociedad diversa donde todos puedan convivir.
Una Europa cristina es una fantasía de la extrema derecha (y además, indeseable dice), pero la sociedad multicultural con la que sueñen los progres como él, esa es una realidad y no tiene nada de arcadia.