Tengo una anécdota de el que merece la pena contar. Cuando era un simple sacerdote en Buenos Aires, iba a un podólogo de su barrio. Desde siempre ha sufrido mucho de los pies.
Ese podólogo, es cliente y muy buen amigo mio. Hace unos años, viendo la televisión con el, salió el papa en un acto, y al verlo andar, dijo
"Este hombre tiene los pies fatal...". Y me dijo:
"Vení, te enseño una cosa". Me llevó a su ordenador, abrió mi programa (vendo un software de análisis de la pisada), y me enseñó el estudio que le había hecho a un tal Jorge Mario Bergoglio. Tenía delante mia los pies del Papa. Le dije:
"Oye, Carlos... ¿por qué no le haces unas plantillas? El estudio, ya lo tienes. Seguramente ni le lleguen, pero... podrás decir que le has hecho unas plantillas al Papa..."
Se quedó pensativo, no dijo nada... pero al día siguiente, se puso a hacer las plantillas personalizadas. Las metió en un sobre, puso algo muy rotodosiano como "Su excelencia el Papa de Roma, El Vaticano", y las envió. Me pareció tierno.
Al cabo de un par de años, volví a Buenos Aires, y me dijo...
"Mirá, Manolito.". Y me enseñó una foto suya con el Papa rodeándole por los hombros con sus brazos. Y una especie de certificado en italiano que no entendí muy bien pero que parecía un agradecimiento y que lo nombraba su podólogo honorario, o algo así.

Por lo visto, un día sonó el teléfono, le dijeron
"Espere un momento, le transfiero una llamada", y acto seguido, un argentino muy famoso le espetó
"Cheeeee, Carlitos, que bueno que te acordaste de miiii...". Era el jodido papa...
Le pagó un vuelo a Roma, lo alojó en el Vaticano tres días, tuvieron tres audiencias privadas, le alquiló un taller para que pudiera hacerle otros juegos de plantillas, le regaló sus sandalias... y lo trató como a un amigo cercano todo ese tiempo. Y de cuando en cuando, le llamaba para contarle como le iba. Pa flipar.
Por aquí tengo aún una copia de la huella del papa, que cosas...
