De repente, el último verano
Melodrama basado en una obra de Tennessee Williams, sumamente polémico en el momento de su estreno por la manera en que aborda unos temas que entonces eran tabú. Desde luego, un alarde de riesgo y de bien fundamentada provocación... Teniendo en cuenta la fama, me esperaba o bien un producto apolillado, o bien una cosa capaz de haber superado la prueba del tiempo. Afortunamente, es más lo segundo que lo primero. Los problemas, de haberlos, los encuentro en otra parte, en la condición de teatro plasmado en imágenes y en el tan evidente como (a veces) molesto andamiaje teatral y literario de la propuesta. Sí, Mankiewicz como siempre une ambos medios de manera eficaz y coherente, dejando lucirse a sus estrellas y cediendo el peso narrativo a los diálogos, pero me cuesta ver al cineasta por encima del ilustrador, con esa ambientación tirando a gótica (sureña), esa atmósfera malsana que desde luego es uno de los principales aciertos del film.
¿El argumento? Brutal, por todas sus implicaciones sociales, por la turbiedad dramática que arrastra. El buen doctor aspira a medrar y se topa con una historia que le hará replanteárselo todo. Los personajes son una gran metáfora de una clase social agonizante; tremendamente clasista y encerrada en sí misma (la madre de Sebastian), obsesionada únicamente con lo material (la tía y el sobrino de Sebastian). Y Sebastian, un muerto viviente, un fantasma (de ahí tanto misterio con él), un personaje que era pura fachada, solitario, atormentado, que nada puede hacer ante un destino inexorable, ante las fuerzas desatadas de la naturaleza. Llegamos pues al famoso y controvertido final, una ida de olla, una locura... y por eso mismo, totalmente consecuente; la supuesta loca (Elizabeth Taylor) es precisamente la que tiene la verdad de su parte, el único ser inocente y sin nada que ocultar en semejante telaraña de mentiras.
Lo único que lamento es conocer de antemano el final, ya que de no hacerlo, la impresión debe ser la de quedarse con el culo torcidísimo. Título alternativo: El turismo es un mal invento.