Si Disney hizo en su momento una jugada maestra al adaptar una atracción con Piratas del Caribe, aquí lo vuelven a intentar evocando también un cine de aventuras muy clásico, inocentón y un punto rancio con esa guerra de sexos, con el ojo puesto en Indiana Jones y en La reina de África.
La cuestión es que de aquello queda un lejano envoltorio y que, como propuesta, no deja de ser la copia de la copia, demasiado sucedáneo que además es deudor de algunas de las peores modas del reciente cine de palomitas. En cualquier caso es un entretenimiento familiar comandado por un Dwayne Johnson que, a estas alturas, es un tipo que se lo ha montado estupendamente y se ha abierto paso en este perfil de productos muy estandarizados, sabedor además de lo que el público actual reclama, o supuestamente reclama; la aventura en pos del elixir de la vida, o lo que sea, obtiene una recompensa aún más importante, pues su personaje queda aquí convertido en miembro de una familia formada por una mujer fuerte y “con pantalones”, por un hombre refinado y claramente gay (insinuado esto con todo el pudor posible e imaginable, lo cual supongo que es todo un logro para esta gente que presume de supuesta “inclusividad” y luego son chorradas)… y no puede faltar un animalito.
Pero lo criminal es que esté rodada y montada con 100 planos por segundo al servicio de un espectador con déficit de atención y que se aburre con todo; un cúmulo de secuencias narradas a toda leche, sin tiempo ni ganas de saborear nada (ese inicio de slapstick, esa evocación de la atracción… del todo irreales por lo apresurado), abriendo de vez en cuando el plano para que respire la cosa, y ni con esas. Se agradecen los chistes intencionadamente malos, pero el ambiente, los escenarios, son tan de cartón-piedra que ahí no cuela la intención. A la mitad pasa una cosa sobrenatural que no pega nada de nada, con Dwayne contándonos su pasado mediante una mezcla de flashback histórico y voz en off que sí que es para alucinar, y no los espectros malditos que están fusilados tal cual, en diseño al menos, de la saga de los piratas (aunque me alegro por nuestros actores).
El malo caricaturesco, por otra parte, no sé si corresponde a una última tendencia a “nazificar” al bando alemán durante la I Guerra Mundial o qué.