Pues sí que os impresionáis rápido, madre mía, bufffffffffffff. Os han pillado con guardia haciendo zanja. Revisionad, de veras.
¿Friedkin en forma? Un tío que ha dado el visto bueno a French connection no puede dar okey a un montaje tan sumamente chapuzas como la persecución de motos o ¡buena! a planos hechos un poco al pedo, por no hablar del trabajo de Deschanel, que es justito o directamente molesto (esos azules en los garitos, buf).
Por otro lado, quitad a Mathew (ACOJONANTE) de la película y se queda en una especie de parodia noventera que no encuentra el tono ni pretendidamente cómico, ni pretendidamente sórdido, porque la mezcla se queda de lo más amorfo. ¿La historia? Tiene dos problemas. El primero, que no hay Dios que se la crea porque los personajes caricaturescos y sus relaciones son de primero de ESO y el segundo radica, principalmente, en que precisamente Mathew chirría por estar a leguas de todo esto, pero también es cierto que gracias a él y si consigues abstraerte del otro desastre, tienes una película que, como mucho, se deja ver.
Entonces, tras ver que todo es un desastre de cojones salvo Killer Joe, vamos con Mathew. Killer Joe es un personaje soberbiamente escrito e interpretado y sólo por verle a él, tenemos que ver la película. Es un claro plagiazo del cine de Tarantino (psicópata contenido que estalla al final, tratamiento de diálogos, dilatación de situaciones tensas, etc), pero está en la línea de su mejor cine (ése que abandonó en Django) y se disfruta cosa mala. Pero el problema radica en que el clímax se les va de las manos, el exceso que tiene es absurdo (se disfruta hasta que empiezan las chorradas) y el final abierto..., no se hace respetar desde el momento que entra la canción de los créditos finales, más propia de un adolescente.
Por eso, Killer Joe es tan mediocre como imprescindible en cuanto a dicho personaje, pero finalmente olvidable.