Kiyoshi Kurosawa

Harkness_666

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A ver, panda de vagos y maleantes... que lleváis ya tiempo comentando cosas de este director y soltando elogios a diestro y siniestro, pero nadie se digna a abrir el hilo de rigor.

Aunque es un nombre que me suena de hace tiempo, no tengo ubicado a este señor. Como mucho, creo que tiene unos cuantos títulos de terror (cuando el j-horror estaba tan de moda la época pasada), pero sospecho que va más allá del típico thriller sobrenatural, además de ser bastante prolífico. Parece que Kairo, Cure y Tokio sonata son las más conocidas que tiene.

Me parece que ví esa de Retribution... y no recuerdo nada. Bueno, sí, recuerdo que no entendí un carajo.

Ilustradme, por favor.
 
Me faltan bastantes por ver. Pero Creepy es mi pelicula favorita del 2016. Vere Tokyo Sonata este finde.
Por cierto alguno habeis visto su miniserie? Si no es TOP paso. Me da mucha pereza el formato
 
Cure (1997)

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En Cure se nos presenta un Tokyo absolutamente fantasmal, rodeado de tinieblas, sumido en la más completa de las crisis y avasallado por una contemporaneidad que lo transforma prácticamente en una ciudad de fantasmas. El fantasma como la clave del cine de Kiyoshi Kurosawa, pero no solo el exterior y amenazante, las sombras que acechan cada hogar y oficina, sino también el que habita en el alma de cada habitante de la ciudad contemporánea, la oscuridad que anida en el hombre del presente, producto de diversas crisis, entre ellas la soledad y la terrible frialdad que rodean su vida.

Es ahí donde Kurosawa se mueve, en ese espacio entre el mundo de los vivos y el de los muertos, con personajes que transitan las sombras de lugares que se van haciendo cada vez más inhóspitos y fríos. Y su cámara lo registra con una absoluta naturalidad, un punto de vista lúcido y moral que nos deja ver todo pero que no juzga y sabe mantener las distancias con respecto a lo oculto, a lo que no deberíamos ver, conformándose con una aterradora sugerencia. El gusto por el plano general, por los suaves movimientos de cámara que no llaman la atención sobre sí mismos y que recogen el desplazamiento de los personajes en una puesta en escena maestra. Creadora de ambientes acechados por una sobrecogedora claustrofobia, filmando cada habitación y calle de Tokyo como si los objetos y pasillos estuvieran poseídos por un extraño misterio. Las puertas, ventanas, luces y sombras de la ciudad transmiten una palpitación y una viveza extraordinarias: cada objeto y gesto en el cine de Kurosawa es expresivo.

En medio de este caos e incerteza se nos introduce un procedural con un detective que sigue la pista de un hipnotizador. Se van sucediendo los crímenes y la maravilla de la puesta en escena de Kurosawa no busca inmiscuirnos en cada secuencia de manera mórbida: nos da la sensación de que estos acontecimientos no son más que causales e inevitables en el mundo en el que se desarrolla este caso. Tomemos por ejemplo la escena de la playa, con un uso maestro del plano general y los movimientos de cámara. Los personajes quedan atrapados en el encuadre, como pequeñas siluetas contra la inmensidad del paisaje. Aquí lo que nos aterroriza es la tremenda sensación de vacío e inmensidad que transmite el horizonte, el terror de la nada que nos plantea el encuadre y los personajes solitarios que lo anidan. Hay una enorme sensación de horror expresivo en esta secuencia. Las líneas se van borrando y descubrimos el verdadero trauma del detective, esa represión de emociones que lo carcome, la crisis familiar....

Como tantas otras veces, tenemos el hogar como punto central del cine de Kurosawa, el núcleo del que surgen las crisis y las verdaderas preocupaciones del protagonista. Filmado, como todo lo demás, con un increíble control de lo cotidiano, Kurosawa no busca hacer un espectáculo de su historia de caza al hipnotizador, o posterior intento de comprender sus motivos, sino que parece sugerir que el horror surge de la manera más natural posible, producto de un fantasma interior del que nos es imposible deshacernos, la normalidad empieza y termina alterada: no hay normalidad, en esencia. Solo una falsa calma, registrada por una cámara que filma de nuevo una calle vacía, como si en ella fuera a dar comienzo el fin de los tiempos.
 
Última edición:
Atención a la espléndida lista de películas favoritas de Kiyoshi Kurosawa.

Kiyoshi Kurosawa

Esta noche dedicaré unas palabras a Tokyo Sonata.
 
Shokuzai la vi hace la tira ripeada cuando se emitió, no recuerdo mucho, me la pillé en blu-ray el año pasado en un viaje a Francia (allí se estrenó en cines en 2 partes), cuando me ponga con ella comento algo.

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Yo he conseguido ver Cure también, y efectivamente he caido rendido. De hecho ya tengo el bluray en lista de deseos para próximos gastos...

Nada que añadir a lo que ha dicho Rimini... Entiendo perfectamente la comparativa con Fincher y los "thrilleristas" contemporáneos, pero el universo de Kurosawa se superpone a la mera estetización convencional del noir urbano más habitual. Hay en ella un rollo metafísico en la que lo criminal pasa a segundo plano. Incluso en la creación de espacios opresivos y atmósferas malsanas, no recurre a la acumulación de elementos, como pudiera ser Seven con la lluvia omnipresente. O al tan manido efecto sangre-suciedad-óxido para generar mal rollo. Aquí todo procede de presencias ausentes, de corrientes invisibles que circulan entre los personajes y a las que acaban sucumbiendo cuando son "poseidos" (el tema de Mesmer es muy clave), pero sin efectismos. Viendo su lista de películas entiendo que estén maravillas como Forty Guns de Fuller, o Los amantes de la noche de Ray, donde fuerzas etéreas se apoderan de sus protagonistas y los conducen sin que ellos puedan hacer nada. Siguiente parada Tokyo Sonata...
 
Tokyo Sonata (2008)

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Unas cortinas son movidas por el viento mientras un tren de cercanías pasa de fondo, en una casa cualquiera en los márgenes de Tokyo. Una familia cualquiera se va desintegrando poco a poco ante nuestros ojos y la mirada cercana, nunca inquisidora, de Kurosawa, la filma. Con un ojo puesto en Ozu y su atenta observación de lo cotidiano, con esa cámara posada siempre en el lugar idóneo, de atento espectador, casi al nivel del suelo y con diversos objetos que rellenan el encuadre, reforzadores de esa sensación hogareña y rutinaria del día a día que, en este caso, poco a poco se va tornando fatalista y alienante.

Una sociedad que parece compuesta, de nuevo, por fantasmas andantes, pues aunque no encontremos aquí el componente sobrenatural de otras obras de Kurosawa, el efecto de la crisis financiera y la contemporaneidad fría y distante que poco a poco va matando los lazos primitivos de unión fraternal producen los mismos desgarros que sus fantasmas literales. En el Tokyo del presente no es tanto una violencia física como sentimental la que reina. Una violencia surgida de la alienación y de la falta de arraigo y conexiones. Un padre desempleado que se avergüenza de su condición y es incapaz de comunicárselo a su familia, dos hijos desplazados de diferentes maneras y una madre que ve todo este cuadro familiar y va sintiendo, día tras día, una pérdida que la sumerge en la desolación y la melancolía (atención a esa mirada entre ella y su hijo mayor cuando se produce una terrible despedida, y el silencio en el que sumerge Kurosawa la escena, o a esa vuelta al hogar echando un ojo a lo que ya no está y no volverá a estar jamás).

Tokyo Sonata posee claramente dos mitades. La primera con una estructura férrea basada en repeticiones rutinarias del día a día, que nos dejan ver cómo poco a poco la distancia y la falta de comunicación y entendimiento van rompiendo esta familia. Kurosawa vuelve a usar de manera maestra el plano general, dándonos imágenes y panorámicas de un Tokyo automático e insensible, que existe casi por inercia, plagado de escenarios decadentes y fríos. La fealdad que a veces se quiebra con la luz de un atardecer o un breve momento de calma. En la segunda, acompañado de un salto al vacío, se introduce un tímido surrealismo en una serie de secuencias muy bellas que sirven como diferentes puntos de fuga a los miembros de la familia. Callejones sin salida que les hacen ver lo perdidos y desolados que se encuentran.

El mar como última frontera y asunción de toda la pérdida y todos los lazos resquebrajados. Queda, aun así, cierta esperanza en el amanecer y la vuelta al hogar, acompañada de un toque cariñoso y comprensivo del director en una última secuencia musical que, aunque nos proporcione cierto alivio, no deja de ser un paréntesis en la relación de una estructura familiar que ya nunca podrá volver a recomponerse del todo.
 
Hay en ella un rollo metafísico en la que lo criminal pasa a segundo plano. Incluso en la creación de espacios opresivos y atmósferas malsanas, no recurre a la acumulación de elementos, como pudiera ser Seven con la lluvia omnipresente.

Ya digo que estas 2 que habéis reseñado no me pueden pintar mejor. De todas formas, revisé hace muy poco Seven y creo que sí está muy conseguido lo metafísico entorno a la construcción de personajes y su relación, localizaciones, atmósfera, música e incluso diálogos, la veo que se eleva muchísimo por encima del thriller al uso no ya en calidad sino en intenciones.
 
La comparativa con Seven no era para desmerecerla, a mi es una película que me gusta mucho. Pero ese tono desolador y opresivo Fincher lo consigue en gran manera a través de momentos de horror que no tiene reparo en mostrar, y no lo digo como un demérito. En Seven la figura del asesino es importante en sus actos y en lo que hace, es preciso mostrarlo y explicarlo. Kurosawa se aleja de esto, pero no por no querer incidir en el efectismo sino porque su película circula por otro camino.

Vista Tokyo Sonata. Otra joya que supone un cambio de tercio radical, aunque ese algo invisible que se especifica con la lluvia y el viento (igual que en Miyazaki, supongo que el animismo tiene que ver con esta percepción de las fuerzas naturales repletas de espiritualidad y carga semántica) también está presente. En apariencia una película con un marcado acento social, como señala Rimini una familia en descomposición, pero debido a la falta de comunicación; con ecos de un Ozu que está muy presente. El drama de la pérdida del empleo y la frustración subsiguiente que acaba desmoronando todo lo demás, en el fondo no es para tanto si se pone sobre la mesa y comparte. Pero Kurosawa atiza a la línea de flotaciónd de la familia tradicional, el honor paterno y su concepción patriarcal. La familia que muestra cena en grupo ensimismada, sin conformar una unidad y aislada. Individuos alienados en una ciudad hostil y especialmente desagradable. La crisis del padre desencadena la del resto, hasta llegar a un momento que supone un bandazo en la línea que había mantenido la cinta, y cada uno de los miembros acaba por sufrir un extraño y catártico momento de reseteo existencial. Especialmente desconcertatnte por el tono es el de la madre, figura central del relato, pero en el que importa poco la causa y mucho la consecuencia, terminado por un bellísimo y largo plano en el que amanece sobre su rostro. Al contrario que Rimini yo si percibo un final más feliz (con otro plano final de nudo en la garganta) y una considerable reconstrucción del entorno familiar. Bastante descomunal...
 
La secuencia final la interpreté como GROUCHO la primera vez que vi la película, pero en revisión me ha dejado un poso pesimista. También influyen dos cosas aquí: es un film muy abierto y yo estoy muy negativo últimamente.

En cualquier caso, una maravilla.
 
Me voy a permitir la licencia de citar aquí al compañero @Magnolia para recomendarle Cure. Creo que le va a volver loco esta película.

¡Me encantaría leerte sobre ella!
 
No hay ningún cambio en Tokyo Sonata con respecto a las anteriores. No hay elemento fantástico o de suspense. pero las calles siguen estando desiertas y el refugio del hogar habitado por fantasmas.
 
Joder, Trelk. Has logrado en estos últimos meses estampar tu cara en la página de la RAE con el término hater. ¿Qué te ha pasado, negro? Tú antes molabas.

Ahora estoy obsesionado con Ulrich Seidl, ayer lo estaba por completar a Cronenberg y mañana voy con Sorrentino. Pero Rimini, gracias. Apunto el título. Mi problema serio y real es de tiempo, amigo.
 
A ver, @Magnolia nunca ha sido culoduro patanegra, eh, que viene de Stalone y Chuache. Es marquesinero moderado con ganas de descubrir cosas (antes más, ahora menos) pero el cine de los márgenes no es su plato, ni siquiera le hemos visto nunca en un hilo de Cannes salvo por Indiana Jones jajajajaa
 
Lo que decís, que suena como ataque, es uno de mis triunfos personales. Estoy muy abierto a ver muchas cosas, de diferentes extremos, y consigo no tener mierdas ni prejuicios. Siempre buscando la calidad, pero aprendí hace poco que cosas de las que huía por posturismo son el pasaporte al cielo. Nada más horrible para uno que tirar por un camino, sea el extremo duro o blando. Hay que saber ver los talentos de las producciones. No estoy diciendo de comprar mierdas, todo lo contrario. Digo de pedir pata negra a cada uno en sus contextos, pero no rechazarlos.

Hoy en día tengo tantas ganas de descubrir cosas como antaño, Ropit. Lo que no tengo es tiempo. Antes veía diez películas a la semana y cinco eran pura arquelogía. Ahora veo cuatro y las de arqueología son dos. La verdad, me ha ahorrado mucho tiempo y venido muy bien al asunto Filmin, Netfilix, HBO y Amazon, junto con Google Play, pero es doliente la lista eterna de pelis y directores por descubrir.

Hace poco hice un clic y dije: sé espontáneo. Cuando llegue el verlas, ha llegado, pero disfruta de cada una como si fuera la última. Y ésa es la clave. Y tan imprescindible me parece, a día de hoy, ver la última de Nolan como la última que haya hecho Kiarostami. Cuando veo alguien de un solo perfil, en un extremo u otro, me parece un minusválido.

Luego, por otro lado, no escribo nada en el foro por falta de tiempo. Y cuanto más me gustan las películas o más relevancia tienen, o han tenido, escribo aún menos sobre ellas porque sé que merecerían tochacos y voy a poner muy poco texto aparentando falta de interés, cuando no hay nada más lejos de la realidad.

Lo que sí hago es leeros. Mucho. Y apuntar, apuntar como un cosaco, aún a sabiendas que la mayoría de esa lista no se ejecutará.

Amor eterno.
 
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