LA Hammer

DRÁCULA PRÍNCIPE DE LAS TINIEBLAS (Dracula Prince Of Darkness, 1965 -Terence Fisher)​



Un clásico de Hammer y esperadísima secuela realizada nada más y nada menos que 7 años más tarde la película original de 1958. Muy atrevida a nivel de construcción, tiene dos partes: La primera en la que no aparece el conde y que centra la acción en el castillo donde unos invitados serán los causantes de la resurrección del vampiro (rodada de manera precisa elegante y con grandes secuencias de misterio por parte de Terence Fisher) y una segunda mitad que prácticamente transcurre en un convento de monjes encabezados por el gran Andrew Keir, en la que ya aparece Christopher Lee especialmente amenazador sin una sola línea de diálogo a petición propia del actor. Un pues regreso de Dracula saldado con uno de los films más extraños y a la vez conseguidos de la Hammer, y un final (su muerte en hielo) asimismo tan anticonvencional que sorprende.
 

KUNG FU CONTRA LOS SIETE VAMPIROS DE ORO (The Legend Of The Seven Golden Vampires, 1974 -Roy Ward Baker)​



Una de las últimas producciones de la Hammer. Por lo general una película que siempre ha sido bastante maltratada por la crítica y que a mí sin embargo me tiene robado el corazón , despedida también del gran Peter Cushing interpretando a su emblemático Van Helsing. En esta ocasión se intentó hacer una jugada comercial aliándose a la productora de Hong Kong de los hermanos Shaw. Mezcolanza pues de cine de artes marciales con el tradicional toque de terror gótico de las películas de la productora inglesa, trasladando la trama al lejano Oriente con un guión de Don Hougthon bastante esquemático y simple, pero que apunta ideas y conceptos que -aunque quedan muy disueltos- lo hacen un combinado bastante atractivo, irregular, descompensado ciertamente, pero nunca mediocre.,
 

LA MALDICIÓN DEL HOMBRE LOBO (The Curse Of The Werewolf, 1961 -Terence Fisher)​




Una de las mejores -si no la mejor- versión jamás rodada sobre el mito del hombre lobo y todavía hoy en día uno de los films menos valorados de la filmografía de Terence Fisher... Y es que aquí el gran realizador británico rodó una incontestable obra maestra del cine fantástico que ahonda en las raíces del mito mostrando en realidad una tragedia con cierto aire poético en la que un niño, ya ha marcado desde su nacimiento, incluso desde su propio engendramiento , tendrá que soportar una maldición que le llevará evidentemente a un destino fatal. Ejemplar película, en la que la narración se toma prácticamente dos tercios de la trama en explicar los orígenes del mito y en la que destaca la elegancia en la dirección, la sutileza en los detalles que marcan el estilo de su realizador, también en unos acabados técnicos sencillos pero que consiguen el efecto buscado. Muy destacable asímismo la interpretación de Oliver Reed actor que en esa época ya empezaba a despuntar como uno de los grandes talentos del cine inglés lamentablemente malogrado por una vida personal demasiado disipada
 

LAS AMANTES DEL VAMPIRO (The Vampire Lovers, 1970 -Roy Ward Baker)​




Probablemente el último gran éxito comercial potente de Hammer films, que en esta ocasión llevó su trama de terror clásico por derroteros en los que la explicitud erótica fue más evidente...El resultado, con todos sus peros (a veces Baker recurre a feos efectismos visuales), es sin duda uno de los films más atractivos de la última etapa de la mítica proiductora -no deja de ser curioso que con su gran éxito se inciase el principio de su rápida decadencia-, Film algo descompensado e irregular en su primera mitad, pero a su vez especialmente atractivo en su segunda...Funciona mucho por la atmósfera mortuoria de algunos pasajes, una banda sonora excepcional, la presencia de la inquietante/sensual/sexual Ingrid Pitt de vampira lesbiana, amén de un gran reparto en el que el gran Peter Cushing tiene un importante papel secundario
 

FRANKENSTEIN Y EL MONSTRUO DEL INFIERNO (Frankenstein And The Monster From Hell, 1973 -Terence Fisher)​




La despedida cinematográfica del gran maestro del fantástico Terence Fisher que en esta ocasión volvía a con la saga de "Frankenstein" iniciada en 1957 y protagonizada por el inmenso Peter Cushing. Con un guion muy bien hilvanado por John Elder, el film narra las actividades del profesor Frankenstein en un manicomio donde hace y rehace a voluntad. Un film siempre notable, en el que tal vez Fisher rodó de nuevo consciente de que era la última oportunidad. Con una puesta en escena económica, sobria, a la que tal vez perjudica una cierta fealdad visual inherente al cine de la Hammer de aquellos años (por aquí ya no estaba Arthur Grant) el film supone el fin de toda una época, una notable despedida del género gótico de uno de los indiscutibles genios del séptimo arte
 

DRÁCULA Y LAS MELLIZAS (Twins Of Evil, 1971 -John Hough)​



Prácticamente los estertores del buen cine de su productora, que aquí prosiguió con su intención de adaptar/aprovechar "Carmilla" de Sheridan Le Fanu tras el éxito de "The Vampire Lovers" (1970). Estamos ante un maravilloso film del siempre interesante John Hough, que aquí hace una particular película que junta vampirismo, erotismo y fanatismo (el guión de Tudor Gates es tan efectivo como sencillo) a la vez que brinda al gran Peter Cushing la oportunidad de hacer un brillante papel de villano enloquecido -en una inesperada y gran interpretación histérica-. Muy bien rodado, con un ritmo de montaje que no cesa y una gran partitura musical de Harry Robinson...Estamos probablemente ante uno de los últimos buenos film rodados por la productora Hammer en su etapa de declive
 
Vuelve LA HAMMER.


Variety informa que la Hammer ha cerrado un acuerdo con Network Distributing, con sede en el Reino Unido, para formar Hammer Studios Ltd., una asociación que permitirá la restauración de todo el catálogo anterior de la Hammer, así como el desarrollo de nuevos proyectos.
 
Última edición:

LA PLAGA DE LOS ZOMBIES (The Plague Of the Zombies, 1966 -John Gilling)​



Uno de los grandes títulos de Hammer films en la década de los sesenta que abría camino y exploraba un mito del fantástico que en aquellos años no era común ni estaba de moda (los zombies ahora tan agotados que ya cansa y aquí muy bien caracterizados por cierto) buscando en su origen primordial : El rito del vudú. El film, además de marcar algunas secuencias míticas -ya referente en el posterior cine con muertos vivientes- es un claro clásico rodado con una muy buena puesta en escena (obra de John Gilling, un director más que recomendable) ejemplar guión y superlativa banda sonora de James Bernard.
 
66WLpUwxDfkwTlduy8HbtltMFAE.jpg


El aniversario: Tensa y a ratos, delirante comedia negra de origen teatral, dirigida con buen pulso por Roy Ward Baker, una de esas películas "psicológicas" en las que la Hammer fue adentrándose cuando los monstruos clásicos empezaban a fallar. Aquí, Bette Davis es una viuda que controla con mano de hierro la empresa de su difunto, una promotora inmobiliaria, como controla también a sus tres hijos varones y cada aspecto de sus vidas.
Cada año, la familia se reúne para celebrar el aniversario de la muerte del padre y honrar (se supone) su memoria, y este año, varios de los hijos tienen pensado aprovechar ese particular aniversario para salir, de una vez por todas, del yugo de su tiránica madre... pero esta no se lo pondrá fácil.

Aunque algunas de las situaciones planteadas no tienen mucho sentido, y en una comedia negrísima donde prima una mala leche british poco menos que irrespirable, el final se queda muy cojo (yo me imaginaba algo de alto voltaje, se queda a medio gas) es muy disfrutable, una especie de partido de tenis familiar donde en vez de pelotas, usan los órganos que, metafóricamente, se arrancan y se lanzan entre sí, reproches, rencores, culpabilidades del pasado...
 
"Dirigido por..." reedita en formato digital los tres números agotados que conformaron el extraordinario "dossier" dedicado a Hammer Films. ¡Un tesoro al alcance de todos en Inicio - Publicaciones dirigido!
 
Rasputain-201581051-large.jpg


La cita "Si el poder corrompe, el poder absoluto corrompe absolutamente" podría resumir a la perfección este espléndido filme, algo lastrado en la memoria, quizás, por otras interpretaciones más míticas de su protagonista, Christopher Lee, para la casa del Martillo.

Lee interpreta al citado monje ruso, Rasputín, aunque la película se aleja, notablemente de los hechos históricos para presentarnos un retrato de épocas pasadas, magníficamente representadas siempre por la Hammer y con cuatro duros, sea la Europa medieval, la Inglaterra victoriana o aquí, la Rusia de los zares.

Así, Lee es un clérigo mal visto por los religiosos de su orden, tiene el poder de curar la enfermedad ajena con sus manos, pero inmoral, vicioso, corrupto y sádico como es, su poder solo trae la desgracia. Expulsado de la orden religiosa tras un escándalo, la fortuna le hace conocer a Sonia (espléndida Barbara Shelley) dama de compañía de la zarina, y "niñera" del pequeño zar. Sonia será sometida al poder hipnótico de Rasputín (y a su nada sugerida potencia sexual) siendo el camino que lleva al ambicioso monje a codearse con los zares y a convertir a la zarina prácticamente en su esclava...

Una historia sencilla, soberbiamente servida por Don Sharp (y con Lee pasándoselo bomba con todo un caramelo de personaje) historia que habla de destrucción y auto-destrucción, que realmente carece de héroes, no hay sitio aquí para espadachines ni cazavampiros, y donde el mal no es, en esta ocasión, un monstruo mitológico salido del subconsciente colectivo, sino un monstruo mucho más común: un hombre que, dotado de una extraña ventaja, en principio positiva, sobre sus semejantes, sólo sabe usarla para destrozarlo todo a su alcance.
 
Rasputain-201581051-large.jpg


La cita "Si el poder corrompe, el poder absoluto corrompe absolutamente" podría resumir a la perfección este espléndido filme, algo lastrado en la memoria, quizás, por otras interpretaciones más míticas de su protagonista, Christopher Lee, para la casa del Martillo.

Lee interpreta al citado monje ruso, Rasputín, aunque la película se aleja, notablemente de los hechos históricos para presentarnos un retrato de épocas pasadas, magníficamente representadas siempre por la Hammer y con cuatro duros, sea la Europa medieval, la Inglaterra victoriana o aquí, la Rusia de los zares.

Así, Lee es un clérigo mal visto por los religiosos de su orden, tiene el poder de curar la enfermedad ajena con sus manos, pero inmoral, vicioso, corrupto y sádico como es, su poder solo trae la desgracia. Expulsado de la orden religiosa tras un escándalo, la fortuna le hace conocer a Sonia (espléndida Barbara Shelley) dama de compañía de la zarina, y "niñera" del pequeño zar. Sonia será sometida al poder hipnótico de Rasputín (y a su nada sugerida potencia sexual) siendo el camino que lleva al ambicioso monje a codearse con los zares y a convertir a la zarina prácticamente en su esclava...

Una historia sencilla, soberbiamente servida por Don Sharp (y con Lee pasándoselo bomba con todo un caramelo de personaje) historia que habla de destrucción y auto-destrucción, que realmente carece de héroes, no hay sitio aquí para espadachines ni cazavampiros, y donde el mal no es, en esta ocasión, un monstruo mitológico salido del subconsciente colectivo, sino un monstruo mucho más común: un hombre que, dotado de una extraña ventaja, en principio positiva, sobre sus semejantes, sólo sabe usarla para destrozarlo todo a su alcance.
Me encanta, obra maestra
 
Drácula, príncipe de las tinieblas, de Terence Fisher (1966)

Esperada continuación del exitoso film de 1958, con Christopher Lee enfundándose de nuevo la capa para interpretar al vampiro más famoso de todos los tiempos, pero con una peculiaridad; es un Drácula que ocupa escaso metraje y carente de diálogo (decisión arriesgada y al parecer propuesta por el propio Lee), a modo de pura presencia del mal, que deshumaniza más si cabe al “príncipe de las tinieblas”, el “amo ausente” y genuino señor de sus tierras cuya morada sigue abierta para el viajero despistado y cuya presencia-ausencia, sin embargo, lo preside todo desde el inicio.

Dracula-Prince-of-Darkness-1966-5.jpg


Unos aldeanos que se disponen a “purificar” el cuerpo sin vida de una hermosa doncella son amonestados por el padre Sandor, religioso que desempeñará aquí el papel de Van Helsing y cuya intervención, más que responder a favor de la razón o de la fe verdadera, parece más bien un intento por olvidar y dejar en paz eso que está muerto, intento que se revelará estéril cuando a él mismo le toque estar ahí, ejecutando ese acto de violencia y profanación con tal de extirpar la malignidad...

Sigue la fórmula del grupo (aquí cuarteto) de personajes más bien idiotas y desprevenidos (en especial un prota “héroe” que no hay quien lo aguante) que van a meterse en la guarida del monstruo, son excursionistas ingleses en el corazón de Europa y al margen de la civilización, y lo que sigue es lo de siempre; advertencias de los lugareños, cocheros asustados, situaciones donde nada encaja y una sensación de peligro creciente, reforzada por la puesta en escena gótica, pausada, donde al uso del tecnicolor y del formato se suman a una buena elección de encuadres, movimientos de cámara y pequeños detalles (el equipaje en fuera de campo, el uso de los silencios, de una ráfaga de viento…), espacios (vidriera, escaleras, cortinaje)… el conde irá tomando cuerpo de manera literal, primero en forma de criado siniestro, culminando con una secuencia clave; la resurrección, con recurso a lo hemoglobínico y muestrario de efectos especiales bastante logrados para la época, rematando con esa mano, zarpa más bien, asiéndose al borde de la tumba.

Crucifijos, estacas, vampirismo femenino, luz solar… la cosa sigue al pie de la letra la ortodoxia vampírica (con la salvedad del ajo) y cuela algún deus ex machina (el Renfield de saldo). Las dos parejas protagonistas parecen encarnar distintas actitudes, una más conservadora y desconfiada ante el horror, en especial la mujer pacata que curiosamente acabará siendo una perra del infierno en brazos del conde, con esa nota de turbiedad sexual y animal, y tenemos otra generación más joven, más inocente, vitalista y preparada quizá para afrontar ese horror.

La secuencia final en el hielo supone un desenlace brusco, seco y sin contemplaciones como pocas veces se ha visto; el agua como símbolo de purificación y una mirada de ultratumba que es un “volveréis a saber de mí” en toda regla... pues el no-muerto no puede morir, a lo sumo puede quedar inactivo temporalmente.
 
Arriba Pie