LO PROHIBIDO (1978) de Clive Barker /
CANDYMAN (1992) de Bernard Rose
Un relato corto de Clive Barker (apenas 40 páginas) que, a la hora de su traspaso a las pantallas, sufre lógicas modificaciones, encaminadas a expandir su “Universo” para que la cosa alcance categoría de largometraje.
La acción pasa de tener lugar de Inglaterra (el relato) a Chicago (el film) y llaman la atención a primera lectura y vista, dos cosas: la criatura sobrenatural, no (y nunca) humana, del libro –de aspecto enfermizo y color de, apergaminado, rostro amarillo: en alusión a la abejas y la miel-, se convierte en el fantasma de un negro (Tony Todd), que pasea su actitud vengativa y dolorida por haber sido acusado y mortalmente ajusticiado injustamente por su amo negrero a finales del S. XIX; lo segundo es que esa acusación fue de tener relación amorosa con la hija del amo, lo que da pie a un romanticismo mórbido, love story que ocupa gran parte del film, especialmente su segunda mitad (nada en el relato, claro), dado que esa amante parece reencarnarse (son físicamente iguales) en la protagonista contemporánea del film (Virginia Madsen), incorporándose con ello, como era también de prever, claros ecos o citas directas a Edgar Allan Poe. Se utilizan las abejas, de mero valor simbólico en el relato, para una función más práctica en la peli: la tortura y muerte del negro se ocasionó con ellas.
En el resto de andamiaje (sub)temático, el film intenta respetar las pretensiones del relato: la importancia de los grafitti, de cómo el peso de las leyenda urbanas, la conciencia, el creer en ellas por parte de toda una Comunidad, puede ser lo que las convierta –por mística acción- en realidad (al contrario que lo convencional: siendo primero la certeza del hecho sobrenatural, llegando luego los rumores y el miedo); y un subrepticio discurso adulto sobre la tortuosidad de las relaciones humanas y especialmente matrimoniales.
Aparte de todo lo que atañe a las dos diferencias importantísimas señaladas en el segundo párrafo, que cambia muchas situaciones, el film añade: como era de esperar, más muertes slasher style; inventa lo de invocar a Candyman (el “caramelero”, en el relato) por su nombre, citándolo cinco veces ante un espejo (evocando las tres veces que es llamado el espectro de, la famosa en USA, leyenda urbana de “Bloody Mary”); y parece que ambas obras van a acabar con una escena muy parecida, de la prota internándose en una gran hoguera pública a punto de encenderse (para recuperar el cuerpo de un niño, prueba del crímen –en el libro-; para salvar a un bebé, vivo –en el film-) , pero el film añade un epílogo “susto” (tipo “Carrie” o “Viernes 13”) en el que hay un cambio (sustitución) de roles, para ejecutar nueva venganza and go on.