Los días en que murió mi infancia

Respuesta: Los días en que murió mi infancia

Gary, por cosas como estas es por las que te admiro tanto. Lo que hayas conseguido en esta vida te lo has ganado a pulso, has luchado contra todo (incluso contra ti mismo) y al final has conseguido lo que todos queremos: ser felices.
Nunca existe la felicidad completa (siempre nos falta algo) pero es tan difícil encontrar, hoy en día, a alguien que diga que es feliz...
Enviado desde dispositivo móvil
 
Respuesta: Los días en que murió mi infancia

Espera , espera...


¿M- me admiras?


P-pero si yo no soy nadie especial ...

:rubor


Un abrazo.
 
Respuesta: Los días en que murió mi infancia

No soy nadie especial, dice.

Pregunta por aquí, a ver que te dicen.

Admiro profundamente a la gente que se ha encontrado con todo tipo de adversidades en su vida y que aun así han salido para adelante. Tú eres de ellos. Ya me parecías una gran persona leyéndote, pero después de ver tus vídeos puedo decir sin duda que te admiro :)
Sólo te voy a dar un detalle de lo que me ganó al ver tus vídeos. Porque no usabas guión y todo lo que estabas diciendo te iba saliendo directamente del corazón. Eso no lo puede hacer cualquiera y más teniendo en cuenta que tus vídeos son largos. ¿Qué político (supuestos grandes oradores) de nuestro tiempo habla sin llevar un guiòn? Y digo polìtico donde podría decir periodista o presentador.
Amigo, poca gente tiene esa capacidad que tú tienes. Y no te digo más, que te conozco y se que te emocionas ;)
Enviado desde dispositivo móvil
 
Respuesta: Los días en que murió mi infancia

P-pero si yo no soy nadie especial ...
Posiblemente tengas razón. No eres especial, en el sentido de que no eres más, ni menos, que otros foreros.

Pero, por otro lado, eres especial. Porque cada persona es única e inimitable. El cerebro humano es la estructura más compleja existente (el número de combinaciones neuronales posibles supera ampliamente al número de átomos de todo el universo) y no existen dos cerebros iguales ni dos personas iguales. Por lo tanto, cada persona es única.

Y todas las personas tenemos defectos, pero también virtudes dignas de admiración. Y, en ese sentido, tienes razón: no eres más digno de admiración. Pero tampoco lo eres menos. Que no te sorprenda que otras personas te admiremos, eres tan digno de ello como cualquier otro :ok
 
Respuesta: Los días en que murió mi infancia

Al hilo de lo comentado por Gary (ya sabes que eres un tío querido por aquí, no te hagas el sorprendido :garrulo) recuerdo que estando en 6º de EGB, nos pusieron Solo en casa 2, y uno de los compañeros se puso a llorar en una escena( no recuerdo cual) y fue motivo de chanza por varios compañeros.
El tema de la sensibilidad masculina da para largo pero yo recuerdo que me sorprendí indignado porque esos mismos tíos lloraban cuando perdía el Madrid o el Barça ¿que tiene de malo ? (aunque yo me escondí en el cuarto de mi abuela para que no me vieran llorar cuando David el Gnomo se convertía en árbol :cortina)
 
Respuesta: Los días en que murió mi infancia

Al hilo de lo comentado por Gary (ya sabes que eres un tío querido por aquí, no te hagas el sorprendido :garrulo) recuerdo que estando en 6º de EGB, nos pusieron Solo en casa 2, y uno de los compañeros se puso a llorar en una escena( no recuerdo cual) y fue motivo de chanza por varios compañeros.
El tema de la sensibilidad masculina da para largo pero yo recuerdo que me sorprendí indignado porque esos mismos tíos lloraban cuando perdía el Madrid o el Barça ¿que tiene de malo ? (aunque yo me escondí en el cuarto de mi abuela para que no me vieran llorar cuando David el Gnomo se convertía en árbol :cortina)

Yo también lloré, y si te sirve de consuelo, mi hermano también :)

Pues a mi me parece bastante más entendible llorar por ver una película que por que tu equipo pierda.

No se si os he contado alguna vez que yo tengo un trauma infantil total con E.T.
La vi en el cine de pequeñita y recuerdo haber llorado tanto, que una chica que tenía al lado me dijo "no llores bonita, que es una película".
Pero el trauma es tal, que aun a día de hoy no me atrevo a ver la película porque sólo con ver algunas escenas se me pone un nudo en la garganta y me caen lagrimillas :mutriste
 
Respuesta: Los días en que murió mi infancia

Quizás lo que pasa es que ver llorar a un hombre está mal visto a no ser que sea acompañado de miles de personas, manly stuff you know.
A mi es que ET me daba miedo e incluso tuve pesadillas con él. Lo mismo me pasó cuando vi Magic de Anthony Perkins pero eso ya es más normal :garrulo
 
Respuesta: Los días en que murió mi infancia

Yo cuando murió mi tío de infarto, con treinta y dos años. Era como un hermano mayor en cierto modo, ya que mi madre desde joven tuvo que ocuparse de él y mi abuelo ya que mi abuela murió antes de que yo naciera. Entonces venía a comer todos los días a mi casa hasta que se casó, jugaba con él... No se, era una persona muy especial para mí.
 
Respuesta: Los días en que murió mi infancia

Scrappy, por curiosidad ¿a qué cole fuiste?

Lo que te leído ha descrito a la perfección mis últimos años de la EGB (de 6º. a 8º.) en el Colegio San Gabriel, al lado de La Mina :garrulo
 
Respuesta: Los días en que murió mi infancia

Iba al colegio casi al lado de un mito foril, sorpresa de viernes :juas
 
Respuesta: Los días en que murió mi infancia

El mojo que puedas tener es por haber convivido cerca mío más de 2 años, tenlo claro.
 
Respuesta: Los días en que murió mi infancia

Mi infancia terminó cuando me di cuenta de que los adultos sólo son niños viejos.
 
Respuesta: Los días en que murió mi infancia

me ha hecho pensar la intención de este post.

Hubo un tiempo en que me sentía feo, desagradable, miserable, desgraciado. Poca cosa, nada en verdad, desarraigado y triste. El ser más pequeño e insignificante. Nunca tuve tan mal concepto de mí mismo como en aquella época. Alguien prescindible. Recuerdo el día en el que tirado en mi cama lo purgué todo, me vacié por completo, lloré a mares hundido en el desconsuelo más absoluto, la tristeza era inconmensurable. Escuchando la banda sonora de la misión. Ese día mi vida cambió. Como lo cuento. Fue como un exorcismo. Libre de pena me levanté y jamás volví a ser una persona triste y atormentada. La misión me cambió. No he podido volver a escucharla nunca más. Se debió quedar con todo lo malo que tenía mi subconsciente, como un recipiente, como la lámpara de aladino, como la caja de pandora.
 
Respuesta: Los días en que murió mi infancia

La verdad, no tenía mucha intención de postear en este hilo, ya que mi infancia transcurrió de manera totalmente feliz, sin enfermedades ni desgracias familiares. Mi primer encontronazo con la muerte no fue hasta los 17 años, cuando una de mis mejores amigas de la infancia murió de cáncer. Y aunque fue un varapalo duro que me dejó tocado una temporada, tampoco creo que marcara radicalmente un antes y un después en mi vida. Y cuando la persona a la que más quería en el mundo (mi abuelo) dejó de reconocerme a causa del Alzheimer, ya estaba demasiado crecido (25 años) como para afirmar que ese hecho me obligó a madurar.

No obstante, como a lo largo del hilo se han mencionado algunas experiencias personales con las que mi trayectoria vital presenta ciertos paralelismos, voy a comentarlos.

Como ya he dicho, mi infancia trascurrió de manera tranquila, sin incidentes. Vivía en un pueblo pequeño en el que todo el mundo se conocía e iba a un colegio público en el que me sentía perfectamente integrado: tenía un buen puñado de amigos y me llevaba bien con todos mis compañeros.

Como a algunos de vosotros, el cambio trascendental se produjo en la pubertad, cuando mis padres decidieron cambiarme de colegio. A pesar de que yo siempre había sido un estudiante modelo y nunca había tenido el menor problema en la escuela, mis padres no les gustaba la falta de seguridad y la fauna tan plural que allí había. Así que, con la mejor de las intenciones, me enviaron a un colegio privado situado a diez kilómetros de donde vivíamos, y ese cambio marcó profundamente todo el devenir posterior de mi vida.

Y es que en aquel nuevo ambiente pasé de ser uno más a ser "rarito" y "diferente". Nunca llegué a congeniar demasiado con la mayoría de mis compañeros, con los que no compartía demasiados intereses. Yo era un "chapón" y un "friki" que leía (y dibujaba) cómics, escuchaba música chunga y leía libros gordos de autores muertos hace siglos (curiosamente, a esa edad todavía no había descpertado mi interés por el cine). Como hablaba poco, a menudo me preguntaban a menudo si era autista (!?) y como me pasaba mucho rato perdido entre los libros (mi rincón favorito del colegio era la biblioteca, en la que nunca había nadie, a excepción de un servidor) y sacaba buenas notas, me decían si era superdotado (!!??)

Así que gran parte de mi adolescencia la pasé bastante solo, porque a los pocos amigos que conseguí hacer en aquel colegio nunca los veía fuera del horario escolar y con los viejos amigos del barrio fui perdiendo el contacto poco a poco. Y aunque, a primeras, esto pueda sonar bastante deprimente, tampoco os creáis que tuve una adolescencia especialmente infeliz. Tenía muchas aficiones con la que llenar mi tiempo libre, así que no tenía momento para deprimirme. Y al colegio siempre fui alegre, porque las ganas de aprender cosas nuevas no las perdí nunca. Pero es cierto que a veces daba muchísima rabia esa sensación de no encajar con tu "entorno", de querer hacer cosas como ir a ver una determinada película que te interesa ver y que nadie quiera ir contigo.

Y aunque en edad adulta he logrado hacer unos cuantos buenos amigos, siempre me ha quedado de aquella época una cierta "torpeza social". Me cuesta muchísimo relacionarme con gente nueva a la que no conozco de nada, me da una envidia tremenda esa gente que llega a un sitio y a los cinco minutos ya está hablando con todoquisque como si fueran colegas de toda la vida.

Pero, por su lado, aquellos años de ostracismo también trajeron sus cosas buenas, y es que me convirtieron en una persona bastante independiente. Con el tiempo, he conocido a mucha gente que es incapaz de estar un fin de semana sola (a veces, ni una tarde) o que si no tienen con quién ir a ver una peli o una obra de teatro, prefieren perdérsela a ir en soledad. O gente que se siente una basura por no tener pareja. Creo que depender tanto de los demás es una desventaja, y me alegro de no tener que cargar con esa tara.

Hace algunos años, después de un importante varapalo emocional (el "amor de mi vida" me había puesto los cuernos, sumado al hecho de que llevaba ya un tiempo quemado por los estudios), sentí que necesitaba un cambio de aires, así que preparé los bártulos y me fui a vivir a otro país, sin saber hablar el idioma y sin conocer a nadie. Mucha gente sería incapaz de hacer algo así y, sin embargo, para mí fue una de las experiencias más gratificantes de mi vida. Y me la hubiera perdido si me hubiera dejado dominar por el miedo a la soledad. Así que, como dice el dicho popular, nunca hay mal que por bien no venga.
 
Respuesta: Los días en que murió mi infancia

La verdad, no tenía mucha intención de postear en este hilo, ya que mi infancia transcurrió de manera totalmente feliz, sin enfermedades ni desgracias familiares. Mi primer encontronazo con la muerte no fue hasta los 17 años, cuando una de mis mejores amigas de la infancia murió de cáncer. Y aunque fue un varapalo duro que me dejó tocado una temporada, tampoco creo que marcara radicalmente un antes y un después en mi vida. Y cuando la persona a la que más quería en el mundo (mi abuelo) dejó de reconocerme a causa del Alzheimer, ya estaba demasiado crecido (25 años) como para afirmar que ese hecho me obligó a madurar.

No obstante, como a lo largo del hilo se han mencionado algunas experiencias personales con las que mi trayectoria vital presenta ciertos paralelismos, voy a comentarlos.

Como ya he dicho, mi infancia trascurrió de manera tranquila, sin incidentes. Vivía en un pueblo pequeño en el que todo el mundo se conocía e iba a un colegio público en el que me sentía perfectamente integrado: tenía un buen puñado de amigos y me llevaba bien con todos mis compañeros.

Como a algunos de vosotros, el cambio trascendental se produjo en la pubertad, cuando mis padres decidieron cambiarme de colegio. A pesar de que yo siempre había sido un estudiante modelo y nunca había tenido el menor problema en la escuela, mis padres no les gustaba la falta de seguridad y la fauna tan plural que allí había. Así que, con la mejor de las intenciones, me enviaron a un colegio privado situado a diez kilómetros de donde vivíamos, y ese cambio marcó profundamente todo el devenir posterior de mi vida.

Y es que en aquel nuevo ambiente pasé de ser uno más a ser "rarito" y "diferente". Nunca llegué a congeniar demasiado con la mayoría de mis compañeros, con los que no compartía demasiados intereses. Yo era un "chapón" y un "friki" que leía (y dibujaba) cómics, escuchaba música chunga y leía libros gordos de autores muertos hace siglos (curiosamente, a esa edad todavía no había descpertado mi interés por el cine). Como hablaba poco, a menudo me preguntaban a menudo si era autista (!?) y como me pasaba mucho rato perdido entre los libros (mi rincón favorito del colegio era la biblioteca, en la que nunca había nadie, a excepción de un servidor) y sacaba buenas notas, me decían si era superdotado (!!??)

Así que gran parte de mi adolescencia la pasé bastante solo, porque a los pocos amigos que conseguí hacer en aquel colegio nunca los veía fuera del horario escolar y con los viejos amigos del barrio fui perdiendo el contacto poco a poco. Y aunque, a primeras, esto pueda sonar bastante deprimente, tampoco os creáis que tuve una adolescencia especialmente infeliz. Tenía muchas aficiones con la que llenar mi tiempo libre, así que no tenía momento para deprimirme. Y al colegio siempre fui alegre, porque las ganas de aprender cosas nuevas no las perdí nunca. Pero es cierto que a veces daba muchísima rabia esa sensación de no encajar con tu "entorno", de querer hacer cosas como ir a ver una determinada película que te interesa ver y que nadie quiera ir contigo.

Y aunque en edad adulta he logrado hacer unos cuantos buenos amigos, siempre me ha quedado de aquella época una cierta "torpeza social". Me cuesta muchísimo relacionarme con gente nueva a la que no conozco de nada, me da una envidia tremenda esa gente que llega a un sitio y a los cinco minutos ya está hablando con todoquisque como si fueran colegas de toda la vida.

Pero, por su lado, aquellos años de ostracismo también trajeron sus cosas buenas, y es que me convirtieron en una persona bastante independiente. Con el tiempo, he conocido a mucha gente que es incapaz de estar un fin de semana sola (a veces, ni una tarde) o que si no tienen con quién ir a ver una peli o una obra de teatro, prefieren perdérsela a ir en soledad. O gente que se siente una basura por no tener pareja. Creo que depender tanto de los demás es una desventaja, y me alegro de no tener que cargar con esa tara.

Hace algunos años, después de un importante varapalo emocional (el "amor de mi vida" me había puesto los cuernos, sumado al hecho de que llevaba ya un tiempo quemado por los estudios), sentí que necesitaba un cambio de aires, así que preparé los bártulos y me fui a vivir a otro país, sin saber hablar el idioma y sin conocer a nadie. Mucha gente sería incapaz de hacer algo así y, sin embargo, para mí fue una de las experiencias más gratificantes de mi vida. Y me la hubiera perdido si me hubiera dejado dominar por el miedo a la soledad. Así que, como dice el dicho popular, nunca hay mal que por bien no venga.



Me cuesta horrores que la gente entienda esto. Pero de verdad. Ermitaño me llaman.


¿No vives en España entonces? Yo tengo claro que cuando pueda me (nos) estableceré en Londres , pues me siento mucho más identificado con su idiosincracia que con la española. Se que suena duro , pero... Además guardo un gratísimo recuerdo de los años que viví allí, con experiencias que me marcaron enormemente a nivel emocional.
 
Respuesta: Los días en que murió mi infancia

Mi infancia vive conmigo, me da pena cargármela. Si vierais de lo que soy capaz aún con treinta tacos largos... (aún sigo pasando por el pasillo de los juguetes para ver los últimos Playmobil y como un tonto me miro a mi mismo contemplando con deleite todo ese mundo). Qué le vamos a hacer, soy asín.

PD: Gary, eres un grande sí o sí. Va siendo hora de que te lo creas porque lo eres. Un grande, con letras grandes. Así, sin más.
 
Respuesta: Los días en que murió mi infancia

A día de hoy hay mucha gente que no entiende que vaya al cine solo o a cualquier otro sitio.Yo lo veo ideal para no discutir o ponerme de acuerdo con nadie.

Atreyub,cada año que pasa me gustan más los playmobil.Menos mal que a mi primo pequeño también,al menos de momento.:fiu
 
Respuesta: Los días en que murió mi infancia

Tienen el punto justo como para gustar a los niños pero seguir fascinando a los adultos. Son perfectos. La pena es que son caros.
 
Respuesta: Los días en que murió mi infancia

Ummm, yo tengo un recuerdo un tanto peculiar, una anécdota sin importancia que sin embargo siempre he tenido la sensación de que cambió mi vida y mi percepción de las cosas de alguna manera. Sucedió en el último trimestre de 1989. Estábamos comenzando 3º de EGB (creo), y había ido con unos amigos del cole a comprar un cuadernillo grande de esos donde hacías ejercicios de lenguaje. Estábamos jugando y hablando de las típicas cosas de críos, hasta que uno de los chavales me preguntó algo así como '¿y qué decías tú de darle con un martillo en el chocho a una tía?'. No sé yo de dónde se sacaría ese chico aquella frase, por que ni entonces no recordaba haber dicho jamás semejante bobada, pero el caso es que, a partir de aquel momento, el sexo empezó a convertirse progresivamente en un elemento fundamental en nuestras vidas, en un motivo de complicidad entre chavales, algo que estaba presente en la gran mayoría de nuestras conversaciones, tanto en aquellas 'serias' como en vacileos o coñas entre colegas. Y todo por una frase burra sin importancia. No es que no tuviese una conciencia sobre el sexo y la picardía hasta entonces (recuerdo juegos en párbulos nada inocentes), pero no empezó a ser verdaderamente importante hasta entonces.

Un saludete.
 
Respuesta: Los días en que murió mi infancia

Mi infancia vive conmigo, me da pena cargármela. Si vierais de lo que soy capaz aún con treinta tacos largos... (aún sigo pasando por el pasillo de los juguetes para ver los últimos Playmobil y como un tonto me miro a mi mismo contemplando con deleite todo ese mundo). Qué le vamos a hacer, soy asín.

"There's no point in being grown up if you can't be childish sometimes."

tumblr_mdkigdMLlq1qze24lo1_250.gif



Esto es tan cierto hoy como el día en que se dijo.
 
Respuesta: Los días en que murió mi infancia

Un apunte: He leído que es raro ver a los hombres llorar. Y nos es signo de debilidad. Y yo digo:

Homer Simspon - Eso es mentira, so marrana - YouTube

:lol

He llorado bastantes veces en mi vida y lo sigo haciendo cuando es necesario. No me escondo. De pequeño lloré con Jackie y Nuca: El Bosque de Tallac y con el mencionado David El Gnomo y su triste final. Bueno, y lo de Verano Azul, ¿qué? Creo que nos dejó tocados a una más de una generación.
 
Arriba Pie