Hace unos días me tocó tragarme Criminales en el mar, la primera parte de esto.
Cine de autobús en estado puro. ¿Es buena, es mala? Preguntas que no tienen sentido. Es la nada, es una pelicula hecha sin la menor pretensión, que se ve con la misma facilidad con que se olvida; a ser posible, con resaca o tras una comida más copiosa de lo habitual. Se puede decir, como aspecto favorable, que al menos no transmite bochorno ni vergüenza ajena (ni a eso llega), o no en exceso, porque cae en ciertas caricaturas raciales que con el Sandler siempre son de temer muy fuerte. Lo mínimo que puede exigirse de una peli de risas, es decir.
Mucha honestidad, además, pues en ningún momento se disimula la condición de exploit de “Puñales por la espalda”. También es un ejemplo vivo de ese cine de presupuesto medio, ni blockbuster ni desde luego algo indie, que ha sido barrido sin piedad de las marquesinas para encontrar su acomodo en las plataformas.
Un matrimonio de catetos neoyorkinos se ven metidos a detectives aficionados en un whodunit por la vieja, glamurosa e intimidante Europa; por medio, sus pequeñas y costumbristas tribulaciones maritales, el punto ñoño y conservador, la fantasía de lujo y exotismo propia del hombre común y de clase media (por contraste a los estirados de la alta sociedad)… el destinatario de esto y consumidor de toda la vida del cine de la (ya trasnochada) parejita. Es decir, lo que hacen Sandler y Aniston es landismo a la americana, un estilo de comedia muy popular, basado en un humor simplón, chabacano a ratos, en el fondo muy tontaina... pero no demasiado inspirado, ni para bien ni para mal. Se agradece la breve participación del veteranísimo Terence Stamp (acostumbrado, por otra parte, a papeles en este tipo de pelis) que aporta al menos cierta dignidad.
Decir que los clichés italianos y franceses en torno a la elegancia y la buena vida son los mismos de siempre, pero que resulta muy desalentador comprobar que lo reservado a España es justo lo contrario; un imaginario de turismo lowcost infernal, viajes en autobuses hacinados, bailarinas flamencas y exhibiciones de corte de jamón presentadas como lo peor y lo más aburrido y cutre que pueda concebir el guiri medio.