(id, John Lasseter, 1993)
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¡Hasta el infinito y más allá" - Buzz Lightyear
Nadie puede imaginar cual puede ser la espita que prenda la mecha de un legado. Corría el año 1982. TRON se estrenaba como un producto innovador, tecnológicamente impresionante que dejaba boquiabiertos a todos los fanáticos de efectos especiales punteros y a su vez dejaba escrito en la historia de la empresa un tanto a referenciar. John Lasseter veía en aquella película el elemento crucial para las posibilidades que podía ofrecer la informática en el campo de la animación. El arte del píxel para entendernos. Pero como todos sabemos Pixar no empezó con Toy Story, ni tan siquiera con el propio Lasseter. El germen pertenece y procede de George Lucas, una división de Lucas Film. Más tarde pasó a manos (previo pago, claro está) de Steve Jobs y por último cayó en posesión de quien haría de una marca registrada todo un universo particular como referente sin discusión y absoluto. Al igual que "Blancanieves y los siete enanitos" era el resultado de muchos años previos trabajando en técnicas y elementos cruciales en el campo del cortometraje animado, con "Toy Story" sucede tres cuartos de lo mismo. Cortos que acabaron alcanzando el estatus de clásicos en el género sirvieron como ensayo y error hasta dar forma al largometraje por antonomasia, el antes y el después en el campo del CGI pues acabó considerada como una obra de arte, una joya absoluta y ostentando el título de primera película animada hecha completamente por ordenador.
El corto "Tin Toy" sería el precedente y base para lo que sería más adelante "Toy Story". Pero bajo una serie de encontronazos y problemas en el guión, el cual no parecía el adecuado, no tuvieron el resultado listo hasta 1995, 5 años después del estreno de aquel cortometraje. Después de limar asperezas e impurezas, darle un formato más contrastado y perfilando mucho más los carácteres de los personajes acabó viendo la luz uno de los guiones más alucinantes en el campo de la animación. Bajo la atenta mirada de 8 personas implicadas en lo que a guión se refiere, incluyendo el propio Lasseter y Josh Whedon, la historia ofrece la típica película de contrastes patentes para derivar en la clásica historia de colegas en una serie de aventuras y desventuras para ir sorteándolas en la medida de lo posible y regresar al hogar, en este caso, en las manos de su dueño. Puede parecer algo normal e incluso rutinario. La típica película de situaciones con un formato accesible y ameno. Pero "Toy Story", desde luego, es algo más. Es un análisis profundo y meditado de la fantasía de un niño proyectada en esos objetos inanimados a los cuales siempre se les dota de vida propia a la vez que estos juguetes acaban cobrando vida propia cuando no está el niño delante. Es ahí donde radica la originalidad de lapropuesta y a su vez se reinventa la sintaxis de la propia fantasía.
Porque no sólo de personalidades y carácteres propios y contrastados vive el filme sino que también proyecta en estos personajes emociones, miedos y estados de ánimo propios de personas reales. Por un lado contamos con Woody, el vaquero. Un sheriff el cual mantiene todo bajo su control. La seguridad del líder del grupo, aquel en el cual Andy, el niño dueño de todos los juguetes, centra su atención, predilección, admiración y fascinación a partes iguales. Woody, en todo momento, es el protagonista tanto de las aventuras del infante como del orden y mando de todo cuanto acontece cuando Andy no está. El vaquero es un ser confiado, un tanto egocéntrico, consciente en todo momento, al igual que el resto de compañeros, de que es un juguete y que a pesar de ser objetos de atención y deseo durante un concreto espacio de tiempo nada ni nadie va a romper esa armonía placentera. Cada uno sabe cual es su lugar en la escala de prioridades. Hasta el momento en que aparece un nuevo protagonista, Buzz Lightyear, un astronauta mucho más actualizado, con infinidad de accesorios y que tambalea los cimientos de la seguridad del mundo de Woody. Por la sencilla razón de que lo nuevo siempre acaba relegando al olvido a lo viejo.
Lo que podría haber sido una concatenación de situaciones absurdas con humor bobo y facilón aquí Lasseter y demás guionistas confieren a la historia un toque mucho más dramático e incluso deliciosamente patético donde Woody acaba convirtiéndose en un personaje infantil ante sus envidias y egoistas actos a la hora de captar el amor y atención de Andy. La escena donde descubre que está siendo relegado y que la popularidad de Buzz es más que patente haciéndole maquinar un acto maquiavélico para deshacerse del astronauta y provocando a su vez un accidente de proporciones cósmicas demuestra que hay mentes pensantes tras una situación común y ejemplifica que el campo de la animación no es un mero lugar para trompazos y risas fáciles sino que los protagonistas y personajes pueden llegar a ser igual de mezquinos y codiciosos como cualquier actor de carne y hueso y encima ser igual de atractivos. Porque "Toy Story" no es simplemente juguetes actuando como tales sino que es la plasmación de una realidad auténtica. A través de una de las canciones vemos como todo lo que representa el mundo de Woody va desapareciendo para dar cabida y protagonismo al mundo de Buzz (ver como pósters, ambientación, colchas y demás del vaquero van transformándose en las del astronauta ante la impotente y desgarradora mirada de Woody es una de las mejores escenas de toda la película).
A través de los ojos del vaquero, cuyo carácter resulta a veces un tanto irritante precisamente ante esa sapiencia de la realidad de las circunstancias, veremos como nada es seguro, que nuestras posibilidades de mantener un estado en karma total es imposible ante la llegada de algo nuevo, algo posiblemente mejor que tú, por mucha jerarquía establecida que creas poseer. Porque "Toy Story" es, aparte de ser una historia realmente descacharrante ante los carácteres de sus personajes, un declaración de intenciones en toda regla: exponer con todo lujo de detalles el estado de los adultos a través de la vida de estos juguetes. Ver como todo el mundo se queda asombrado ante las novedades y accesorios de Buzz frente al poco repertorio de Woody es impresionante tanto en forma como en fondo. Al igual que es realmente impresionante el intento desesperado de abrirle los ojos a Buzz ante una frase agobiante como "¡No eres Buzz Lightyear!, ¡Eres un juguete infantil!". Tan sólo la realidad de la vida (un simple pero eficaz spot de televisión) le hace descubrir al astronauta que su misión es simplemente un objeto programado. Que todos son juguetes, objetos creados para el disfrute de los niños, la auténtica misión por el cual está aquí (descacharrante, por cierto, el momento en el cual éste se emborracha ante la abrumadora hostia de realidad a la cual es expuesto). Tan sólo el salto al vacío a modo de prueba de fe para estamparse con el suelo y romperse, una forma muy poética de describir la realidad de la vida, es uno de tantos ejemplos donde Pixar demuestra su don absoluto y particular de reflejar la autenticidad de la situación.
Uno de los puntos fuertes con los cuales cuenta la historia es la forma en como el género de terror toma cuerpo. Desde la presencia inquietante de Sid, el niño que enfoca toda su vena destructiva en juguetes indefensos, hasta todo el mundo que lo rodea la sensación de inseguridad y miedo es muy patente. En el momento que los dos protagonistas son atrapados y conducidos a la vivienda de Sid todo está enfocado como si de un castillo del terror se tratase (el transcurso de entrar en la mochila hasta llegar a la puerta tiene cierta ambientación de ser una película realizada por Tim Burton, como si "Pesadilla antes de navidad" hubiese servido como referencia / influencia malsana, como si esa infancia grotesca del autor procedente de la casa del ratón con esos complejos residenciales que escondían más monstruos urbanos de los que pudiéramos imaginar fuesen el punto de referencia). Criaturas procedentes de mentes retorcidas aparecen para demostrar que hasta el mayor de los monstruos puede esconder un alma rota y atormentada pero más emotiva y tierna que cualquier humano. Una habitación reconvertida en un siniestro espectáculo con juguetes mecánicos, desmembramientos, decapitaciones y huecos oscuros con capacidad para el mayor de los torturadores posible. Es innegable que la ambientación y luminosidad de estas escenas es perfecta, sin apenas aristas.
"Toy Story" es un vehículo de lucimiento no tan sólo para una tecnología puntera (aunque el problema de dicha tecnología es que los años son más patentes en ciertos aspectos como la fisonomía de los humanos, los cuales son deformes en la mayoría de ocasiones e incluso algo ortopédicos en los movimientos tanto gestuales como faciales) sino como plasmación de la gran amalgama de posibilidades que ofrecía (y ofrece) algo que en principio era destinado a informatizar aspectos concretos en cuanto a efectos especiales se refiere. Sigue siendo un producto fresco, vivo, sin necesidad de fórmulas arcaicas para lo que se refiere a tratamiento de personajes. Tan sólo hay que ver escenas como los marcianitos ("¡El gancho es nuestro amo!"), la inseguridad de Rex al intentar ser un dinosaurio que provoque miedo, la acidez irónica de Jam o la entrega absoluta de los soldaditos de plástico. Si a eso le añadimos una comicidad excelente, para nada cargante, aunque haya una cantidad patente de secundarios que podrían haber caído en el auténtico ridículo chirriante es imposible no sentirse abrumado ante la cantidad ingente de valores artísticos y cinematográficos con los que cuenta uno de los hitos más palpables tanto del mundo de la animación como de la infografía destinada al campo del cine.