Como ya vaticiné, Trump llegó entre polémicas y entre polémicas se mantiene. Más allá de las fijaciones que los creadores digitales han tenido en su comportamiento en la toma de posesión y las sospechosas manifestaciones a sueldo de Soros (todos te queremos, Nacho), Trump ha entrado en la mansión de la calle Pennsylvania como quien es, Donald Trump.
Y no hay día que no sea noticia. Ayer sacó a EEUU del acuerdo de cooperación transpacífico, lo que puede colocar a varios países que tenía en nómina dentro de la esfera china, más allá de las obvias e importantes repercusiones económicas de cuando el país más poderoso de la tierra trata de abandonar el comercio internacional. Esto, claro está es una utopia, y Trump tendrá que trabajar por firmar acuerdos bilaterales con otros Estados para adquirir lo que no produce y exportar lo que produce. A los americanos más profundos les puede sonar muy bien lo que trata de hacer Trump para conservar los puestos de trabajo que no tienen ni tendrán, pero para el poco producto manufacturado que termina EEUU en su territorio, muchas piezas les vienen de China.
Ahora bien, cuidado. Cualquier crisis internacional o guerra económica, con unos EEUU presuntamente “autárquicos” puede terminar en catástrofe para los pocos sectores manufactureros que persisten en los EEUU y las colas de Caracas se verán en Winsconsin mientras Errejón dice que las colas son kilométricas porque los americanos tienen dinero para comprar.
Y ahí es donde a medio plazo debe poner el ojo y no
los cojones la nueva administración estadounidense. Porque el mismo día que firmas una orden ejecutiva para sacar a tu país del tratado transpacífico y te replanteas para próximos días el NAFTA, no debes decirle a China que vas a defender tus intereses en un área por el que China busca extenderse. Todo cuando la propia China ya te había avisado antes de sentarte en el Despacho Oval, que en cuanto a sus islas artificiales iban a hacer lo que les diera la gana, y que cuidado con las interferencias.
Y aunque sea para suicidarte, toda jugada queda en nada si no rematas. En este caso volvemos al origen de la civilización occidental, al Reino de los Cielos, más conocido en el plano internacional como Estado de Israel. La administración Trump
estudia, o sea, ejecutará, el traslado de la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén, la controvertida capital de facto pero no reconocida internacionalmente de Israel. Puede parecer un asunto meramente burocrático si no habláramos de acercar cerillas a muchas garrafas de gasolina. Pero la idea es que más allá de ser una decisión que
causará sensación en la ONU, la frágil estabilidad en oriente próximo se verá dinamitada. Y es que es un golpe contra el Islam ese reconocimiento tácito de capitalidad de Israel, y estos se verán reforzados para hacer de las suyas tras los difíciles últimos meses con la Administración Obama. No me quiero imaginar consecuencias futuras en el plano internacional de una decisión de esta clase, pero de momento un poco más al norte, parece que EEUU ahora apunta a dar cuando hace una incursión contra el ISIS.
Si bien Trump puede tener una
visión exterior radicalmente diferente a la desastrosa política de la era Obama, no parece muy sensato que en tres días, EEUU cambie radicalmente su orientación de cara al exterior. Ni para ellos ni para nosotros. En primer lugar porque a nosotros nos coge con el pie cambiado. Nadie pensaba que iba a ganar Donald Trump y por lo tanto Europa, que para los temas realmente importantes se mueve como un elefante, no está preparada para tomar medidas en menos de diez años. Cuestiones como que Trump se plantee las alianzas de defensa con Europa y que haga necesario plantearse un ejército europeo, lo que sin duda generará “amor” hacía nuestras instituciones por parte de algunos ciudadanos pacifistas, cuestiones como el comercio exterior, el Brexit, tener que apagar los fuegos que EEUU vaya dejando en los desiertos… Solo han pasado tres días y no se como entenderemos el mundo a partir de ahora.
Ni Torres Gemelas ni nada, bienvenidos al Siglo XXI.
Trump toma sus primeras medidas.