Política EEUU. Trump aspira, pero Kamala es racializada.

Atención, Foreros. ¿Quién preferís que gane hoy en EEUU.


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Trump y el abuso de Poder

No estamos del todo acostumbrados a ver un político bocazas. Todos apuestan por lo políticamente correcto y lo que creen popular después de haber preparado convenientemente a la masa social, sin meterse en excesivos charcos dentro del contexto en el que tienen que dirigir una administración.

Pero insisto, hablamos de contextos. En países o lugares donde las libertades están más en entredicho, ese problema no existe, pues del representante político esperamos una serie de manifestaciones que harían vomitar a una cabra.

De Trump, el showman, no cabría sorprenderse de su verborrea pues como dice el dicho “por sus obras le conoceréis”. Y décadas antes de llegar a la presidencia, ya conocíamos al personaje. Sin embargo si puede llegar a sorprender y preocupa, el cambio que EEUU ha dado desde que el se ha sentado en el despacho oval.

Es dificilísimo, por no decir imposible, conjugar al personaje, la presidencia y sus responsabilidades. No deberíamos sorprendernos por su perfil, pero debemos hacerlo viendo el significado de sus acciones contra un sistema de libertades establecido y reforzado por décadas y siglos de tradición jurídica. En sistemas de Derecho como el anglosajón, el sistema continuamente se retroalimenta y se mejora, pero los principios son inquebrantables.

Es entonces cuando, pese a todas las advertencias, nos damos cuenta del peligro que representa el populista y demagogo, el idiota que cree que su poder está por encima del sistema que le ha puesto ahí. Y no, desgraciadamente para algunas personas de esta clase, él debe ocupar el lugar que le corresponde dentro del engranaje del sistema norteamericano. No está por encima ni por debajo, sino en su lugar, con sus responsabilidades, y sobretodo sin el derecho pero sí con el deber de no arrojar sus resultados electorales escuetos como justificación para poder poner en cuestión el sistema. El creerse respaldado por un conjunto de votantes amorfo y de su propia invención que en la realidad lo ha votado por cuestiones muy diferentes, para hacer lo que le de la gana, es un síntoma de fascismo.

Centrémonos. La pasada semana, y esta, dentro y fuera (de vacaciones) de la Casa Blanca el Presidente de los EEUU no ha tenido mejor cosa que hacer que cuestionar y responsabilizar a la prensa y al sistema judicial de poner en entredicho sus decisiones.

La prensa representa en el sistema lo que llamamos, cuarto poder. La justicia es otro poder, y los poderes entre sí, tienen el deber y la obligación de corregirse, ponerse en cuestión y en última instancia, controlar la acción del resto. Todo poder debe estar reglado y controlado por el resto. En caso contrario, el sistema democrático desaparece a favor de poderes “autoproclamados”.

No consideremos el “estatus” de la prensa como cuatro poder con la autoproclamación. Pero el funcionamiento del propio sistema, la necesidad de informar a la ciudadanía sobre la acción del resto de poderes, ha hecho de la prensa un engranaje esencial para el control de los poderes burocráticos. Esto no garantiza la salud democrática o la independencia, pero sí establece ciertos cotos que no conviene cruzar para que el resto del sistema siga con su normal actividad.

Por lo tanto, la justicia como la prensa, deben controlar la acción del Presidente. Evitar decisiones no motivadas ni respaldadazas por el conjunto de derechos y libertades bajo el que el pueblo norteamericano se rige a si mismo. Si algún agente renuncia a su deber por miedo o por subestimar su propia responsabilidad, fortaleces acciones poco democráticas.

Y es que por mucho que llore Trump en Twitter, lo que firme según le haya dictado su amigo supremacista blanco o sus colegas ricachones en su propio gabinete, no es automáticamente legal. El sistema se protege usándose así mismo para prevenir abusos de poder. Y establecer “discriminaciones legales” es un aspecto de primer orden, que representa un abuso de poder, y esto hace un llamamiento al resto de agentes para que tomen las decisiones oportunas.

Y sí, Donald Trump y la basura humana que tiene detrás, tendrán la legitimidad de ser cargos electos o nombrados por el Presidente para un puesto. Pero el pueblo, pese a ser soberano, se puede equivocar, y el sistema es lo suficientemente garantista incluso para corregir y proteger al pueblo de sus propias decisiones. Y si llega un Presidente planteando abusos y generando grandes perjuicios, de poder, se le puede cortar la cabeza tranquilamente, con la ley en la mano y democráticamente.


Trump y el abuso de Poder
 
Ese sólo habla de su pueblo, Fuentealbilla y no de la ciudad. A mi no me representa.
 
Sí, llevo cinco visitas en estadísticas de mi exitoso blog. Spam de pura madre.

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