Política EEUU. Trump aspira, pero Kamala es racializada.
- Autor Seaker
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Christian Troy
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Bah, es todo tan cansado.
A ver, no puede pasar ya que los medios han dicho que Biden gana, que Trump es un mentiroso, y que el mundo será mejor con Biden. Joder, he visto gente abrazarse. Trump, no sabe perder.
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Edgtho
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Lo de los observadores salió el mismo día del recuento en varios periódicos y medios. Pero es mentira porque lo dice Rogerio Sinserrín y punto.
Con tanto "es falso porque lo dice fulano en Twitter" están consiguiendo justo lo que querían evitar, darle alas a Trump y que algunos empiecen a sospechar.
Ahora mismo se han puesto a su altura, negando o afirmando según sus intereses y sin tener pruebas de nada. Con lo fácil que hubiera sido dejar que vaya a los tribunales y allí presenten las pruebas.
Ahora mismo se han puesto a su altura, negando o afirmando según sus intereses y sin tener pruebas de nada. Con lo fácil que hubiera sido dejar que vaya a los tribunales y allí presenten las pruebas.
Christian Troy
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Y si llevan unos pocos millones contados a mano pero a uno se le olvida llevarse dos, empiezan a contar desde el principio?
Christian Troy
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krell4u
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Es acojonante lo de twitter y como la peña se traga todo lo que dicen. Y lo jodido es que elementos como Trump saben que la plebe cada vez es más maleable y no contrastan nada, solo tragan.
En la época de la información, ésta se ha convertido en burda desinformación.
En la época de la información, ésta se ha convertido en burda desinformación.
Hay un interesante artículo de Edward B. Foley, Preparing for a Disputed Presidential Election: An Exercise in Election Risk Assessment and Management, escrito en 2019, que advertía de la posibilidad de lo que está ocurriendo ahora mismo. Su conclusión era ésta:
We must hope that none of what is described in this article comes to pass. Instead, the nation will be well served if the outcome of the 2020 presidential election is so lopsided as to be impossible to dispute. Even if President Trump were inclined to resist a result that everyone else, including all Republican Senators accept, it would be impossible for him to cling to power as long as Congress conclusively concludes that his opponent is the winner. America’s military will recognize Trump’s opponent as the new commander in chief once Congress authoritatively declares this electoral outcome, and any protests from Trump to the contrary will be utterly ineffectual.
The problem would occur, if it does, when the two houses of Congress cannot agree as to which candidate won the presidential election. This kind of disagreement is unlikely to develop unless something happens that gives Republicans and Democrats in Congress a plausible basis for disputing the outcome. But a key premise of this article is that it would not take an extraordinary calamity, like a foreign cyberattack, for there to be conditions enabling partisans to dispute the result. Instead, a dispute engulfing Congress could arise from a situation as routine as the kind of “blue shift” described at the outset.
Given this possibility, it is truly irresponsible that Congress has not attempted to eliminate—in advance of the 2020 election—the ambiguities that plague the Electoral Count Act. The purpose of the statute is to handle the circumstance in which Congress is divided over the outcome of a presidential election. But the statute is woefully inadequate for its intended purpose. If Congress fails to remedy this inadequacy before ballots are cast, then the nation will have to cope as best as it can if the two houses of Congress disagree when they meet on January 6, 2021, to officially declare the result of the 2020 election. And the more it appears that Congress is unable to resolve this disagreement before noon on January 20, when the new president is to be inaugurated, the more it will appear necessary that the Supreme Court must settle the matter again, despite whatever reluctance it might have for a repetition of its role in 2000.
We must hope that none of what is described in this article comes to pass. Instead, the nation will be well served if the outcome of the 2020 presidential election is so lopsided as to be impossible to dispute. Even if President Trump were inclined to resist a result that everyone else, including all Republican Senators accept, it would be impossible for him to cling to power as long as Congress conclusively concludes that his opponent is the winner. America’s military will recognize Trump’s opponent as the new commander in chief once Congress authoritatively declares this electoral outcome, and any protests from Trump to the contrary will be utterly ineffectual.
The problem would occur, if it does, when the two houses of Congress cannot agree as to which candidate won the presidential election. This kind of disagreement is unlikely to develop unless something happens that gives Republicans and Democrats in Congress a plausible basis for disputing the outcome. But a key premise of this article is that it would not take an extraordinary calamity, like a foreign cyberattack, for there to be conditions enabling partisans to dispute the result. Instead, a dispute engulfing Congress could arise from a situation as routine as the kind of “blue shift” described at the outset.
Given this possibility, it is truly irresponsible that Congress has not attempted to eliminate—in advance of the 2020 election—the ambiguities that plague the Electoral Count Act. The purpose of the statute is to handle the circumstance in which Congress is divided over the outcome of a presidential election. But the statute is woefully inadequate for its intended purpose. If Congress fails to remedy this inadequacy before ballots are cast, then the nation will have to cope as best as it can if the two houses of Congress disagree when they meet on January 6, 2021, to officially declare the result of the 2020 election. And the more it appears that Congress is unable to resolve this disagreement before noon on January 20, when the new president is to be inaugurated, the more it will appear necessary that the Supreme Court must settle the matter again, despite whatever reluctance it might have for a repetition of its role in 2000.
Manu1001
Au revoire.
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Pero cuando Twitter es un arma para atizar a la derecha (o sea, el 99% del tiempo), mola mogollón, ¿eh?
Christian Troy
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Los que más nos informamos por twitter (o youtube), tenemos el consuelo de no haber votado la basura que nos gobierna, así que la conciencia por elegir twitter la tenemos tranquilísima. Otros veis algo sospechoso en twitter y preferís ignorarlo hasta que el telediario decide que debe ser relevante y que debéis prestarle atención, o hasta que el fact-checker de turno os dice si es verdad o mentira.
Discutir todo esto, en pleno 2020 y en una era en la que el periodismo se desmonta día a día como vulgar activismo y militancia progre en su mayoría, es bastante cansado. Cuando denigráis a las redes como medio de información, no estáis quedando como los listos de la clase, sino como paletos.
Discutir todo esto, en pleno 2020 y en una era en la que el periodismo se desmonta día a día como vulgar activismo y militancia progre en su mayoría, es bastante cansado. Cuando denigráis a las redes como medio de información, no estáis quedando como los listos de la clase, sino como paletos.
Christian Troy
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Luego que si "como es posible que Trump tenga fans", "no sé lo que es la interseccionalidad", "el feminismo es igualdad, machistas" o "las ongs solo ayudan a rescatar vidas en el mar", y se entiende todo.
Ropit
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Esto es buenísimo porque hiciste un win-win de manual, "te han comido el coco con la interseccionalidad" "no sé lo que es" "pues ahí lo tienes". No dudo que haya comida de coco en las redes en ese sentido, tampoco dudo que la haya en el contrario (tú mismo parece que estos últimos años has descubierto "la verdad"), no fiarse de los medios es muy sano, pero sustituirlo por las redes es igual o más enfermo (Soros! Bannon! Más divertido es, eso seguro).
Lo que no tiene sentido es vender que el acceso a esa "verdad" nos va a hacer cambiar de eje de pensamiento simplemente porque haya una élites (que las hay) que mercadean y manipulan con las ideas "de izquierdas". Y ojo, es muy respetable si alguien se lo cree y cambia, pero tratar de subnormales a los que no vamos a votar a la derecha supuestamente anti-élite (que en el caso de Vox va a ser que no es anti-élite, pero bueno, aunque lo fuera) porque los partidos de izquierdas dan asco (que lo dan) es un disparate o peor, una estrategia.
Por cierto, ya sé lo que es la interseccionalidad. Sigo opinando lo mismo del racismo en muchas partes de la sociedad americana.
Con lo de Trump y Biden sigo con mi cubo de palomitas, para mí son dos villanos y es divertidísimo.