Me gradúo de la universidad en mayo, y en algunos aspectos la vida se convertirá en un desafío más al entrar en el mundo adulto.
La inestabilidad del sistema de salud de mi país ha sido siempre una de mis principales preocupaciones.
Cuando se aprobó la Ley de la Atención Sanitaria Asequible en 2009, mi familia y mis médicos suspiraron del alivio. Es una gran razón para tener seguro médico. Y para alguien que acumula más de un millón de dólares en gastos médicos antes de la secundaria, significa todo. Saber que no me pueden negar el seguro porque tenga una enfermedad previa me ha dado una paz indescriptible. No sé que voy a hacer si la Ley de Protección al Paciente y Atención Sanitaria Asequible (en
inglés,
Patient Protection and Affordable Care Act, abreviada ACA) es derogada sin un sustituto parecido, y esa incertidumbre ha despertado un miedo dentro de mí que no he experimentado desde que me dijeron que necesitaba un corazón nuevo.
Este año voy a celebrar una década con mi corazón. Mi vida como paciente con trasplante es complicada, pero con un poco de planificación extra puedo llevar una vida casi normal. Cuando camino por la calle nadie sabe que mi torso parece el trabajo de un carnicero novato. No soy tan distinta por fuera. Pero hay una historia completamente diferente bajo mi piel.