Recomendaciones del último cine de terror/fantástico


Pues no sé si me ha gustado esta mezcla de Cube, Buried y un panfleto de los Testigos de Jehová. Muy bien la ambientación y la actriz protagonista, pero termina de faltarle entidad propia.

Mención aparte merecen las dos criaturas que aparecen y que dan vergüenza ajena y un homenaje a The Abyss que haría llorar al mismísimo James Cameron :roto2
 
a mi se me hizo muy pesada al final aunque tiene muy buenas intenciones.
Si, si la peli no vale para nada... pero la secuencia de las jeringuillas es totalmente COVID parece que la han rodado hace dos dias... el padre siguiendo las instrucciones con fé ciega... tiene cositas interesantes pena que los últimos 20 minutos se le vaya al sumidero la idea...pero bueno a mi me ha hecho más gracia que Vivarium (por poner un simil con una peli de pocos personajes, una casa, ciencia ficcion,... vamos rollo similar)
 
Si, si la peli no vale para nada... pero la secuencia de las jeringuillas es totalmente COVID parece que la han rodado hace dos dias... el padre siguiendo las instrucciones con fé ciega... tiene cositas interesantes pena que los últimos 20 minutos se le vaya al sumidero la idea...pero bueno a mi me ha hecho más gracia que Vivarium (por poner un simil con una peli de pocos personajes, una casa, ciencia ficcion,... vamos rollo similar)
si, lo de las jeringuillas es lo mejor de la pelicula, lastima efectivamente la parte final. A mi Vivarium me gusto mas.
 
Póster de lo último de TI WEST:

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Possessor, de Brandon Cronenberg

El churumbel cronenbergiano sigue la senda de la “nueva carne” de su padre de manera muy evidente. Él sabrá lo que hace, pues las comparaciones mejores o peores están servidas desde el momento en que se asume este referente con tal firmeza, un poco como hiciera De Palma con el gordo. Me imagino un legado transmitido cual enfermedad fílmica y unas simbiosis paterno-filiales muy chungas ahí (las cenas de nochebuena de esta peña tienen que estar curiosas), aunque el imaginario conceptual es susceptible, como el de un Lovecraft, de ser asimilado y explorado por otros cineastas, más aún ahora que el canadiense parece que está jubilado o en horas bajas.

Tiene narices, por lo tanto, que la cosa vaya de parásitos, o más bien, de replantearse quién es el auténtico parásito en la vida de una infalible asesina a sueldo que posee cuerpos ajenos para matar a sus víctimas. La parte de tecno-thriller, con corporaciones, espías, facultades mentales anormales que remiten a "Scanners", es sólo la premisa, pues se despacha bien rápido y la propuesta no tarda en desviarse hacia lo psicológico y las tribulaciones de una protagonista encarnada por la físicamente malrollera Andrea Riseborough. Una vez más, la violencia extrema; de dónde sale, cómo afrontar esta incómoda realidad, si es posible rechazarla sin más como agente externo o nos acaba “poseyendo”. El parásito puede serlo uno mismo, o bien el propio anfitrión, o incluso esa normalidad con la que uno intenta disfrazar su monstruosidad interior. La Leigh (otra referencia a papá) como guía, en una primera mitad más o menos previsible, en un esquema ya visto, y una segunda con cierta inmersión en el delirio y en una confusión que se apodera también del espectador. La cuestión es la identidad, los límites del cuerpo y de la mente, cómo esta se superpone con la ajena, cual vidas cruzadas no tan diferentes en sus frustraciones cotidianas, no tan nítidas esas fronteras entre cazador y presa; imposible ser sólo el brazo ejecutor, distanciarse del horror.

Mariposas disecadas, como los recuerdos. Máquinas de matar perfectas y terribles, o bien seres puros, libres de toda duda; una ética muy jodida de carne y sangre como única realidad palpable frente a manipuladores y manipulados. Quizá es burdo o simplemente trillado el trasfondo social distópico, de voyeurismo y de datos privados como clave del poder, gente de las altas esferas muerta por dentro y que son extraños unos para otros (en general los personajes brillan por su falta de cualquier empatía), relaciones sentimentales en descomposición, drogas muy a mano. Sean Bean, de nuevo, un spoiler viviente como ese malo malísimo que está aburrido de todo. Sexo raro y mutante también, consecuencia de esas dinámicas alteradas del yo, llamativo el detalle de la mirada pornográfica como elemento desestabilizador, aunque no se profundiza tanto. La puesta en escena se caracteriza por sus tonos cromáticos desvaídos (entornos urbanos e interiores muy desangelados y de diseño, como mandan los cánones) en contraste con fuentes de luz de colores marcados. Diría que tiene tendencia a la modernez, con planos torcidos, encuadres esquinados, insertos, y desde luego el Brandon no se corta nada con el gore, desmesurado y a lo mejor gratuito, pero justificado porque nos hablan, al fin y al cabo, de impulsos reprimidos que estallan a lo bruto.


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Creo que esto va a caer...


Espero que merezca la pena...informaré!!
 
Ha salido esto... pero estoy desganau...

 
lo que se nos viene...:lee


 
Saint Maud, de Rose Glass

Con A24 de por medio (aunque solo en labores de distribución) esto no podía ser más que otro coming of age infernal, pero al menos han tenido la decencia de no tirar de nuevo por el rollo neopagano sino por el cristiano católico de toda la vida, en una vuelta al terror religioso que empieza a lo Misery pero que no tarda demasiado en desviarse hacia territorios psicológicos y más tarde místicos y trascendentales.

Estudio de una personalidad atormentada y más loca que una cabra, aunque no tanto, de ajustada duración que juega a su favor y con la baza de descubrir a una actriz prometedora, responsable en buena medida de lo turbador de la propuesta; con un físico más que sospechoso que según el plano transmite atractivo o repeluco, como sacado de una estampa antigua (muy acertadamente), es precisamente ese equilibrio entre la vulnerabilidad y la monstruosidad lo que nos hace seguirla en su viaje y lo que genera incluso una tierna empatía. Es la versión pasada de rosca del camino de un creyente, tortuoso la mayoría de las veces, de sus dudas y desengaños, flaquezas y vueltas constantes al redil. Pero este creyente, además de débil, es alguien solitario, hundido por una culpa y abocado a la perdición, entrándose aquí en una aproximación desoladora a nuestra contemporaneidad de gente perdidísima, sin amigos ni vínculos reales, de relaciones puramente contractuales (la enfermera, la cuidadora, la prostituta), necesitada de inventarse amigos invisibles y sobrenaturales, de conversiones místicas de última hora sin nada que ver con una religiosidad comunitaria o tradicional para justificar su miserable, insignificante existencia, pensar que al menos tiene una importante y espiritual misión que llevar a cabo…

Irónicamente, ella es la más cuerda en semejante mundo de personas capaces sólo de sentir compasión pero nunca un afecto sincero, que debido a su vacío se aburren incluso en el delicado proceso de estirar la pata (aquí un muy trillado ataque al ambientillo de artisteo intelectualoide). Porque efectivamente, no hay nada al otro lado. Ella al menos sostiene una ilusión ferviente por algo en su delirante aspiración a la santidad, que de algún modo es auténtica, aunque de inocente y de beata no tiene un pelo por mucho que intente demostrarlo. No es precisamente Dios quien se ríe de una inocente como Maud y la manipula, sino seres terrenales de carne y hueso; es el altísimo quien la guía hacia el amor supremo, a un sacrificio apocalíptico y terrible que a la vez es una reconciliación iluminadora y una consumación del deseo, capaz de redimir a esa humanidad indiferente a todo.

La peli intenta no mostrar todas sus cartas, se reserva un pasado traumático que va revelándose muy a cuentagotas y que da cuenta de la dureza de ciertas profesiones en las que la enfermedad y la muerte son inevitables, en las que hace falta mucha cabeza fría. Recurre puntualmente al detalle grimoso (el “bodyhorroresco” martirio de la carne, excusa cojonuda), y contiene un tufo inevitable a ejercicio de debutante flipado (esos planos invertidos), con marcado montaje, fotografía elegante, cierto goticismo y simbolismo alucinatorio (la espiral -el temor a la caída-, la cucaracha -esto último no lo pillo-).También alusiones relamidas a William Blake (otro chiflado mesiánico), “tarkovskadas” varias (levitación femenina, inmolación con la muchedumbre alrededor) y la pijadita del arameo para no perder las buenas costumbres del género.
 
FINDE (2021): No es una gran película pero la caracterización que hace de las parejas treintañeras progres bonaerenses está calcada. Empieza como una comedia de Linklater, naturalista, parlanchina y de diálogos descacharrantes. Después se mete en el terreno del humor inmundo (pedos, caca, sexo con mucha saliva de por medio) para terminar en su tramo final como una de Lucio Fulci. He pegado alguna carcajada y eso siempre se agradece.

Va de una pareja que se va de la urbe para pasar un fin de semana en una casa de campo alquilada. Los dueños de la casa se van haciendo amigos de la pareja hasta que poco a poco uno empieza a ver que ellos, especialmente el hombre, es un tarado salvaje y un delirante de cuidado.

Lo gracioso es que está protagonizada y escrita por Malena Pichot que es una de las feministas más radicales de Argentina, pero constantemente se va tan a la izquierda que termina convirtiéndose en reaccionaria y lo prueba una vez más en la película donde el prota masculino, que es una aliade asqueroso, termina descubriendo su valía una vez que se hace respetar imponiendo su voluntad, lo que hace que también se gane el aprecio de su soñora. O también sugiriendo que el antagonista es un tarado, un egoísta y mal perdedor por ser hijo único y criado por madre soltera.

Sale Sbaraglia con la pija erecta.
 
Viendo the cursed...una nadería, para ver y olvidar...hombres lobo pre primera guerra mundial.
Solo una curiosidad, tanto cuesta dejar fuera de pelis de época a actrices sin botox, ni tetas operadas...digamos que es cuanto menos ridículo.
 
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