Es una licencia dramática porque Dahmer al parecer, según su propia confesión, se lo cargó la misma noche que lo conoció (aunque hay testigos que dicen haberlos visto juntos varias veces). De esas hay mogollón por cierto, se ve que los hechos reales no daban para entretener al espectador. Vamos, que esta serie hay que verla como una ficción (en el sentido peyorativo) inspirada en hechos reales.
En cualquier caso, y como ya pasaba en la serie sobre el asesino de Versace (aunque el titulo nos hiciese creer que el protagonista era éste), a Murphy le encanta meter estos romances gay trágicos para humanizar a sus monstruos... aunque en el caso de Dahmer da un retrato bastante bipolar del susodicho, tanto que yo diría que pierde completamente el foco en cuanto al prota. Pero vamos, es que la serie en sí tiene el foco completamente difuso, entre meterse en la piel del asesino, de su familia, de sus víctimas (las que interesan, claro), y hasta de sus vecinos. Incluso John Wayne Gacy tiene su sitio destacado en la serie, vaya usted a saber por qué ...
La serie se salva porque la ambientación es muy buena, las interpretaciones son bastante decentes, y la historia y personajes son interesantes, así como el contexto histórico-social. Pero ya digo, la excesiva duración, el empacho de ¿mensaje? y puntos de vista, y en general lo mal que empasta todo, dejan el producto a medio gas.
Un saludete.