Samuel FULLER

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BALAS VENGADORAS (I Shoot Jesse James, 1949 -Samuel Fuller)


Debut del finado Fuller en la dirección cinematográfica con un irregular pero extraño/atractivo western, muy curioso en su propuesta fatalista y tristona -antiheroica- de seguir las andanzas de Bob Ford (excelente John Ireland) marcado por su papel de asesino de Jesse James. Apunta buenas secuencias y un tiroteo final (diurno) , ciertamente logrado, con nuestro protagonista sumido en la negrura total

Es la última que he visto, muy de acuerdo, es un drama psicológico sobre la culpa, la redención, ... Es el reverso oscuro de la épica de Jesse James y todavía puede tener una lectura más profunda si se tiene en cuenta el apunte a la homosexualidad (un asesinato para huir de él y no por amor?). Muy interesante, arriesgada y personal primera película, al igual que la siguiente con Price, aunque todavía no tienen la fuerza de sus 2 primeros bélicos o de Park Row.
 
Verboten! (1959). Otra que me ha dejado con la boca abierta sin que me esperase tanto, como la fabulosa Run of the Arrow con la que comparte su principal postulado y tema central de la película: el devenir de los perdedores de la guerra y su gestión de la derrota, con grupos de renegados. Tiene un prólogo bélico descomunal, rodado con un sentido de la tensión y del punto de vista maravillosos, que muestra la desolación de un poblado alemán y la desesperación de sus supervivientes, y enlaza con la relación que vertebrará la película. A partir de aquí, la película se desdobla en la poco filmada gestión administrativa por parte de los americanos del territorio conquistado (tremenda la frase "no somos libertadores, somos conquistadores" dirigida a unos revolucionarios locales) y una trama de espionaje y de agentes dobles con una siniestra y desarmante formación de una guerrilla Werwolf. Todo un drama social con mensaje, con aristas de todo tipo, con la lógica e inevitable tensión en el derrotado entre colaborar o intentar contraatacar al enemigo, entregada como delicioso cine de género (bélico y de espías). Hay, en su parte final, un salto de fe con imágenes reales del juicio de Nuremberg con el que Fuller tira de amarillismo, pero creo que está perfectamente integrado en una trama que pone el dedo en la yaga de la propaganda, ahí Fuller estira el dramatismo en una reacción hipotética de un chaval que se entere de esa manera tan dramática y solemne de la contrapropaganda (o la otra verdad). Peliculón imprescindible, y van ...

Shark! (1969). Partiendo de la base de que Fuller renegó de ella porque la destrozaron con el montaje, al menos es curiosa y coherente con su trayectoria, es un pulp puro y duro con tiburones, tesoros, y un poblado que es como un conglomerado exótico de corrupción, decadencia y depravación, atmósfera ideal para que "destaque" un antihéroe con un código ético gris oscuro. Los personajes típicos de película de género (de varios), el médico borrachuzo anclado al lugar, una femme fatale, un villano manipulador, un sheriff corrupto, un empresario sin escrúpulos ... no impiden a Fuller crear un ambiente enrarecido, por encima de estos tópicos, con unos encuadres intrusivos y expresivos, parece, igual que hiciera en El kimono rojo (sin tanto éxito, evidentemente), como si se apartara de la trama (zetosa) para perderse en otra cosa, algo que suena como a altmaniano (tan influenciado también por la nouvelle vague) de la época, con algunas escenas sensuales muy conseguidas. El problema es que nunca llega a llevar a la película a nada contundente, no materializa ese giro radical y la trama vuelve a ratos de manera torpe y la relación con el niño tampoco casa con ese punto de fuga que, a veces, insinúa la película, probablemente por culpa del montaje. Con todo, es muy disfrutable por su concepción exótica y su rodaje en escenarios naturales, su pulp desinhibido con escenas submarinas incluidas y un final socarrón e irónico.

Muerte de un pichón (Dead Pigeon on the Beethovenstreet, 1973). Esta TV-movie vuelve a mostrar la libertad con la que se permite rodar Fuller durante toda su carrera, una auténtica lástima que no rodara más y con unos mínimos de producción en esta década de los 70, porque aquí, con nada, se saca un policíaco casi melvilliano en su abstracción, como aquella de Driver de Walter Hill, una desconstrucción de peli de espías, depurando la relación y las escenas entre el investigador privado y la femme fatale o el propio villano genio del mal. Destaca un montaje experimental y como conjuga un tono a ratos desenfadado con locuras como el duelo final, con un pesimismo existencial y cierta poética de fatalismo asumido. Pero claro, el peaje de la pobre producción la convierte en algo muy menor y que tampoco creo que pueda apreciar en su totalidad con la copia que he conseguido en la que cambian cada dos por tres el inglés en V.O. por un doblaje alemán, producto, supongo, de las 2 versiones que hubo.
 
ésta del Pichón hay que valorarla como lo que es, un capítulo de una serie aún HOY superpopular en Alemania, Tatort, que lleva más de 1000 capítulos, un extraño fenómeno cultural, que mucha gente se reúne los domingos en bares a verla, la serie es normalita y se va rodando en las distintas ciudades del país, para que cada uno pueda ver "su pueblo"

por cierto, con música de Can que ni recuerdo, ¿qué tal el score, Ropit?
 
Sí, yo ya me la había tomado como, por ejemplo, el CSI de Tarantino, pero es una lástima que no rodara 3 ó 4 películas en los 70 porque se ve que estaba en forma y se había adaptado a los tiempos perfectamente, basta ver Big Red y White Dog. Tengo mucha curiosidad por ver sus últimas películas francesas.

La música bien, ayuda a darle ese toque "moderno" que comentaba, de extrañeza para el género.
 
LADRONES EN LA NOCHE (Les Voleurs de la Nuit, 1984 -Samuel Fuller)


Penúltimo de los films dirigidos por Samuel Fuller, en este caso un thriller de tono titubeante (a veces comedia ligera, a veces drama descarnado, especialmente en el tramo final) rodado en Francia y ambientado en París. Irregular pero no desdeñable (la película goza de bastante mala fama crítica por lo general) pero visto en la actualidad es sinceramente un producto extraño, tanto en su desarrollo de trama como en el trabajo de puesta en escena del director de "White Dog" (que aquí repitió con Ennio Morricone)....Con algunos modos y algunas influencias estéticas de los años 80 que han quedado un poquito desfasadas Tampoco no nos vamos a engañar, nunca Fuller fue un autor excesivamente preocupado de los manierismos estéticos y aquí el resultado final acaba siendo una suma de momentos en los que se alterna lo bueno, lo menos bueno y lo malo, pero que tiene un aire otoñal, de film menor que deja deja buen sabor de boca y en el que el propio Fuller o Claude Chabrol (en un impagable papel de pervertido) hacen apariciones especiales muy agradecidas.
 
Manos peligrosas

Un carterista (Richard Widmark) roba un microfilm con información clasificada que iba a ser entregado a una célula comunista. Desconocedor de su contenido, se convierte en el hombre más perseguido de la ciudad.

Cine negro de serie B sin los medios ni la fotogenia actoral habitual en el Hollywood de entonces. Pocos elementos bien manejados y un efectivo (que no efectista) sentido de la narración son el sello distintivo, aunque el guión me parece el punto quizá más endeble; la trama la centra una historia de amor entre dos seres puros dentro del mundillo del hampa que no me termino de creer, con un final, por cierto, inusualmente feliz dentro de lo que es el género… casi parece que los habituales villanos, o al menos figuras secundarias (mujeres fatales, raterillos de poca monta, soplones) fueran aquí el centro de atención, en una mezcla de realismo estético y de romanticismo un poco ingenuo de fondo. El McGuffin hace honor al término, pues no sabemos qué es exactamente y actúa como puro motor del relato. Estamos en plena caza de brujas y la tratamiento que se hace de la siniestra conspiración roja es más bien de chiste, aunque más allá de convicciones personales, al parecer fue para Fuller una cuestión para ser aprovechada por su candente actualidad.

Al tiempo, intenta equilibrar la balanza mostrando la brutalidad policial, poniendo el acento en el factor humano, en lo más tirado de los bajos fondos, supervivientes natos y gente desideologizada (“yo de los comunistas no sé nada, sólo sé que no me gustan”), imperfecta, pero con su propia dignidad (el afán de ser enterrado dignamente) y posibilidad de redención, atrapados sin quererlo en los manejos de unos y otros; la vieja vendedora de corbatas, personaje picaresco y finalmente elegíaco y conmovedor, se lleva la palma, casi protagonista en la sombra y permitiéndose el cineasta darle un momento de lucimiento interpretativo a Thelma Ritter en que desnuda su alma en el instante crítico… luego hay otros (el ex de la chica y colaborador de los malos) que acaban por su cobardía convertidos en tontos útiles. Las localizaciones son reducidas (ese muelle entre la tierra y el mar) y de vez en cuanto surgen breves pero contundentes detalles visuales (un primer plano, un fuera de campo, un estallido de violencia). La secuencia inicial del metro, un prodigio de empleo del sonido, las miradas, la tensión… recuerda poderosamente a lo que haría Bresson en “Pickpocket” años después, aunque desde luego el gabacho lleva la idea mucho más lejos (pero la inspiración parece evidente).


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