Harkness_666
Son cuatro
Gozu
Miike en todo su esplendor, o un pirado capaz del mayor disparate, dueño de una mirada como infantil y perversa al mismo tiempo; todo es posible en su cine, con buenas dosis de humor tan negro como absurdo de por medio... en este caso, valiéndose de mimbres bastante poco originales, pertenecientes a la temática yakuza, pero útiles para perpetrar, en plena moda del j-horror dosmilero, esta puta cosa, que sin duda es muy suya e irregular en su desarrollo (todo lo de este hombre siempre tiene algo de desafío a la paciencia del espectador); comienza siendo un mero desfile de freaks de lo más gratuito, antes de introducirse por vericuetos cada vez más freudianos... y es que no estamos ante un pajote mental vacío, sino que hay “algo” tras el cúmulo de delirios que vemos, que va tomando cuerpo. Están presentes los códigos de un género: jerarquías entre jefe y subordinados, relaciones de íntima fraternidad entre los miembros del grupo... honor, amistad, muerte, todo mezclado. Y entre medias, un viaje a un Japón profundo que representa el infierno (las referencias al “calor”), lleno de sujetos pervertidos, huraños, solitarios...
Lo formal, a veces, destila cierta elegancia (el plano de ellos junto al paisaje), a veces parece que da igual (cámara en mano porque sí), a veces los colores (como el amarillo ominoso) parecen cobrar cierto protagonismo. El protagonista inicia una búsqueda de su compañero desaparecido que también es una búsqueda de sí mismo, de su identidad, reconociendo unas pulsiones y sentimientos inconfesables. Por el camino, símbolos; leche, arroz, sexualidad, maternidad, vínculos de sangre, incesto, muerte... qué sé yo, con una criatura-vaca que parece presidirlo todo ambigüamente. Los mejores arranques cómicos, para mí, la paranoia del compi (con lo del perrito, un prólogo que es toda una declaración de intenciones), los dos viejos de la taberna, la americana... me sobra el tipo de la mancha. Llegamos a un tercio final donde resuenan Lynch (onirismo, identidades trastocadas) y Cronenberg (horrores corporales cual eco de algo psíquico); ¿una muerte y un renacimiento cual proceso de aceptación de una relación? ¿un trío “noir” chalado para matar al padre y follarse al hermana? ¡Venga, fiesta! ¡Dame más, japo cabrón!
Me lo he pasado en grande con esta mierda.
Miike en todo su esplendor, o un pirado capaz del mayor disparate, dueño de una mirada como infantil y perversa al mismo tiempo; todo es posible en su cine, con buenas dosis de humor tan negro como absurdo de por medio... en este caso, valiéndose de mimbres bastante poco originales, pertenecientes a la temática yakuza, pero útiles para perpetrar, en plena moda del j-horror dosmilero, esta puta cosa, que sin duda es muy suya e irregular en su desarrollo (todo lo de este hombre siempre tiene algo de desafío a la paciencia del espectador); comienza siendo un mero desfile de freaks de lo más gratuito, antes de introducirse por vericuetos cada vez más freudianos... y es que no estamos ante un pajote mental vacío, sino que hay “algo” tras el cúmulo de delirios que vemos, que va tomando cuerpo. Están presentes los códigos de un género: jerarquías entre jefe y subordinados, relaciones de íntima fraternidad entre los miembros del grupo... honor, amistad, muerte, todo mezclado. Y entre medias, un viaje a un Japón profundo que representa el infierno (las referencias al “calor”), lleno de sujetos pervertidos, huraños, solitarios...
Lo formal, a veces, destila cierta elegancia (el plano de ellos junto al paisaje), a veces parece que da igual (cámara en mano porque sí), a veces los colores (como el amarillo ominoso) parecen cobrar cierto protagonismo. El protagonista inicia una búsqueda de su compañero desaparecido que también es una búsqueda de sí mismo, de su identidad, reconociendo unas pulsiones y sentimientos inconfesables. Por el camino, símbolos; leche, arroz, sexualidad, maternidad, vínculos de sangre, incesto, muerte... qué sé yo, con una criatura-vaca que parece presidirlo todo ambigüamente. Los mejores arranques cómicos, para mí, la paranoia del compi (con lo del perrito, un prólogo que es toda una declaración de intenciones), los dos viejos de la taberna, la americana... me sobra el tipo de la mancha. Llegamos a un tercio final donde resuenan Lynch (onirismo, identidades trastocadas) y Cronenberg (horrores corporales cual eco de algo psíquico); ¿una muerte y un renacimiento cual proceso de aceptación de una relación? ¿un trío “noir” chalado para matar al padre y follarse al hermana? ¡Venga, fiesta! ¡Dame más, japo cabrón!
Me lo he pasado en grande con esta mierda.