Ropit
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Me ha sorprendido mucho leer una opinión semigeneralizada de que después del primero la cosa baja, que el segundo sí aguanta pero que los demás irregulares ... A ver, los 2 primeros son 2 delicias, del musical y el slapstick el primero con un Tim Blake Nelson enorme y de la comedia negra el segundo, ambos ya bañados de una lírica que es el nexo común de todos ... Pero las piezas de orfebrería son el cuarto y el quinto, el de un Tom Waits inigualable en un relato físico de una belleza natural y humana indescriptible (qué bien aprovechado e integrado en la narración el paisaje, no como en The Revenant!) y el fordiano crepuscular de la caravana conquista del Oeste (qué calidez humana para unos autores tan acusados de fríos, ja), como sube la temperatura con 3 ó 4 diálogos cara a cara y qué poesía en su desenlace (vaya plano final!). El tercero de Liam Neeson vuelve a ser poético, cruel y, probablemente, el más tristón, la mirada de Harry Melling es de las que no se borra, y es que la dirección de actores es algo superlativo. Y después está la marcianada del último capítulo, divertido, escalofriante, ambiguo y atención a la balada de Brendan Gleeson, y otra vez qué bien dirigen las escenas de diálogos.
Su autoasumida y postmoderna narración ficcional, en forma de libro, les permite reforzar la idea de un imaginario legendario nostálgico y el destino como lugar común, pero no les impide en ningún momento encontrar mucha verdad en cada historia y sólo dejan algo de distancia en determinados momentos que ellos quieren, sus protagonistas las pasan putas, pero, como dijo Rodrigo Cortés en Todopoderosos, no se quejan y, en el fondo, les quieren.
Por lo demás, siguen siendo de los mejores tanto escribiendo como componiendo planos y encuadres (toda la película es un orgasmo constante), Carter Burwell vuelve a estar magnífico y evocador, y Delbonnel quizás no a la altura de Llewyn Davis pero en el de Tom Waits se luce a lo bestia.
Bocatto di Cardinale.
Su autoasumida y postmoderna narración ficcional, en forma de libro, les permite reforzar la idea de un imaginario legendario nostálgico y el destino como lugar común, pero no les impide en ningún momento encontrar mucha verdad en cada historia y sólo dejan algo de distancia en determinados momentos que ellos quieren, sus protagonistas las pasan putas, pero, como dijo Rodrigo Cortés en Todopoderosos, no se quejan y, en el fondo, les quieren.
Por lo demás, siguen siendo de los mejores tanto escribiendo como componiendo planos y encuadres (toda la película es un orgasmo constante), Carter Burwell vuelve a estar magnífico y evocador, y Delbonnel quizás no a la altura de Llewyn Davis pero en el de Tom Waits se luce a lo bestia.
Bocatto di Cardinale.