Terminada.
Refn se considera un pornógrafo, y hace gala de ello en los últimos episodios, donde la recreación en la violencia, el fetichismo y el sexo límite se suceden sin parar y hacen quedar a Gaspar Noe como un defensor del buen gusto y la mesura. Pero es que la serie también se transforma en otra cosa, en algo más... esotérico. Abandona el cine negro para lentamente bordear el drama psicosexual y el body horror de tendencias casi ocultistas.
Puede que esté equivocado, pero supongo que puede verse como una alegoría sobre el individualismo Occidental, una cultura que intentando ser la más tolerante y libre de la historia, plantó la semilla de su propia destrucción: el sentido de comunidad, la camaradería, el trabajo colectivo, las relaciones con propósito, la familia... todo eso está deshecho y es parte del pasado. Lo que queda es una lucha darwinista, globo-decadente y rapaz en donde solo sobrevive el más fuerte, los depredadores, los incestuosos, los caníbales y vampiros.
La estética exhibicionista es increíblemente efectiva, porque uno de los temas principales de la serie es que estamos entrando en otra ''Edad Media''. La modernidad se encuentra con lo medieval. La nueva forma de icono religioso es la imagen publicitaria, que ha reemplazado a la forma antigua del icono (el arte sagrado). La concepción antigua y medieval del icono como espejo en el cielo, la infusión de los reinos superiores en lo mundano y terrenal ha sido eclipsada por la exaltación de lo puramente material, encarnada en el arrojo nihilista y suicida de la serie.
Los personajes también están bien construidos. A veces puede frustrar un poco las barrabasadas en las que se deleitan, están al borde de resultar de diseño, pero en general tienen un propósito claro que se desarrolla con solidez:
Jesus es el moderno Alejandro Magno, un Übermensch latino, una fuerza colonizadora y corrosiva, mesiánica y forjadora del nuevo imperio, de la nueva Edad Media secular.
Martin y Viggo son, a partes iguales, urbanitas enloquecidos ellroyanos y justicieros cósmicos. El problema es que también son personajes caídos, defectuosos.
Yaritza, la sacerdotisa, vendría a ser la versión completa y más acabada de ellos, la verdadera mano de la justicia exterminadora y creadora en este mundo. Martin y Viggo, en cierta forma, son ''tipos'' de Yaritza. Proto-Yaritzas.
Quizá tuve que haber espaciado más los episodios, porque llegaban momentos en que tanta sordidez estilizada y parsimoniosa terminaba por abrumarme, pero ha sido una experiencia arrebatadora.