Me ha gustado mucho, con algunas reservas, pero no deja de ser una obra ambiciosa con un gran esfuerzo, talento y pasta.
El planteamiento es directamente el mismo que en Amadeus, sin embargo en Amadeus el némesis está de Óscar y aquí no dejo de ver Muchadada Nui todo el tiempo por mucho Tom Hanks que sea.
Hay dos temas importantes, a parte de la rigurosidad u omisión de etapas del artista. Por un lado, el actor y por otro lado cuando Luhrmann se contiene o se desata.
El actor está fantástico a pesar de que en los tramos familiares pasa justito. Pero joder, cuando está en el escenario se transforma de una forma increíble. La cantidad de tomas que habrá rodado el tío puede rivalizar con Mad Max, menuda entrega y qué pasada. Pero es que, canta él en la mayoría de escenas (aunque leo que le mezclan con el real en la etapa final). Ya solo por esta transformación y por su voz ya merece la pena toda la película. Una pasada y un esfuerzo así seguro que será tenido en cuenta en los Óscars para como mínimo una nominación.
Luego está el sello Luhrmann que si os digo la verdad, doy gracias a que eche el freno en la segunda mitad, la película arranca muy fuerte hasta la primera actuación pero luego empiezan a sonar temas de Doja Cat de fondo y algún rap disimulado que me puso de los nervios. Algo totalmente fuera de lugar. Se notan mucho los arreglos modernizados de algunos temas míticos y eso tiene sentido para aumentar el impacto, pero hay varias pasadas de frenada que Elvis no necesita para nada. A partir de la mitad se centra en la decadencia, el montaje se vuelve más sereno y vibramos como tiene que ser con los últimos coletazos del Rey.
Es una gran película y un gran homenaje a Elvis, pero esto no es Amadeus por mucho que Luhrmann lo haya intentado. Aún así roza el sobresaliente y compra segura para disfrutar en el cine en casa a tope.