(
La leyenda de Sleepy Hollow y el señor sapo, James Algar, Jack Kinney,
Clyde Geronimi, 1948)
CLASICO Nº 11 (con spoilers)
Las "películas paquete", esas compuestas de distintos cortos o mediometrajes, estaban llegando a su fin y con ellas la década de los 40. 6 títulos compusieron dicha colección siendo "La leyenda de Sleepy Hollow y el señor Sapo" la última entrega y parece ser que a tenor de lo visto la mejor o más esmerada de todas. Que la calidad de los títulos previos fuese irregular o no dejara un buen sabor de boca en comparación con los títulos mayores no significaba que Walt Disney tuviese proyectos en mente pero la falta de medios fue el valor decisivo o definitivo en la mayoría de casos para convertir o transformar largometrajes en mediometrajes. El resultado final para el título que aquí nos ocupa es curioso y no fue una labor surgida de la nada sino que pasó por varios procesos, cambios, elecciones y demás. Para saber las razones del resultado hay que ver o conocer los ingredientes previos.
En primer lugar hay que conocer que "El viento en los sauces" del escritor Kenneth Grahame (1908) fue adquirida por Walt Disney en 1938, poco tiempo después de rodar "Blancanieves y los siete enanitos". Debido a los dibujos que acompañaban a la obra literaria de Grahame, Hames Bodrero y Campbell Grant le presentaron la idea a Walt de que el cuento podría ser llevado a la gran pantalla pero el tema de la animación antropomórfica no convencía, en un principio, al propio Disney debido a que no creía que la técnica fuese a tener éxito en aquellos momentos. Aún así adquirió los derechos para crear una película propia más adelante. En 1941 se terminó un guión y gran parte del equipo de "Bambi" trabajó en el proyecto pero debido a la guerra y a la inmersión de los estudios en cortos propagandísticos se tuvo que dejar estancado. Hay que sumarle que la calidad de los dibujos resultantes no estaba a la altura de los grandes títulos. Pero se recuperó el proyecto quitándole escenas del guión y acabó convirtiéndose en un mediometraje dejándolo como título final en la última entrega de los 6 títulos que formaban parte de las "películas paquete".
Se pensó en llamarla desde un principio "Tres personajes fabulosos". Los integrantes iban a ser "Mickey y las judías mágicas", "El señor Sapo" y "Gremlins". Este último título, basado en esos pequeños duendes creados por el escritor Roald Dahl en 1943 para la propia Disney como propuesta para un largometraje, fue desechado. Debido a la cancelación de esa parte pasó a llamarse "Dos personajes fabulosos" pero el mediometraje de Mickey pasó a formar parte de otro título, asociado esta vez con el osezno circense Bongo. Ya en 1946 se empezó la producción animada del clásico de la literatura estadounidense "La leyenda de Sleepy Hollow" (o también conocida como "Las aventuras de Ichabod", 1820) de Washington Irving. Al no contar con una duración suficiente para poder considerarse un largometraje en Disney tuvieron la decisión de emparejar sendas obras y acabar formando el largometraje con el título definitivo de "La leyenda de Sleepy Hollow y el señor sapo". Huelga decir que de todos los filmes que conforman la segunda (e irregular) era de los clásicos animados Disney éste sería el más destacable y el más acertado por su empaque, su tono y su forma, con permiso, claro está, del que respecta al de "Mickey y las judías mágicas".
En referencia al título que aquí nos ocupa, "
El señor sapo", indicar que se contrató al archiconocido Basil Rathbone como narrador de la historia. Su acento británico encajaba a la perfección con el estilo elegante y sofisticado de la obra animada. Sin ir más lejos uno de los personajes, Rata, lleva una indumentaria y porte muy Sherlock Holmes, en honor a su personaje más característico. Todo está enfocado en las alocadas peripecias del protagonista en cuestión: J. Thaddeus Toad, más conocido como el señorito Sapo. El sapo es un ser engreído, encantado de conocerse, descontrolado, vividor, derrochador pero deseoso de correr grandes juergas sin reparar en la fortuna dilapidada desobedeciendo los consejos de sus buenos amigos (Rata, Topo y Mac, el contable de Toad). Los tres, a pesar de las circunstancias, no están dispuestos a dejar que Sapo siga malgastando su fortuna, siga por esa vida de desenfreno, sin control y a su vez deje en mal nombre la honorabilidad de Toad Hall, uno de los lugares del lugar que da prestigio a la localidad. Lo más divertido del caso es que los personajes, desde el primer instante, están muy definidos.
El ritmo no para en ningún instante y en los primeros segundos hace una presentación de todos ellos para enfocar la trama en el meollo de la cuestión. La última locura de Sapo es ir, sin control alguno, por los campos en un carromato tirado por su nuevo amigo el caballo Cirilo Mientepoco. El caballo en cuestión es de raza gitana presentándolo como un ser honrado y que de esta forma romper un poco el estereotipo relacionado con dicha raza. Pero como el sapo es un ser caprichoso se quedará prendado por un automóvil de alta velocidad. Eso hace que pierda la cabeza y no cese en su empeño hasta que no acabe con él. El guión juega una gran baza en esta cuestión pues el mediometraje juega muy bien con distintos géneros: el costumbrismo en los primeros instantes, las aventuras cuando vemos a Sapo con Cirilo cantando y viviendo la vida a tope entre los campos, el cine de juicios donde una de las partes que quedan en elipsis se exponen con toda claridad: Sapo tiene que demostrar su inocencia pues es acusado de robar el coche y como a su vez es juzgado y sentenciado a ser encerrado en la cárcel al demostrarse que así ha sido. Luego se demostrará las verdaderas razones y el complot del que ha sido víctima el pobre batracio.
Es en el momento cuando está encerrado en las mazmorras más frías y oscuras cuando el corto toma un tono mucho más trágico casi desgarrador. La ambientación está enfocada en la época de la navidad y mientras en el exterior se cantan villancicos y la nieve le da a todo un ambiente entrañable y acogedor es en el interior de la celda, con Sapo amarrado a la clásica bola de hierro atada a una cadena y ésta al tobillo del triste personaje, cuando todo se torna gris, casi oscuro, con una sensación de frío y soledad muy conseguida. A eso hay que añadirle las clásicas lágrimas mientras en un charco aparecen las caras amables, responsables y entrañables de sus auténticos amigos. El momento donde Sapo deambula en su soledad recordando los consejos y habiéndolos rechazado para vivir la juerga padre cuando el corto se torna serio y moralista, como si a través de ese pequeño personaje los directores intentaran dar una lección de que las consecuencias de nuestros actos se pagan. Pero el drama no es el género principal de esta historia sino más bien la aventura y ésta no tarda en aparecer. Cirilo, al igual que Polilla con Pinocho, será el personaje que volverá a llevarlo por el mal camino haciendo que escape de la cárcel con un disfraz. El suspense y la sensación de peligro son constantes, ayudados por una niebla espesa y una persecución en toda regla con la policía pisándole los talones al más puro estilo cine mudo como bien deja patente la escena de los trenes y los disparos.
No hay nada dejado a la casualidad y con productos como estos se demuestra que a pesar de ser un mediometraje, si se trabaja bien, podemos estar hablando de estar a la altura de los buenos títulos animados. Porque es el tramo final donde se demuestra el buen hacer de los guionistas y los animadores. Cuando Mac, el tejón contable de Sapo, aparece soltando la bomba informativa de que todo ha sido un plan urdido por Winky, el tabernero líder de la banda de las comadrejas, para quedarse con Toad Hall el suspense deja paso a la aventura más electrizante. El clímax sucede en el interior de la casa de Sapo, la cual está habitada por la banda al completo. La milimétrica puesta en escena está logradísima. La iluminación juega una parte importante en la historia. Entre las sombras y procurando no hacer ruido que despierte a los nuevos inquilinos el grupo de amigos van a través del río en dirección a la parte trasera de la vivienda. Aquí la banda sonora, la narración, el ritmo, la animación, la oscuridad y la tensión juegan una parte primordial logrando mantener el suspense en todo momento. Es cuando entramos en la casa, en la boca del lobo por así decirlo, logramos adentrarnos en una de las mejores secuencias de tensión, acción y persecución de casi todo lo que llevamos visto. Sin ir más lejos toda la parte donde comadrejas, Topo, Sapo, Rata y Winky se persiguen, se amenazan, se lanzan armas y se intentan aniquilar sería utilizado como plantilla para secuencias completas en "Robin Hood" y "El libro de la selva" en una época de ahorro y vagancia animada a partes iguales.
El resultado de todo el mediometraje es que demuestra una calidad animada muy buena por la sencilla razón de que los personajes son definidos, sus carácteres están muy trabajados pues cada uno de ellos actúa según su rol pero formando un conjunto y empaque homogéneo. Sapo con su incontrolable forma de ser, Rata como ese ser firme pero amigo a fin de cuentas, Topo como el ser entrañable y de buen corazón, Mac como el contable que se comporta como la voz de la experiencia pero también tenemos a Winky como el auténtico traidor, de carácter pérfido y que para mi siempre formará parte de uno de los villanos más interesantes a pesar de no contar con un extenso metraje ni se enfoque demasiado el objetivo sobre su persona. Sin olvidar a Cirilo como el secundario cómico pero sin resultar pesado o la banda de las comadrejas que serviría mucho tiempo después como inspiración para la banda de esbirros del juez Doom en "¿Quién engañó a Roger Rabbit?". El cuento, a pesar de no abandonar el tono moralista se decanta más por la parte aventurera de las decisiones y las desventuras del protagonista al igual que se cuenta con filigranas visuales realmente interesantes como el recurrir a flashbacks para resolver una parte de la contienda en el juicio, la descacharrante persecución en el clímax con aviones de papel a modo de elementos disuasorios o el empleo de armas como cuchillos, hachas y espadas para intentar acabar con la vida de los protagonistas.
El segundo mediometraje sería el que se llevaría la fama y los loores. Lógicamente no es para menos. Contamos con una de las obras literarias del terror americano por antonomasia. La famosa
leyenda del jinete sin cabeza. El narrador cambia de voz y no es nada más ni nada menos que el actor y cantante Bing Crosby. Su voz (y sus canciones) iban perfectas para la historia a narrar. Y al igual que en caso del señor sapo, aquí también contamos con dos partes muy distintas en cuanto a tono y forma. La primera parte narra las vivencias de Ichabod Crane, un profesor de escuela. Se comenta que su físico es una caricatura exagerada del propio Crosby. Sea cierto o no lo que prima por encima de todo es la fealdad de sus facciones. Ya en la propia narración (y en la primera canción) se destaca lo feo que es. Pero si su desagradable apariencia es ya de por sí toda una declaración de intenciones más lo es su carácter vividor. El corto, de corte costumbrista, nos sitúa en la localidad de Sleepy Hollow y que es presentada más bien como un pueblecito apacible y agradable, sin hacer apenas alusión a la macabra leyenda fantasmagórica que hace famosa a la localidad hasta casi al final del cuento. La gracia del cuento resulta en ver como las mujeres del lugar no pueden escapar de los "encantos" del maestro a su vez que éste sentirá admiración y falso interés por aquellas damas que puedan aportarle bienestar social.
Lógicamente, siendo un cuento costumbrista no tardará en aparecer el clásico romance que servirá como vehículo de lucimiento de los dos personajes implicados en la historia de Ichabod: Fornido Hueso que no es otro que el típico fanfarrón, brabucón, bromista empedernido, juerguista, amigo de sus amigos y eterno rival del propio Ichabod en el momento que la joven, dulce, bella y grácil Katrina Van Tassel, hija del terrateniente local, el más rico del lugar, se sienta interesada por el propio Ichabod. Bajo una canción de corte melódico y pegadizo, los dos pretendientes lucharán por el amor y conquista de la joven: Hueso por conseguirla como trofeo y Crane como objeto de posición social. Lógicamente el corto juega con la clásica instancia de "más vale maña que fuerza" y jugando con la comedia buja y el slapstick de cine mudo todo está rodado con atino y humor. La calidad de la animación es de corte muy clásico, muy acorde con el estilo que estaríamos a punto de presenciar en futuros títulos aunque aún quedaba por perfeccionar o pulir la técnica hasta alcanzar un estilo concreto que sirviera como seña de identidad. El ritmo a su vez, durante la primera mitad, es mucho más pausado de lo acostumbrado y al no suceder nada especialmente destacable, resulta un poco menos atractivo o interesante en comparativa con la última parte que es la que se llevaría el renombre y la fama.
Serían los últimos quince minutos cuando el tono de la historia cambia por completo y de una forma paulatina. Los Van Tassel dan una fiesta y el profesor es invitado por puño y letra de la propia Katrina (cuyo, dicho sea de paso, serviría como inspiración para la cenicienta del siguiente título). Al suceder todo de noche la iluminación es perfecta consiguiendo que sea la luna la que rompa por completo la oscuridad del lugar, como si fuese la testigo de lo que sucederá en pocos instantes. No hay nada más alegre que un baile y el que sucede en el salón del hogar es uno de los más divertidos, como si se tratase del contraste alocado, fiestero, exhausto y enérgico del baile de Blancanieves con los enanitos. Una vez más Crane y Hueso luchan por conquistar a la bella dama resultando vencedor, una vez más, el profesor. Pero todo está montado, orquestado y enfocado para la canción final, la que sirve como preámbulo y declaración de intenciones de la idiosincrasia del corto en general y del terror en particular. Fornido Hueso, conocedor de la superstición galopante de Ichabod se calza un soliloquio musical el cual gira alrededor de la leyenda del jinete sin cabeza el cual aparece cada Halloween para decapitar a los que pasan por el cementerio y que sólo hay una posibilidad de sobrevivir: atravesando el puente. La canción, con un ritmo y una letra verdaderamente hipnótica, consigue su propósito que es provocar miedo en Ichabod y a su vez quedar en la memoria del espectador como previo paso al espectáculo terrorífico de los últimos instantes.
No se puede negar que Disney bebe de sus propias influencias y sería injusto obviar que la parte del bosque de "Blancanieves y los siete enanitos" o el estilo del corto "El viejo molino" tienen razón de ser durante la travesía de Ichabod a lomos de su caballo mientras atraviesa el bosque siniestro de camino a casa. La ambientación está servida para que el suspense y el terror más primigenio den presentación al personaje más esperado de todo el mediometraje. La luna citada al principio es ahogada, literalmente, por unas nubes en forma de manos. El bosque se cierra haciendo desaparecer de escena la casa de los Van Tassel y dejando que la oscuridad sea la dueña absoluta del lugar. Árboles retorcidos formando cuerpos macabros, sonidos de animales que se convierten en voces de ultratumba que reclaman al profesor, viento que aúlla para provocar un estado de pánico acentuado, plantas que se convierten en el galope tenebroso de un jinete que no existe. Y cuando uno cree que lo peor ha pasado una risa diabólica irrumpe en escena para dejar pasar al jinete en todo su esplendor. El plano de éste a lomos de su caballo negro, con la cabeza cercenada de alguna víctima y envuelto en una luz roja consigue que sea uno de los momentos más icónicos de toda la factoría Disney.
A partir de esta secuencia el ritmo es frenético junto con la banda sonora que enfatiza la sensación de peligro y la posibilidad de que el protagonista del cuento, el miedoso profesor, no viva para contarlo. Cada plano es milimétrico y cada escena una obra de arte en sí mismo. Porque si los árboles, el cementerio, la fauna o todo lo que rodea al bosque pudiera servir como cuadros inertes pero vivos en cuanto a una situación expuesta el movimiento y el diseño de personajes de esta última secuencia es el claro ejemplo de una laboriosidad digna de una obra de orfebrería. Tanto que serviría como inspiración para la película del propio Tim Burton (muchas escenas y situaciones son calcadas a las de este mediometraje). El carácter cómico y funesto de Ichabod encaja a la perfección con la rabiosa sed de sangre y muerte del jinete, cuyos diseños, totalmente opuestos, son imprescindibles para colocar en la misma escena comedia y terror a partes iguales. Es la sensación de escapismo, de intentar llegar al puente y cruzarlo, de evitar en todo momento los mandobles de esa espada reluciente blandida por un jinete siniestro y fantasmagórico (también ayuda la silueta de un caballo con los ojos inyectados en sangre que relincha muerte por todos lados) lo que hace que estemos ante un auténtico tour de force hundido en auténtica adrenalina y un deseo malsano de disfrutar el sufrimiento de Ichabod. Sólo cuando vemos esa calabaza envuelta en fuego, lanzada con odio convirtiéndose en el final del clímax cuando nos damos cuenta que el viaje en esta montaña rusa de emociones ha terminado. Pero el peaje ha valido la pena convirtiéndose, por derecho propio, en toda una experiencia.
Y con este título menor se concluía con un estilo de trabajo y dejando pista a la presentación de la segunda era dorada de los estudios Disney. Pero haciendo honor a la verdad "La leyenda de Sleepy Hollow y el señor sapo" resulta un broche de oro. No ya sólo por su calidad sino por su presentación. Sirva como ejemplo ver la seriedad y la sensación de haber empleado más mimo o detallismo en las calidades finales de ambos trabajos y que servirían a su vez como inspiración para ciertos aspectos y momentos de futuros clásicos como el caso de "La bella y la bestia". Gastón bebe y debe mucho al Fornido Hueso, al igual que muchas situaciones son bastante parejas como cuando Bella se adentra en el bosque con los lobos. La exposición y enfoque es bastante parecida. Lógicamente el resto tendría su identidad propia. Pero se puede comprobar el grado de madurez en la narrativa, que cuenta con apenas tropiezos expositivos, al igual que la madurez en la calidad de la animación (tan sólo por los clímax de ambos relatos merecen el respeto y la admiración que por desgracia, no contaban en los títulos anteriores). Sendos mediometrajes, como ya sucediera con los casos anteriores, acabarían siendo editados individualmente posteriormente siendo uno de los únicos casos que por desgracia no cuenta con título propio en formato doméstico. Independientemente de ello, se puede decir que este último episodio es, por derecho propio, la mejor guinda del pastel dejando, por suerte, un buen sabor de boca como punto y seguido en el extenso universo de los clásicos Disney.
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