Respuesta: Cosmopolis, nuevo proyecto de Cronenberg
Por fin la he visto entera.
A ver, aquí hay muchas cosas que decir.
Primero, que muchos aplaudimos el atrevimiento de Cronenberg en su proyecto de adaptar una novela tan difícil y excelente como la de Don DeLillo, que, además, viene al pelo para hablar de la crisis económica actual, del papel del dinero, de los que lo gestionan, de las revueltas violentas del pueblo, de la inestabilidad social, del aislamiento encapsulado de los que manejan los hilos, etc... El canadiense ya había obtenido magníficos resultados en "Crash" y "El almuerzo desnudo", que se basaban en textos muy complicados de llevar al cine sin morir en el intento. Era nuestro hombre.
Segundo, que el trailer a priori parecía muy sugerente, muy atractivo. A posteriori, totalmente engañoso.
Veo la película y compruebo que Cronenberg ha optado por realizar una adaptación tremendamente fiel y literaria de la novela. Una decisión radical, extrema, que creo que le ha perjudicado. Lo que funciona en la novela a modo de diálogos herméticos entre personajes variopintos, de descripciones casi alucinógenas de ese entorno urbano crispado e inquietante, de desarrollo lento pero perceptible de una autodestrucción... no funciona igual en imágenes. El universo extraño del libro conduce a que el lector se introduzca en una atmósfera perturbadora que es muy propia de cada uno. DeLillo te da unas claves para que tú mismo imagines ese viaje absurdo y apocalíptico de Packer hacia el fin de sí mismo y de todo. Acompañas al tipo con expectación, disfrutando de su soledad espectral, boquiabierto ante unas líneas de diálogo abstractas, esquivas, intrigantes. Sin embargo, en la película aparece el tedio del inmovilismo, de la estructura reiterativa de encuentros y espesísimas peroratas, de la gelidez de unos personajes absolutamente distanciados del espectador. El pecado de Cronenberg creo que es esa fidelidad obsesiva al texto, lo que provoca que la película se encierre en sí misma, ya que la misma naturaleza del estilo de DeLillo ahoga la puesta en imágenes. La narración no "respira" porque se encuentra limitada por un cine hablado que deliberadamente te dispara observaciones y pensamientos tan poco desentrañables como los movimientos del capital.
Y a pesar de todo, hay conceptos rescatables, por supuesto. Las metáforas de la novela están ahí, plasmadas en esa limusina de lujo, hipertecnológica, burbuja insonorizada y blindada en la que el protagonista surca las calles mientras reflexiona sobre cuestiones crematísticas y más allá. La tecnología, el sexo, la violencia, el fin, el post-hombre... Estos temas entroncan con las inquietudes de Cronenberg, y supongo que por ello se vería atraído por la novela.
Me parece bastante acertado este fragmento de la crítica de Sergi Sánchez:
La limusina de 'Cosmopolis' funciona como excelente metáfora del momento actual del cine de David Cronenberg. Atraviesa el mundo contemporáneo a cámara lenta, oscureciendo la realidad a través de sus cristales ahumados, eliminando cualquier asomo de sonido ambiente para replegarse en sí mismo. El hermetismo de la novela de Don DeLillo tiene una difícil traslación en imágenes, y, a pesar de que aplaudimos la osadía del cineasta al insistir en adaptar textos inadaptables, da la impresión de que la aridez del resultado no tiene tanto que ver con la progresiva desnudez de su estilo sino con un error de cálculo y una pizca de pereza: pensar que la literalidad de diálogos y situaciones (se jacta de haber escrito el guión en seis días, y de montar la película en dos) podía rescatar a su empresa de una frialdad conceptual que pinta mejor en la teoría que en la práctica.